Por: Édgar Mauricio Ferez Santander/ La etopolítica, un término acuñado a partir de los estudios de Michel Foucault, se refiere al poder que actúa sobre las formas de vida, moldeando conductas, estilos de vida y subjetividades. En Colombia, esta idea se refleja en iniciativas como la eliminación de los estratos socioeconómicos, anunciada por Petro como una forma de reducir la segmentación social.
“El sistema de estratos profundiza la desigualdad y refuerza la discriminación. Es hora de construir una sociedad más igualitaria desde lo simbólico y lo práctico”, afirmó Petro en uno de sus discursos presidenciales.
Asimismo, la promoción del transporte público sobre el uso del carro particular, la defensa del medio ambiente y la pedagogía sobre el cambio climático son ejemplos de cómo el gobierno busca redirigir hábitos cotidianos hacia nuevas formas de ciudadanía.
Por otro lado, la biosociabilidad —concepto introducido por el sociólogo Paul Rabinow— describe cómo las personas forman comunidades a partir de características biológicas, de salud o identidad. El gobierno Petro ha promovido la visibilidad de grupos históricamente excluidos, como las comunidades indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad y población LGBTIQ+.
La creación del Ministerio de Igualdad y su reciente Viceministerio de Diversidades es una muestra clara de esta política. “El objetivo es reconocer las diferencias, pero también garantizar derechos y participación efectiva” lo cual no hizo la vicepresidenta.
Este enfoque permite que grupos antes marginados encuentren representación institucional y se organicen políticamente alrededor de sus condiciones de vida y experiencias compartida
Uno de los programas más emblemáticos del gobierno, la llamada “Paz Total”, condensa ambos enfoques. Al negociar con grupos armados y promover su reintegración, el gobierno no solo busca el desarme físico, sino también la transformación de sus formas de vida (etopolítica) y el fortalecimiento de comunidades basadas en historias compartidas de conflicto y resistencia (biosociabilidad).
El reciente acuerdo con los Comuneros del Sur, que permitió una salida pacífica y la llegada de inversión estatal a zonas antes olvidadas, es un caso ejemplar. Con nuevas escuelas, hospitales y proyectos productivos, el Estado no solo ofrece recursos, sino también un nuevo horizonte de sentido y pertenencia para estas poblaciones.
Las políticas de Petro están generando debate. Para algunos sectores, representan una necesaria renovación del contrato social colombiano. Para otros, son propuestas difíciles de implementar, cargadas de simbolismo, pero con resultados aún inciertos.
Lo que es claro es que el gobierno actual no solo quiere cambiar leyes o infraestructuras: quiere modificar el alma misma de la sociedad colombiana, pero al parecer errada.
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*Historiador, Magíster de la Universidad de Murcia y Candidato a doctor en estudios migratorios Universidad de Granada-España.