Por: Alfonso Prieto García/ No hay más mal que afecte a una ciudad territorialmente, que el desorden urbano provocado por la pésima administración del uso del suelo; inconcebible que se le permita el asentamiento territorial a proyectos individuales, sin que resuelvan las demandas de movilidad, parqueo, seguridad y maniobra en la ciudad, cumpliendo con solo el primer requisito de trámite, de acuerdo al reformado y no aplicado plan de ordenamiento territorial, sin garantizar los derechos a sus vecinos moradores, peatones, amoblamiento urbano incompleto, al punto de sobrecargar la poca capacidad de su malla vial, agravada con un sistema de transporte masivo que no adicionó un metro nuevo al inventario vial, pero si obstaculiza y desmejora el desplazamiento de los demás medios de transporte por su intermitente movimiento entre su carril exclusivo y la necesidad de abandonarlo por su mal trazado, para operaciones que invaden el derecho a la movilidad de los demás.
Qué decir de la autorización para el asentamiento y operación de instituciones que como entidades oficiales y privadas se siembran en áreas, nada dispuestas ni dotadas de forma técnica para recibir usuarios, creando nudos de movilidad, amén de instituciones del estado que sin contar con el rigor en trámites de licencias para construir o adecuar para su funcionamiento, ni cumplimiento de requisitos mínimos de parque o acceso , a propósito de la necesidad del distanciamiento personal por pandemia, con pocos espacios de interacción peatonal y vehicular, agravándose con la desmedida política de ciclovías en zonas limitadas de malla rodante, caso patético de su trazado sobre la calle treinta y tres carrera 15; cuanto desatino en una ciudad, sin una verdadera planeación urbana. Sumemos a la mal llevada usanza del espacio público, actividades en la vía como talleres, vendedores, mendicantes, artistas de calle, publicidades móviles peatonales, limpia vidrios, calibradores rústicos de llantas, vendedores estacionarios, delincuencia habitual, pregoneros, y en general oficios que invaden la malla vial urbana.
Cómo puede ser que se autorice el uso de vivienda en zonas residenciales para actividades estatales incluidas instalaciones de seguridad, fuerza pública entre otras, cuando estas demandan estrategias avanzadas de aislamiento que provocan cierres de vías en una ciudad carente de ellas, obligando el desvío y búsqueda de rutas alternas en un laberinto escaso de opciones, con fenómenos como la competencia automovilística de ambulancias que raudas compiten para sus clientes así sólo una lo logre; motociclistas que solo piensan en desplazarse raudos a sus destinos, sin importar los riesgos y las incomodidades a los demás usuarios. Como no creer en la desmejora de condiciones que posicionaban a Bucaramanga como la ciudad bonita, convertida en una tortura para estudiar, trabajar o vivir en una zona metropolitana que su capital sólo llegan a los 600.000 habitantes y una población flotante de municipios aledaños que desempeñan sus labores en Bucaramanga y alcanzan sumadas-cifras de más de 1.100.000 necesidades de movilidad, sin incluir la población que se desplaza de otros municipios, ni la que transita hacia otras latitudes, aprovechando la condición de ciudad intermedia[de paso], para pernoctar, negociar o disfrutar su permanencia.
La pregunta es: ¿Cuál es el modelo renovado de ciudad que propone la administración y su junta directiva, (Concejo de Bucaramanga) para optimizar su espacio, atacar su condición conurbada y proponer una convivencia de centros productivos de chimenea blanca, de confirmar las categorías y usos adecuados de suelos, advertir la transformación de condición extensiva como intensiva de vivienda, clasificar, reubicar labores productivas en áreas no permitidas y proponer un verdadero plan de contingencia que ordene la ciudad en beneficio de sus residentes? Creo que no se ha atenuado el caos, por el contrario, por emular desarrollo urbano ejemplarizante, se ha agravado la convivencia y perdido la buena condición de ciudad del ayer.
Nuestra ciudad requiere un verdadero ordenamiento territorial no solo que defina el uso del suelo, sino se establezca a semejanza de la disponibilidad de servicios públicos para la construcción, la disponibilidad de vías, parqueaderos suficientes, cumplimiento de lo regulado sobre el uso del espacio público, servicios especiales de baños en lugares estratégicos manejados por comunidades organizadas sin empleo, aprovechamiento de áreas subterráneas o lindantes de parque, islas y bahías para facilitar parqueo transitorio con adecuaciones que no obstaculicen el tráfico, áreas especiales de exposición de artes y en general un verdadero uso y aprovechamiento del suelo.
*Economista, Magister en Administración de Empresas, exconcejal de Bucaramanga, exdirector seccional UCC Bucaramanga, Asesor nacional de calidad UCC, Investigador Colciencias y Asesor de proyectos.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).