Por: Édgar Mauricio Ferez Santander/ La falta de controles sobre la operación de los buses, las paradas intempestivas y los procedimientos inseguros para bajar a los colados son solo algunas de las preocupaciones de la ciudadanía.
Uno de los puntos más críticos del actual funcionamiento del SITP es la sensación de desprotección que tienen los usuarios. A pesar del elevado costo del pasaje, que ha sido un factor de molestia entre los ciudadanos, la calidad del servicio sigue presentando fallas estructurales. La falta de cumplimiento en las rutas, la escasez de buses en algunas zonas y la poca fiscalización sobre el actuar de los conductores han generado descontento.
El hecho de que los choferes puedan detenerse en cualquier punto, aparentemente sin restricciones claras, representa una afectación directa para quienes dependen de este medio de transporte para llegar puntualmente a sus trabajos y actividades diarias. Esta situación no solo impacta la productividad laboral de los pasajeros, sino que también deteriora la confianza en un sistema que debería ser eficiente y predecible.
Otro tema que genera controversia es la forma en que se está abordando el problema de los usuarios que evaden el pago del pasaje. Si bien es innegable que la cultura del no pago afecta la sostenibilidad del sistema, la manera en que algunos conductores y funcionarios están enfrentando el problema pone en riesgo la vida de estas personas.
En lugar de implementar estrategias que garanticen una reducción efectiva de la evasión sin comprometer la seguridad, se han reportado casos en los que los colados son obligados a bajar por las puertas laterales, exponiéndolos al peligro del tráfico en movimiento. Esta práctica no solo es irresponsable, sino que también contradice las normas de seguridad y el principio fundamental de proteger la vida de todos los ciudadanos, independientemente de su situación.
La actual administración distrital ha dejado claro que su prioridad no está en mejorar la experiencia del usuario, sino en sostener un sistema que ha mostrado múltiples fallas desde su implementación. Sin una política clara de regulación para garantizar un servicio de calidad y sin estrategias efectivas para reducir la evasión sin poner en riesgo vidas humanas, el SITP parece avanzar hacia una crisis aún mayor.
Los ciudadanos merecen un transporte público que no solo sea eficiente y seguro, sino que también respete sus derechos y necesidades. Es urgente que la administración tome medidas concretas para corregir estas problemáticas, garantizando un equilibrio entre las condiciones laborales de los conductores y la seguridad de los usuarios. Si el objetivo es construir una Bogotá más ordenada y funcional, el SITP debe ser una prioridad real y no solo una fuente de ingresos a costa de quienes dependen de él a diario.
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*Historiador, Magíster de la Universidad de Murcia y Candidato a doctor en estudios migratorios Universidad de Granada-España.