Adriana Rocío Gutiérrez Oviedo, la fundadora y gerente de la Agencia de Viajes Majestic Travel, conoció el mar a los 17 años cuando su mamá la llevó a celebrar los 15 a Santa Marta. Antes de ese momento no pudo llevarla, sin embargo, el momento marcó un antes y un después en la vida de Adriana. “Desde mis 13 años comencé a trabajar vendiendo pan en el barrio, chance y me gustaba vender gomitas y chocolatinas en el colegio y la universidad, mientras estudiaba. A mis 17 años mi madre me celebró los 15 años llevándome a Santa Marta y desde ese día me enamoré del mar y del turismo. Le pregunté a mi madre ¿por qué no habíamos ido antes? y ella me contestó que para ella era difícil ahorrar pero que le dijera a la guía que cómo hacía para viajar tanto”.
Adriana habló con la guía turística y ella le contó cómo era y si quería aprender. “Ella me habló cómo era y comencé a usar mi Facebook para promocionar los planes que ella me enviaba y logré llevar un bus, prácticamente solita, al poco tiempo llegué a San Bazar en donde conocí a mi mentora, quien me enseñó sobre el medio. Vendía los viajes con la intención de poder viajar. El voz a voz fue haciendo crecer mis clientes y esto me fue halando al que considero es mi camino. En 2019 renuncio a mi trabajo como docente y decido que quiero dedicarme al turismo, pero llega pandemia. Ese año tuve que trabajar con Atento, vender pijamas, mercados y zapatos por internet lo que me permitió sortear la situación. Cuando termina pandemia decido montar mi empresa, mi propia agencia de viajes, comienzo el trámite y logro tenerla. Lamentablemente tuve que cerrarla ya que tuve inconvenientes con mi expareja a quien le di la oportunidad de trabajar a mi lado, maltrato físico, psicológico y por deudas que para mí y la empresa eran insostenibles, llegando al punto de entrar en el peor círculo que puede caer una persona, los prestadores diarios. En ese momento sentí mucho dolor e impotencia ya que sentía que mi sueño se había terminado, mi autoestima estaba por el piso, estaba mal a nivel físico, mental y económicamente. Sentí que todo por lo que había trabajo había sido en vano, pero siento que todo eso sirvió para que abriera los ojos y me alejara de eso que me estaba haciendo tanto daño y como mujer me impedía avanzar”.
Gracias a Dios, cuenta Adriana, “jamás he estado sola y cuento con el apoyo de quienes para mí son mi segunda familia: Olguita y Gabriel, los padres de Laura, Alejandra y Gabriela a quienes considero mis hermanas y quienes me llenaron de fuerza para continuar, también me ayudaron las voces de aliento de quienes a través de los años me conocen y reconocen la fuerza que hay en mí. Curiosamente por este tiempo y por azares de la vida me reencontré con una persona que en su momento fue muy especial (El amor de mi adolescencia) Didier Ardila, nos alejamos por casi 14 años. Él, viendo todo lo que sucedía a mí alrededor y con las mismas ganas de salir adelante que tengo yo, decidimos que este sueño no podía parar allí, primero comenzamos a ver el trasfondo de la situación, cómo tomar decisiones acertadas, comenzamos un trabajo de mucha paciencia, en el que el mayor propósito era transformar mi vida logrando así cambiar los hábitos que rodeaban mi día a día, debía formar un nuevo carácter, ser más disciplinada, así como reconocer mis fortalezas, mi berraquera, mi temple y mi valor, debía trabajar en mi para eliminar todos las etiquetas que llevaba impuestas por años y como el ave fénix y comenzando nuevamente de cero nace en la sala de mi casa Majestic Travel Agencia de Viajes. En medio de una conversación trascendental, comenzamos a crear el logo, el nombre y los colores que nos representan, durante meses y mientras se lograban pagar las deudas, trabajamos de manera virtual de domingo a domingo y nuestra oficina era los jueves reunidos en la mesa del comedor de la casa de Olguita, y junto a Gabriela que hace parte de nuestro equipo de trabajo buscábamos estrategias que nos ayudaran a darnos a conocer, trabajamos fuertemente hasta que pudimos poner nuestra oficina física, tal cual como la soñamos”.
