Por: Fredy Horacio Chinchilla Reyes/ Hay quienes desde sus posturas demuestran el compromiso y el amor que le tienen al lugar que los alberga, su ciudad, su país y existen personas así, claro que las hay, así como aquellos que lo asumen como discurso politiquero y sin el más mínimo asomo de vergüenza se les llena la boca decir que aman la tierra que los acoge y este es precisamente lo que el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández Suárez lo grita como buen gritón que es.
Pues no se dice amar la ciudad y estar involucrado en un gravísimo hecho de corrupción, con su hijo Luis Carlos Hernández como lo es el caso de Vitalogic, en donde quedó en evidencia -y por documento notariado- la comisión (o mejor, coima) de 100 millones de dólares, no se puede decir amar la ciudad y dejar a Metrolínea en una profunda crisis financiera descomunal y al borde de la quiebra.
Quien ama a su ciudad y su país no se involucra en esto y menos insulta, humilla etc., a todo el mundo, y además su capacidad de debate se limita a hacerlo escondido detrás de cámaras o de las redes sociales, pues le hicieron falta pantalones para hacerlo en plaza pública y las pocas veces que lo hizo salió con el rabo entre las piernas, ya que la dinámica de argumentar y enfrentarse al debate cara a cara nunca fue su preferido por que como pudo constatar el burgomaestre se encontró con gente de coraje y bien argumentada para dejarlo sin argumentos y que a lo único que atinaba era señalar sin pruebas de corruptos a quien valientemente lo confrontó.
Amar la ciudad no es sumirla en una crisis comercial y de empleo limitando la llegada de vehículos al centro de la ciudad con un pico y placa realmente absurdo de cuatro dígitos, impactando las ventas de forma dramática, generando el rechazo unánime de este importante sector económico de la ciudad
Amar la ciudad no es contratar dos argentinos dedicados a estructurar (o manipular) las comunicaciones que desde la administración de Rodolfo Hernández Suárez se emitían muy bien libreteadas y repetirlas al mejor estilo de actor de Hollywood, y en este sentido hay que darle gran mérito al que fuera Ministro de propaganda del régimen Nazi de Adolfo Hitler, el genio de la manipulación política y mediática, Joseph Goebbels.
Amar la ciudad no es timar a 40.000 ciudadanos residentes en Bucaramanga con la promesa de 20 mil hogares felices y que al final por incapacidad se convirtió en 20.000 hogares infelices y a lo que sin el más mínimo asomo de vergüenza y decencia se sigue pavoneando como el salvador de la ciudad como supuesto adalid anticorrupción, discurso que ya se empieza a desboronar a pesar de haber logrado llevar a la alcaldía de Bucaramanga al Ingeniero Juan Carlos Cárdenas.
Amar a la ciudad y a Colombia no es someter con golpes, insultos y humillaciones con el desaliñado argumento de no robar, no mentir y no traicionar; tremenda mentira igual que la lógica, ética y estética, que al final no fue ‘ni chicha ni limonada’.
Lo más inverosímil es que, después de esto y muchas otras perlas más, aspira gobernar nuestro país con el mismo discurso chabacán, grosero y balurdo, el cual solo apunta a decir lo que la gente quiere escuchar pero que a la final no es más que eso discurso populista, carreta, ‘física paja’ como lo dicen nuestros abuelos.
Dios nos libre de semejante despropósito que sería un verdadero desastre y que ya la experiencia en Colombia y el mundo ha demostrado que el caudillismo y el mesianismo político es un verdadero peligro y un desastre ya claramente confirmado.
En este caso, la fórmula es la misma, exaltar la emociones y no la racionalidad de los votantes, generar indignación para que se vote por impulso, por rabia y lo lamentable es que después llegarán los lamentos como muchos bumangueses ya sienten una frustración manifiesta y una de estas es el puñal que cerrando esos oscuros cuatros años de gobierno le clava a miles de bumangueses, un impuesto predial que dejará a más de uno ladrándole a la luna o quejándose con el mono de la pila.
Twitter: @fredy_asesor