Por: César Camilo Hernández Hernández/ Somos más los verdaderos colombianos que deseamos un país justo, equitativo e incluyente, los que creen en un replanteamiento del equilibrio de poderes cumpliendo la consigna de la constitución de 1991, ratificando a Colombia como un estado social con el balance compensado de los poderes, condensando las relaciones de los grupos del estado según sus necesidades y beneplácitos.
Es claro y visible que el pueblo ya siente los abusos del poder que durante años han golpeado las clases sociales, la desviación de recursos, las inversiones deficientes, la falta de priorización, la corrupción billonaria y en general un desgobierno desde las instituciones; que son algunas de las causas del descontento en la base de la pirámide social.
No se puede ser ajeno a la realidad económica y social del mayor porcentaje de colombianos. El desequilibrio en la distribución de riqueza y la inversión en la nación, ha generado una disfunción estructural que se ve replicada en todos sectores de la sociedad, alcanzando los mayores estados de pobreza extrema, falta de oportunidades y un futuro rodeado de incertidumbres.
Somos más los compatriotas que reprochamos la gestión de una gran parte de gobernantes que se les olvida que fueron elegidos para servir para todos y no para unos pocos, que las clases sociales deben ser permeadas y tratadas de igual forma, que las leyes y políticas son en beneficio común no particular, que son quienes deben generar unidad, consenso y progreso.
La indolencia del gobierno y las acciones en contra de una sociedad maltratada, ha levantado el clamor del pueblo en una sola voz asintiendo el rechazo de un país sin orbita, siendo el derecho a la manifestación un deber de todo colombiano para proliferar su desacuerdo; pero ésta protesta se debe realizar dentro del marco de la ley en un contexto pacifico y humanitario.
Somos más los ciudadanos que evocamos en la marcha las palabras de Luis Carlos Galán, «Cuarenta años de violencia casi continua, a veces volcánica, sanguinaria y generalizada (…) nos han enseñado que la intransigencia y el fanatismo solo conducen al dolor y la frustración», la protesta social debe ser contundente, vociferante, pero respetuosa con el ciudadano, el bien publico y privado.
La lucha y el cambio debe estar fuera del alcance de una corriente extrema, la acciones desde las partes deben ser sopesadas desde el contexto que afirmaba Aristóteles, “la virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”.
Somos más los coterráneos que necesitamos y exigimos gobiernos que escuchen a su pueblo, que gobiernen con sensatez y pongan como prioridad a la sociedad. El desarrollo y crecimiento de un país se da con la aceptación del ciudadano, fruto de una estabilidad laboral, un bienestar común y el mejoramiento de su calidad de vida.
Estoy convencido que somos más los verdaderos colombianos conscientes de que cada uno tiene un rol por cumplir en pro de la nación, empezando por ser buenos seres humanos, ciudadanos de bien dentro de derechos y deberes, trabajadores honrados y pujantes, empresarios responsables y justos, pero necesitamos gobiernos abiertos, vinculantes y resilientes que promuevan conectividad con su gente.
Somos más lo que creemos que en Colombia esta la solución, país rico de nacimiento en biodiversidad, mares, clase trabajadora, donde exigimos una redistribución de beneficios y obligaciones, una trasparente y efectiva inversión en las regiones, una mirada al ciudadano de pie sobre sus necesidades y desafíos, un nuevo norte para el país.
Somos más los verdaderos colombianos que queremos, anhelamos y necesitamos una mejor Colombia.
*Ingeniero Industrial, Especialista en Gerencia de Proyectos y Magister en Administración.
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