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Lectura: Gestión ambiental en Bucaramanga: lo que no se ve
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Opinión

Gestión ambiental en Bucaramanga: lo que no se ve

La mal llamada "renovación urbana" ha significado la tala de árboles, la impermeabilización del suelo y la desaparición de corredores ecológicos vitales.

CORRILLOS
Última actualización: 2025/05/27 at 8:40 AM
CORRILLOS hace 6 días
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Por: Luis Carlos Heredia Ordóñez/ La historia urbana de Bucaramanga está profundamente marcada por un crecimiento económico acelerado desde mediados del siglo XX. Esta ciudad intermedia, que ha fungido como polo de desarrollo en el nororiente colombiano, experimentó desde la década de 1960 una expansión impulsada más por dinámicas del mercado que por una planificación territorial y ambiental estratégica.

Lo que vemos hoy como una ciudad en constante construcción y urbanización no es más que el reflejo de un modelo de desarrollo centrado en la ganancia económica, pero alejado del concepto de sostenibilidad. El resultado: una ciudad con graves pasivos ambientales que afectan de forma directa e inmediata la calidad de vida de sus habitantes.

El indicador más alarmante de esta crisis es el Índice de Calidad Ambiental Urbana (ICAU), que para Bucaramanga está en un preocupante 20,6%, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Esta cifra pone en evidencia el profundo déficit de zonas verdes, la pérdida de conectividad ecológica y la desarticulación de los sistemas naturales con los sistemas urbanos. En lugar de consolidar parques urbanos con sumideros de carbono efectivos, se construyen plazas duras sin cobertura vegetal.

La mal llamada «renovación urbana» ha significado la tala de árboles, la impermeabilización del suelo y la desaparición de corredores ecológicos vitales.

Esta realidad se ve agravada por una gestión ambiental fragmentada, débil y en muchos casos ineficaz. Bucaramanga, pese a su crecimiento, carece de una autoridad ambiental fuerte y de una política ambiental coherente y aplicada. La Secretaría de Salud, la Subsecretaría Ambiental, la CDMB y la Empresa de Aseo han caído en la inercia institucional: burocracia, falta de liderazgo técnico y ausencia de resultados visibles. Lo ambiental en la ciudad parece haberse reducido a campañas estéticas, siembras simbólicas y publicaciones en redes sociales. Mientras tanto, el deterioro sigue avanzando.

Se siembran plantas ornamentales en separadores viales, en lugar de especies nativas que capturen carbono y generen sombra. Se desarrollan proyectos sin análisis de impacto ambiental serios y sin seguimiento. Peor aún, en muchos sectores se ignora por completo la normatividad ambiental. Y lo más grave: la contratación de profesionales ambientales está ausente o se limita a cargos sin capacidad de decisión. La ciudad no solo pierde calidad de vida, también pierde competitividad frente a ciudades como Medellín, Barranquilla o Cali, que han comenzado procesos de transición ecológica más robustos.

Esta falta de visión ha generado consecuencias concretas: colapsos frecuentes del sistema de alcantarillado, arroyos espontáneos que inundan avenidas principales, derrumbes en zonas urbanas y suburbanas. ¿Qué planeación hay detrás de estas emergencias recurrentes? ¿Dónde están los planes de manejo ambiental exigidos para cada obra de infraestructura? ¿Dónde están los informes de seguimiento? ¿Qué tipo de licencias y con qué rigor se están otorgando?

El caso de los residuos sólidos es otro reflejo de la crisis. Bucaramanga genera cerca de 530 toneladas de basura al día, las cuales terminan en el relleno sanitario El Carrasco, una infraestructura obsoleta, ubicada peligrosamente cerca de zonas habitadas y cuerpos de agua. Pese a múltiples alertas, estudios técnicos y llamados judiciales, no se vislumbra una solución integral. ¿Dónde están los programas serios de separación en la fuente, reducción de residuos, reciclaje, compostaje, aprovechamiento energético? ¿Por qué la ciudadanía aún no tiene acceso masivo a rutas selectivas ni campañas pedagógicas continuas?

La situación empeora con el manejo de riesgos industriales. Bucaramanga y su área metropolitana han sufrido incendios en plantas sin controles adecuados, sin planes de contingencia actualizados ni protocolos ambientales exigentes. Recordemos el caso reciente en Piedecuesta, donde una planta ardió durante horas, contaminando el aire y generando pánico en la población. ¿Qué tipo de licencia tenía? ¿Dónde estaban sus protocolos? ¿Quién supervisó que se cumplieran las condiciones mínimas ambientales y de seguridad industrial?

Es aquí donde vale la pena preguntarse: ¿cuál es el verdadero papel de las autoridades ambientales? ¿Dónde están los resultados de la CDMB bajo la dirección de Juan Carlos Reyes? ¿Qué hace realmente la Subsecretaría Ambiental de Mercedes Velandia más allá de publicaciones en redes? ¿Qué resultados tangibles ha entregado César Camilo Hernández en la Empresa de Aseo frente a los retos de residuos, reciclaje y tratamiento de aguas?

Todo indica que, en lugar de liderar procesos de sostenibilidad y control ambiental, estas instituciones se han limitado a ser vitrinas burocráticas. Se publican fotos, se reparten plántulas en jornadas simbólicas, se hacen campañas sin continuidad y se firma sin rigor técnico. Pero no se actúa de fondo. Y esto tiene consecuencias reales y graves: deterioro ambiental, aumento de enfermedades respiratorias, pérdida de biodiversidad urbana, vulnerabilidad al cambio climático y una ciudad que no se piensa en términos de futuro.

Y entonces no es extraño que Bucaramanga colapse con una lluvia fuerte. No es exagerado decir que en pocos años necesitaremos canoas para transitar la carrera 27 o flotadores para cruzar la carrera 33. No es una metáfora: es una denuncia. Es el resultado de años de abandono, de ignorar el conocimiento técnico, de dejar fuera del debate público a los profesionales ambientales, a las universidades, a las comunidades.

El llamado es urgente y necesario. Bucaramanga necesita un plan maestro de sostenibilidad urbana con metas claras, plazos definidos y control ciudadano. Necesita volver a pensar su relación con el agua, con los árboles, con el suelo. Necesita reconfigurar su estructura urbana para integrar lo ambiental como eje del desarrollo, no como adorno de campaña. Y necesita, sobre todo, líderes valientes, con formación y ética, que no teman tomar decisiones impopulares si son necesarias para garantizar un futuro digno.

Porque la sostenibilidad no es una moda, ni una tendencia de Instagram. Es una necesidad inaplazable. Y hoy Bucaramanga, nuestra ciudad, está en deuda consigo misma.

Es momento de exigir una verdadera gestión ambiental, seria, técnica y comprometida. No más improvisaciones, no más simulacros. Porque el tiempo se acabó y la crisis ya llegó.

…

*Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.

Facebook: Luis Carlos Heredia

Celular: 3154197438

Twitter: @LUISKHeredia

(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor)

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ETIQUETADO: Ambiental, Bucaramanga, Equipo de Columnistas, Luis Carlos Heredia Ordóñez, Política, Urbanismo
CORRILLOS mayo 27, 2025 mayo 23, 2025
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