Por: Fredy Horacio Chinchilla Reyes/ La Constitución de 1991 nos dio a los colombianos una nueva generación de herramientas tanto de derechos como de mecanismos de participación ciudadana para hacerlos cumplir y defender. Además, se destacan el artículo 260 de la Carta Magda y la Ley 136 de 1994 (modificada por la Ley 1551 de 2012) donde los ciudadanos eligen en forma directa presidente y vicepresidente de la República, senadores, representantes, gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y miembros de las juntas administradoras locales.
El artículo 42 de la Ley 1551 de 2012, en lo referente a las Juntas Administradoras Locales, dice:
“En cada una de las comunas o corregimientos habrá una Junta Administradora Local, integrada por no menos de tres (3) ni más de nueve (9) miembros, elegidos por votación popular para períodos de cuatro (4) años que deberán coincidir con el período del alcalde y de los Concejos Municipales”.
Hasta acá la historia es maravillosa pues se establece que la democracia se hace realidad dándole participación a las comunidades y las juntas administradoras locales sin duda la más cercana expresión política de representación de la ciudadanía.
A diferencia del Concejo, la Asamblea o el Congreso, los elegidos en las JAL, representan de forma muy cercana los intereses comunitarios, esas pequeñas causas que no son muy tenidas en cuenta por los gobiernos locales, departamentales o nacionales. Son las juntas administradoras locales el camino para impactar con presencia e inversión de los gobiernos locales, regionales o nacionales de forma positiva y también defender esas localidades que los eligieron.
Pero la realidad de estas corporaciones públicas, en muchos casos y para el asunto especifico de Bucaramanga, poco o nada opera. Aclarando que existen limitadas excepciones y ciertos casos individuales, pues la capacidad de gestión de estos entes poco se materializa en realizaciones con proyectos de impacto positivo y que apunten al desarrollo de sus localidades, es decir, las comunas y corregimientos
Es precisamente el afán de protagonismo y de tomar el hecho de ser elegidos como trofeo para exhibir ante amigos, autoridades y líderes políticos y pavonearse y enaltecer el ego, pero vacío, pues el poco o nulo conocimiento del reto que se les avecina los lleva a desaciertos, infructuosa labor o constantes choques frente a las autoridades administrativas y políticas que tristemente terminarán en nulos o lánguidos resultados para sus comunidades.
Otro aspecto tiene que ver con la personalización, o más bien el afán de intereses personales y dejar de lado la verdadera razón por la que fueron elegidos como ediles, que es como se les denomina a estos servidores públicos que en muchos casos llegan a estos espacios para buscar intereses personales, olvidando que su elección tiene una razón de ser, el servir a la comunidad, gestionar inversión pública y proyectos para su respectiva comuna o corregimiento.
Pero es importante resaltar la labor que de forma individual algunos ediles de Bucaramanga han logrado con importantes y destacadas actuaciones habiendo dejado muy valiosos legados y un sinnúmero de obras y proyectos de indoles social, cultural y de infraestructura que no puedo pasar por alto y muy merecido es el reconocimiento que desde la opinión de este humilde servidor es muy válido hacerlo.
Ediles como Luis Daniel Ramírez Vesga, Luis Jesús Ramírez Pita, Gustavo Herrera Acelas, Isaías Rubiano Suárez, Nelson Mantilla (actual concejal de Bucaramanga) y otros pocos que se han puesto la camiseta, la han sudado y entregado gran parte de su tiempo, sacrificando vida personal y familiar, pero todo por ver a su comunidad con mejores condiciones de vida, pero este esfuerzo muchas veces no es compensado -y no desde lo económico- pero que si debería ser, pues son numerosos los casos en donde estos servidores pasan afugias económicas y lo más injusto, no reciben ningún tipo de remuneración por tan titánica labor.
Bucaramanga cuenta con 17 comunas y tres corregimientos y en cada una de estas divisiones políticas de la ciudad se eligen siete ediles, actualmente fueron elegidos menos de los 140 que debieron ser elegidos, pues por desacertadas decisiones de la Registraduría Municipal o en otros casos por la voluntad popular que castigo la pobre labor de sus ediles como el caso de las Comunas 3 y 16 donde se impuso el voto en blanco, esto demuestra que el voto en blanco si funciona y es un voto castigo.
La reflexión que debe quedar muy clara es que ser elegido edil no es un trofeo para exhibir, es una vocación de servicio y no una plataforma para intereses personales o ser la vedette política en época de elecciones a políticos desesperados por los votos que estos baluartes de la democracia representan. Los buenos ediles no entran en la degradación de la política y mucho menos de la democracia, tan sagrada y que debe ser respetada y no prostituida por muchos de esos mezquinos intereses personales y politiqueros.