Adriana nació en Bogotá el 20 de abril de 1991, hija de Benjamín Gutiérrez Rosas, rector del Instituto Isidoro Miranda Morantes, de San José de Miranda Santander. “Quien falleció de covid en 2021 y quien fue un hombre muy respetado por su comunidad pero personas malintencionadas lo acusaron de un delito que no cometió, y quien murió esperando un poco de justicia”. Y de “Edelmira Oviedo Aceros una mujer trabajadora, berraca y quien crio sola a sus tres hijos. En sus últimos años de vida trabajó en oficios varios en La Normal Superior de Piedecuesta, falleció el 24 de julio de 2018 tras 3 meses en coma, debido a un trauma cráneo encefálico producto de un accidente de tránsito. Soy la única hija de los dos, pero por parte de mi padre tengo dos medios hermanos mayores con quienes no tengo comunicación y por parte de mi madre dos medios hermanos menores con quien conviví toda mi vida. Ricardo, de 28 años, con retraso mental leve y depresión y mi hermano Andrés, el menor quien tenía un diagnóstico psiquiátrico, trastorno afectivo bipolar y por ende internado en el Hospital Psiquiátrico San Camilo de donde desapareció hace ya 2 años, hecho que está en investigación. A mis 20 años quedo embarazada, luego de recuperarme de un cáncer (linfoma hodking) con el que luché 3 años y me logré recuperar, mi princesa tiene 13 años y por todas las adversidades que tenía hasta este año 2025 pude volver a vivir con ella, ya que por mi condición económica y el contexto en el que vivía la familia del papá y Comisaría de Familia decidieron que era mejor que viviera con ellos”.

Los primeros estudios de Adriana fueron en Málaga, Santander, “de donde era mi madre y comienzo a estudiar en diferentes colegios, me cambiaban de colegios porque en muchos de ellos me hacían bullyng, entonces mi madre me cambiaba. A mis 11 años mi madre logra un apartamento en Piedecuesta, y estudio de igual manera en varios colegios. Cuando tengo 15 años mi madre decide, junto a mi padre, que lo mejor es que yo fuera a estudiar en San José de Miranda en donde trabajaba mi papá. Mientras estudiaba allí me diagnostican la enfermedad y en ese proceso me tocó dejar de estudiar por la complejidad del linfoma. A los 20 años logro curarme de la enfermedad y retomo mis estudios para eso ya entraba al grado décimo y justo ese año quedo en embarazo. Al terminar mi bachillerato en la Escuela Normal Superior de Piedecuesta mi madre insiste en que haga el ciclo complementario de donde me gradué como normalista superior con énfasis en ciencias naturales lo que me permitió trabajar como docente en algunos colegios, me presento a la UIS para continuar con la licenciatura en ciencias naturales, carrera que suspendí por cuestiones económicas. Al poco tiempo mi madre tiene el accidente de tránsito y me debo hacer cargo de mis hermanos a quienes esta situación hizo empeorar su condición mental”.
La primera experiencia laboral de Adriana fue en una tienda de barrio, haciendo domicilios, “luego trabajé en restaurantes, bares, en tiendas de ropa como Pat Primo, entre otros. La fuerza para no quedarme allí es que nunca me ha gustado que se me limite en horarios y por mis situaciones familiares debía pedir muchos permisos y pues siempre quise tener una buena solvencia económica para demostrar que podía recuperar a mi hija”.
El pasado 27 de marzo en las Superpoderosas 2025, un evento de Corrillos cumplido en Barrancabermeja, fue exaltada, un reconocimiento que Adriana considera “para todas las mujeres que inspiran a diario y luchamos por nuestros sueños. Este año mi puntuación fue 97.3 y aspiro a tener una calificación de 100 / 100 el año que viene. Quiero ganar todos los premios posibles para demostrarles a todas las mujeres que pese a cualquier situación podemos llegar a donde queramos y que no tenemos límites. El privilegio de ser parte de este grupo selecto de mujeres destacadas radica en mi compromiso constante con el crecimiento personal y profesional, a lo largo de mi trayectoria he procurado actuar con responsabilidad, integridad y pasión por lo que hago. Me esfuerzo por ser una líder que inspira desde el ejemplo, que no teme asumir retos, a sobrellevar las situaciones que la vida nos ponga, a comenzar de nuevo las veces que sea necesario, a trabajar con visión, disciplina y constancia. Creo profundamente en el poder de construir comunidad, de apoyar a otras mujeres. Ser reconocida como una de las ‘Superpoderosas’ representa para mí no solo un honor, sino también una oportunidad para seguir generando un impacto positivo en mi entorno y en las mujeres”.

