Desplome de mercados: el temor se apoderó de las bolsas

Ese 2 de agosto, el mercado cerraba la semana con un Banco Central de Japón habiendo subido sus tasas de interés hasta el 0,25% por primera vez en 17 años, con un Banco Central estadounidense decidido a no bajar su tasa de referencia para lograr su objetivo inflacionario y con señales de una debilitada economía estadounidense.

Las tasas altas pretenden encarecer el acceso al crédito para inhibir el gasto y así ahogar la inflación.

Sin embargo, a pesar de que han tenido efecto sobre los precios, transitan sobre una delgada línea al implicar un menor movimiento de la economía, que puede convertirse rápidamente en un estancamiento financiero.

Sin embargo, fue el informe del Departamento de Trabajo sobre los nuevos empleos añadidos en Estados Unidos lo que dio la estocada final para el inicio de lo que horas después sería una estampida de inversores huyendo.

El viernes 2 de agosto, esa dependencia  estadounidense reportó que en julio se agregaron apenas 114.000 puestos de trabajo, lo que representó la mitad de lo promediado mensualmente en los últimos 12 meses.

En enero, febrero y marzo, los datos mensuales superaron las 200.000 vacantes, y el dato del séptimo mes del año desanimó al mercado.

A la cifra decepcionante se le sumó el aumento del desempleo que se trepó hasta el 4,3%, su nivel más alto desde septiembre de 2021.

Con este panorama, aquellos economistas que accedían a préstamos en Japón a una bajísima tasa de interés (del 0% al 0,1%) para luego usar ese dinero para tener dividendos en otros países, se vieron directamente afectados cuando les cambiaron las reglas del juego y les subieron los tipos de interés. Mientras tanto, en Estados Unidos los datos laborales sumaron a una palabra que teme casi cualquier economista que invierta en la bolsa  de la valores: recesión.

Un país cae en recesión técnica cuando por dos trimestres consecutivos no logra un crecimiento positivo de su PIB y, en cambio, muestra una contracción.

Con un aumento del desempleo y con pocas nuevas vacantes, ese fantasma de la recesión regresó a rondar la primera economía del mundo y casi que, en manada, las ventas de acciones se vieron en distintas bolsas, desde México, pasando por Polonia y Emiratos Árabes Unidos, hasta Japón.

Sin embargo, para el ciudadano de a pie, que no tiene acciones en la bolsa y que desconoce el mundo bursátil, ver un desplome en los mercados globales no se traduce directamente en una afectación inmediata, pues aunque los titulares de los noticieros alarmaron de un suceso que no se veía desde hace tres décadas, lo cierto es que en menos de 24 horas los indicadores de las principales bolsas se recuperaron, y con creces.

Alberto Bernal, jefe de Estrategia Global dijo que la drástica caída en los mercados tendría un impacto en la economía global “siempre y cuando no sea un evento aislado de una semana específica, algo que es poco probable”.

“Si se mantiene la volatilidad, esto cambia las perspectivas de los inversionistas y cuando se afectan estas perspectivas, también se afectan las expectativas de crecimiento a futuro, porque los inversionistas son los que deciden poner en riesgo su dinero para financiar nuevos proyectos, nuevas fábricas, nuevas construcciones de carreteras, o de supermercados, entonces cuando el inversionista se angustia sobre el futuro, se disminuye la inversión y al disminuirse la inversión deja de crecer la economía, y eso afecta al ciudadano del común porque gana menos o porque pierde su trabajo”, explicó Alberto.