Por: César Mauricio Olaya Corzo/ Maviejo, un hombre recio que su sola presencia, a pesar del paso de los años, confirma la fortaleza, el tesón, la grandeza y la imperante presencia del llanero de enjalma, caballo, freno, montada a pelo, rejo para dominar y canto para arrear.

Y volviendo a la cuartilla de entrada, mi mente se devuelve un poco más de 30 años atrás, cuando siendo un joven reportero gráfico del diario El Espectador, tuve la misión de registrar estas fiestas, acompañando al destacado cronista (QEPD) Julio Daniel Chaparro, un colega periodista que en sala de redacción era conocido como El Poeta, heredero de los universos del llano, donde seguramente sacaba su repertorio descriptivo, que solo quien se ha detenido en la letra de un joropo, logra visualizar la oralidad, la poesía y la narrativa con que los hombres del llano, le cantan a su tierra grande.
Y reitero que se trató como en el célebre tango Volver, donde en una de sus frases, refiere al viajero que huye, pero que tarde o temprano detiene su andar y es ahí, en ese encuentro en la casa de Maviejo, cuando el río volvió a pasar por las mismas rocas y a mi mente retornó el encuentro tres lustros atrás, con el Cachacero que visitamos en la víspera de la cabalgata, una visita que pasó por horas y horas de conversa y claro está, muchas botellas de Aguardiente Llanero.
Por esto me sorprendió al extremo de la impresión, cuando Maviejo me saludó, en su mente lúcida, una fotografía de tiempos pretéritos se reveló en su mente y su saludo, cargado de fraternidad fue: – “cuanto tiempo sin volver mi hermano, yo de usted me acuerdo porque fue la primera vez que alguien me tomó una foto sin mi máscara de Cachacero”.

Un vaquero y un cachacero
Podría parecer obvio unir estas dos representaciones en un llanero sanmartiniano, dado la prioridad y exigencia primaria del hecho de que para ser integrante de cualquiera de las cuatro cuadrillas que integran la fiesta, se debe ser un buen vaquero, pues los juegos en esencia, no solo son de carácter ecuestre, sino que exige una gran experticia en el arte de la monta y la comunicación entre el animal y quien lo dirige.
La relación le apunta, sustancialmente a que se debe ir por partes en la historia de nuestro protagonista; primero vaquero y luego cachacero: esta es parte de su historia y en la narrativa de Maviejo: Lo primero que trae a colación en nostálgica remembranza, es que la fiesta de antes tenía menos organización y más de improvisación y algarabía, aunque siempre preservando la relación histórica entre sus protagonistas: galanes, indios, moros y cachaceros.

“Cada una de las cuadrillas se organizaba en lo que llamábamos rancherías y allí se vivía su propia fiesta que duraba días, donde se hacían pruebas de pericia como la captura de marranos y la caza de gallinas finas. Los primeros se rasuraban y se les untaba aceite, mientras que las gallinas como eran finas, siempre arrancaban a trepar a los árboles. La captura exigía poner a prueba a los cuadrilleros. Los vaqueros usábamos unas varas largas que se diseñaban con una especie de argolla, con la que aperchábamos a los marranos y los indios, que se destacaban por su habilidad con la flecha, hacían lo propio con las gallinas y con eso había comida para todos los días de la fiesta”.
Y es que antes de asumir los diferentes roles que ha tenido en su vida, entre los que se destaca ser considerado patrimonio vivo de los cantos de vaquería, curandero con rezos para todos los males del llano tanto para hombres, como para bestias, cantante contra punteador y en los últimos 30 años integrante líder de los cachaceros, Maviejo era considerado como uno de los vaquianos que mayor conocimiento rendía de los territorios llaneros.
“El nombre de Maviejo lo heredé de mi abuelo, pues somos lo que podría decirse, una generación completa de Maviejos, cuyo origen se remonta al conocimiento del llano, porque existen adentro de la planada, una especie de esteros, de lagunas que se forman hoy y en un par de meses con la sequía desaparecen y que llamamos “madreviejas”.
Estas lagunas son un tesoro para la caza de animales y para la pesca, entonces en referencia al conocimiento de estos lugares, empezaron a llamarnos los Maviejos, que es una expresión corta de como nombrábamos a estas lagunas de invernada”.

Y es que conocer el llano, implica no solo saber de su geografía que muchas veces cambia a capricho, por ejemplo, del comportamiento de los ríos. Exige saber montar a pelo y con estribo de pala, una forma muy llanera donde el vaquero va descalzo, domar y hacerse uno solo: jinete y caballo, arrear el ganado a grito de vaquería y hasta saber navegar cuando toca echar chalupa y encontrarse con los raudales, que es la prueba número para jugársela a vencer la naturaleza como solo el llanero puede hacerlo.
“El llano todo es misterio y es magia, el que no conoce el llano, como en la historia de la Vorágine, la manigua se lo traga. El llano es infinito horizonte, un mundo de mitos y leyendas. Hacerle frente es saber cuándo es necesario “yoparse” para escuchar las voces de nuestros ancestros y pedirles consejo, conocer de las plantas y sus propiedades curativas, prepararse para sacarle el quite a la saeta de agosto, que es una especie de flor minúscula que vuela con los vientos y que para el que no tenga el cuero curtido como el llanero, se le pega a la piel y produce lo que llaman culebrilla braza; saber de los rezos para evitar la gusaniada del ganado, reconocer donde se topa el sarriago cuya raíz es lo único efectivo para la picadura de cualquier culebra; saber que al llano se entra, pero no se sabe cuándo y cómo se sale. El llano es tierra a la que hay que tenerle respeto, pero sobre todo amor”.
Y no podemos obviamente, dejar pasar la oportunidad de escuchar de la propia voz de Maviejo, uno de sus cantos de vaquería y cabestrera, en una de sus versiones que él cantor llama chipiola.
Ayyyyy joooo jooooo
afina el ganadito con la huella del cabestrero
cabestrero vaquiano siempre lo sigue el ganado
porque conoce el camino, así lo encuentre borrado
Ayyyyyy jooooo joooo
en el llano hay un refrán
que se tiene por agüero
el que no sabe cantar
no sirve pa´cabestrerooooooo
Ajooooo joooooo jooooo
si fueras por un camino
sin cobija y sin avío
cantando se quita el hambre,
cantando se quita el frio
…
*Comunicador Social y fotógrafo.