Pese a su juventud Adriana se atreve a recomendar “a todas las mujeres, desde la más pequeña hasta la más adulta, les digo que sigan sus sueños, su intuición, que no le tengan miedo a comenzar y que una vez que encuentras tu pasión, Dios y la vida se encargarán de abrirte caminos, mujeres no duden de sus capacidades, nunca les crean a quienes las quieran apagar y jamás crean en lo negativo que llegue a sus vidas, nosotras debemos creernos el cuento, visualizarlo y trabajar por esa meta a diario. Tomen lo difícil de sus vidas como un aprendizaje, porque todo por más malo que parezca nos está formando y así como el oro debe pasar por fuego para brillar, nosotras debemos pasar por situaciones no tan agradables que nos llevan a transformarnos, no tengan miedo que tarde o temprano en medio de la tormenta sale el sol y nos brinda la luz iluminar nuestras vidas y las de los demás”.
Aunque ya tiene su empresa en la ruta que la pretendía, Adriana reconoce que “mi sueño más grande siempre fue poder recuperar a mi hija y sabía que la mejor manera de lograrlo era demostrando que era capaz de salir adelante, hoy como empresaria puedo decir que he tenido que aprender a sortear todas las adversidades que me ha puesto la vida, mi sacrificio más grande fue aceptar mi realidad y aprender a convivir con ella, a matar mi antiguo yo, y a entender que por todo lo que sucedía a mi alrededor no podía tener la niña, el no poder se madre como hubiese querido me marcó pero si lugar a dudas fue mi motivación para ser quién soy. Por mucho tiempo justifiqué mi consumo de alcohol como pañitos de agua tibia para huir de mi realidad, ser codependiente de otra persona, dejar que influyeran y tomaran decisiones por mí, dejé amistades que solo llevaban a la perdición, dejé el trago y el sedentarismo y lo más importante dejé atrás a la Adriana que se creía todo lo negativo que le decían, por mucho tiempo creí que no era capaz, que no valía y que todo lo que había pasado en mi vida era mi culpa, ahora aprendí a amarme, a darme el valor que me merezco, me alimento mejor, voy al gym y algo súper importante, reviso y evalúo muy bien con qué personas me rodeo y a quiénes dejo ser parte de mi vida”.
Adriana cuenta que “ll que me motiva a seguir adelante es haber descubierto en este camino a una mujer fuerte, valiente y resiliente: a mí misma. Me amo profundamente, y así como he aprendido a valorarme, quiero que muchas otras mujeres también lo hagan. Deseo que aprendan a reconocer su propio poder, a poner límites sanos, y a hacer oídos sordos a las voces que intentan minimizar su luz. Mi mayor motor es mi relación con Dios. Desde que enfrenté el linfoma, él fortaleció una conexión íntima, me da paz, claridad y dirección. Gracias a esa fe, entiendo que no estoy sola, que cada experiencia, incluso la más dolorosa, tiene un propósito. Sueño con ver crecer mi empresa Majestic Travel a nivel nacional, con sucursales en distintas ciudades, no solo para generar empleo, sino para crear una red de apoyo real entre mujeres. Quiero compartir, ayudar e inspirar, especialmente a aquellas que hoy están atravesando momentos difíciles. Quiero decirles que sí, se vale llorar, que no somos débiles por caer, pero que también es valioso levantarse, aunque duela, porque la satisfacción de volver a estar de pie no tiene comparación. Hoy invito a cada mujer a que crea en sí misma, a que abrace su historia, sus heridas, sus sueños y los trabaje con amor. Porque todas tenemos el poder de transformar nuestra historia, porque todas somos mujeres superpoderosas”.