Por: Hugo Hernando Bernal Vallejo/ La semiótica cultural es conjunto de símbolos creado por individuos de una cultura. Un lenguaje que interrelaciona los miembros de dicha cultura; desarrolla su cognición y define sus ideales. La semiótica cultural es básicamente la relación entre el lenguaje y la cultura.
El lenguaje es sin lugar a duras un fenómeno cultural. Las comunicaciones lingüísticas requieren de la intencionalidad del individuo pensante para comunicarse a través de los símbolos establecidos por la cultura que lo rodea. Es un proceso creativo constante que promueve el crecimiento cognitivo y cultural a través de las generaciones. Ya que este no se limita a un conocimiento gramatical, sino al conocimiento de un contexto que se materializa en diferentes convenciones sociales.
El lenguaje es una forma de comunicación inherente a cada miembro de la sociedad. A partir del lenguaje analizamos la cultura del miembro, de la comunidad, de su relación con Dios; con el cosmos, con el otro y consigo mismo.
Comunicarse a través del lenguaje es una necesidad del individuo. Un derecho al que todo ser humano debe tener derecho. Porque hablar, expresarse u opinar son necesidades básicas.
La libertad de hablar o de expresión se reconoce como un derecho humano en virtud del artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos .
No se puede reprimir el derecho a expresar y difundir, buscar, recibir y compartir información e ideas. El lenguaje se debe comunicar sin miedo, sin ser cuestionado por terceros y menos por la autoridad.
A cada individuo se le debe respetar el derecho a la libertad de opinión y de expresión. El derecho a la libertad de mantener opiniones sin interferencia de buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de comunicación radio, prensa, televisión o redes sociales.
Para ejercer el derecho de expresarse o de opinar, que, en palabras más castizas, es el derecho de usar el lenguaje o decir lo que pienso, deben tenerse en cuenta los elementos del proceso de comunicación. Porque una cosa es que exista un derecho que lo legitime (Artículo 20 C. Política) a opinar y expresarse garantizando esa libertad jurídica y otra es el libertinaje, que constituye un abuso del derecho para opinar o expresarse.
Para exteriorizar lo que pienso en forma hablada o por escrito, hay que tener en cuenta los tres elementos principales del proceso comunicativo: 1. El emisor, 2. El receptor, 3. La interpretación del mensaje y 4. El canal de comunicación.
El emisor
El emisor es el que hace uso del lenguaje y emite el mensaje o texto. Es lógico entender que la calidad del mensaje depende de sus condiciones. Por tal motivo, lo mínimo que hay que considerar de El emisor, es su formación y experiencia.
El receptor
El otro elemento del proceso comunicativo es el receptor, es quien recibe el mensaje. Es importante que quien reciba el mensaje lo entienda y esa comprensión debe ser analítica, no se trata de tragar entero y exigir del emisor un fundamento argumentativo o evidencia de lo que quiere manifestar con el mensaje.
La interpretación del mensaje
Es importante conocer las palabras que forman las frases, los párrafos y estos textos o argumentos, que en el fondo contienen el mensaje que debe ser interpretado por el receptor. Se requieren condiciones mínimas de formación y experiencia para evitar un subjetivismo o parcialidad y lograr la objetividad del mensaje. Esto lo estudia el círculo hermenéutico de Hans Gadamer.
El canal de comunicación
El canal de comunicación es el medio físico por donde se transmite el mensaje del emisor hacia el receptor. Sea este lenguaje verbal, escrito, el teléfono, el celular, el correo electrónico, WhatsApp, la voz, etc.
Ahora, con el pretexto de su derecho a opinar y a expresarse, cualquier persona hace use del celular, manda un mensaje o hace un video y comenta sobre temas de los cuales no tienen conocimiento alguno. Y si acaso conocen, utilizan su saber para intencionalmente parcializar el grupo. Siempre me he preguntado quien les ha dado la autoridad a estos “personajes” para hacer eso. Hoy lo que hay es libertinaje o abuso del derecho a opinar o a expresarse afectando a personas naturales o jurídicas.
Para mí el chisme se tecnificó y eso es como quitarle las plumas a un pollo, pero, ¿cómo se va a hacer para pegar esas plumas después de que se verifique que el mensaje no tiene valor alguno si no que son solo el producto de pasiones bajas y mentes perversas?
En redes sociales como el WhatsApp, Instagram, Twitter y otros se volvieron verdaderas armas tecnológicas y al no haber la posibilidad de retroalimentación es imposible controlar el mensaje por parte del emisor y no se puede comprobar si fue recibido e interpretado de forma adecuada por el receptor. Subjetivismo a ultranza.
Mi conclusión es que no estamos preparados para utilizar el lenguaje. Es claro que lo que pensamos pasa rápidamente al exterior, sin importar las consecuencias o buscando una consecuencia de perjudicar. Y con el internet y las redes sociales, es como darle un arma a un niño, porque el celular para la gente es como un juguete.
Uno puede opinar o expresar, pero tampoco puede opinar cualquier cosa, sin información o fundamento. Aquí hay una responsabilidad, uno tiene que ser responsable con lo que dice o expresa.
El ambiente en las redes sociales, es cada vez más agresivo e insultante.
Por último, el derecho a opinar o a expresar que tenemos todos los seres humanos, no implica el deber de escucharlo o leerlo, es potestativo si lo leo o escucho o simplemente lo mando al basurero, donde la mayoría de mensajes de las redes sociales deberían estar.
*Abogado, poeta e investigador cultural.