La tensión se concentra en la aldea de Kok-Tash en la región occidental de Batken de Kirguistán, fronteriza con Tayikistán. Cerca de allí se encuentra la instalación de suministro de agua que ambas naciones disputan. Además, los dos países han reclamado el área como propia desde hace décadas, cuando eran parte de la Unión Soviética.
Pero un nuevo hecho fue el que despertó la nueva escalada militar, aunque las partes se culpan una a otra.
La tensión se desató el pasado miércoles 28 de abril cuando los funcionarios tayikos intentaron instalar cámaras de vigilancia para monitorear la instalación de suministro de agua en medio de las tensiones por la distribución del líquido. Los residentes de Kirguistán se opusieron a la medida y los ciudadanos de ambos países comenzaron a lanzarse piedras.
Luego entraron los militares y allí fue cuando las confrontaciones escalaron. Por un lado, el servicio kirguís que cubre la frontera sostiene que las tropas de Tayikistán utilizaron un helicóptero, lanzaron morteros a varios de sus puestos de control y le prendieron fuego a uno. Según la oficina, en represalia Kirguistán se apoderó de un puesto fronterizo que era custodiado por los militares tayikos.
Los enfrentamientos se mantuvieron durante la mayor parte del jueves 29 de abril y la escalada de la violencia obligó a que más de 7.000 kirguises fueran evacuados de los pueblos que vecinos a la frontera con Tayikistán.
Además, se calcula que los combates dejaron al menos 40 muertos y casi 200 heridos. Por un lado, el viceministro de salud de Kirguistán, Jalalidin Rakhmatullayev, le aseguró a la agencia de noticias Interfax que 31 kirguises fallecieron y que otros 154 resultaron heridos.
Por otro lado, los funcionarios locales de la ciudad de Isfara, en Tayikistán, que se encuentra cerca de la zona de los enfrentamientos, informaron que ocho de sus compatriotas murieron y que hubo 30 heridos.
Rusia apoya el cese al fuego
Mientras las hostilidades continuaban en la frontera, los líderes hablaban telefónicamente para intentar desescalar el conflicto. Finalmente, en la noche del jueves, el presidente de Kirguistán, Sadyr Japarov, y su homólogo tayiko, Emomali Rahmon, pactaron un cese al fuego. Los mandatarios aceptaron retirar sus tropas de la frontera.
«Los jefes de estado discutieron medidas para reducir la situación lo más rápido posible en la frontera entre Kirguistán y Tayikistán», dijo la oficina del presidente Japarov, después de su diálogo con Rahmon.
Esta es la nueva conversación de las múltiples que han intentado tener los dos países para ponerle fin a la controversia.
Funcionarios locales sostuvieron que la paz no duró mucho. “A la 1:00 a.m. (del viernes), la situación en el distrito de Leilek de la provincia de Batken se volvió a intensificarse. Los guardias fronterizos están involucrados en un intenso intercambio de disparos”, sostuvo a Interfax Damira Yusupova, portavoz del Ministerio del Interior de la provincia de Batken.
Sin embargo, luego oficiales kirguises afirmaron que sí se estaba evidenciando la tregua con los militares de Tayikistán.
Por otro lado, Rusia instó a los dos países a que negocien un acuerdo duradero. Su postura tiene mucho peso pues además de los nexos históricos, Moscú conserva bases militares en ambos territorios y el Kremlin domina la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva a la que pertenecen Kirguistán y Tayikistán.
De hecho, cuando estallaron los enfrentamientos, el secretario del Consejo de Seguridad de Kirguistán estaba en Dushanbe, la capital de Tayikistán, para asistir a una reunión del bloque de seguridad liderado por Rusia.