Por: Gustavo Herrera Acelas/ El primer comportamiento natural del ser humano es llorar cuando respira por su propia cuenta y le fastidia la luz al nacer. Somos seres naturalmente rebeldes e inconformes, es un instinto de subsistencia, porque es la única forma que se tiene para exigir los derechos. coartarlos es una forma de suicidio a la libertad de expresión y uno de los elementos de dictadura absoluta. La protesta es uno de los derechos más importantes de cualquier democracia. Si los ciudadanos no tenemos garantizado nuestro derecho a protestar, entonces nuestros demás derechos estarían en serio peligro, pues no habría forma de reclamar frente a los atropellos sufridos ni de demandar nuevos derechos.
la protesta no es un derecho cualquiera, sino que debe ser considerado el primer derecho, por cuanto es aquel que “nos permite mantener vivos los demás derechos”.
El artículo 37 de nuestra Constitución consagra este derecho, en los siguientes términos: «Toda parte del pueblo, puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Esto significa que solo la protesta pacífica goza de protección constitucional.
Uno puede discutir si la gente tiene razón o no en que la protesta sea un medio idóneo para exigir nuestros derechos, pero es el más expedito, para mí el primer derecho, pues existen otros que tienen un estatus y una función semejantes, como los derechos fundamentales de primer orden el de acceso a la justicia o de ciudadanía. Pero independientemente de esa discusión, la protesta es uno de los derechos más importantes de cualquier democracia, de este se derivan los demás. Además, la democracia se marchitaría, pues las protestas la dinamizan y revitalizan, ya que permiten que las insatisfacciones ciudadanas y las esperanzas de futuros mejores se expresen y que, de esa manera, los conflictos sociales puedan ser tramitados pacíficamente.
Estos días a pesar del temor del contagio de la pandemia miles de colombianos, han salido a protestar. Las razones sobran: este Gobierno junto a la pandemia está haciendo colapsar la economía, no protege adecuadamente a los líderes sociales, ha deteriorado torpemente nuestras relaciones internacionales, la seguridad, las fuentes de empleo y preserva los privilegios tributarios de los poderosos entre otras.
Pero la protesta tiene límites e implica responsabilidades, tanto de quienes protestan como de las autoridades. Cuando los manifestantes tienen garantizado su derecho a expresarse pacíficamente, las protestas no deben ser excusa para acciones violentas ni la oportunidad para el vandalismo. Una de las mejores pruebas de que estamos frente a una democracia genuina es entonces que el Gobierno garantice ampliamente el derecho de sus ciudadanos a protestar y expresar sus insatisfacciones, en especial si es contra el propio Gobierno. Y que sea capaz de escuchar esas voces disidentes y plurales de las calles y haga esfuerzos genuinos por canalizar sus demandas.
Por eso indignan a cualquier demócrata aquellos gobiernos que reprimen desproporcionadamente las protestas sociales, sin importar si se autoproclaman de izquierda, como Venezuela o Nicaragua, o de derecha, como el actual gobierno chileno. Y también indigna la forma como el Gobierno ha estigmatizado el paro nacional, argumentando, sin pruebas, que estaría infiltrado por terroristas. Exactamente la misma excusa que usan Maduro y Ortega para reprimir con violencia las manifestaciones en su contra.
La política colombiana da un vuelco sin precedentes. El presidente Iván Duque, anunció este domingo que retiraba la reforma tributaria, después de cuatro días de fuertes protestas callejeras. Duque, que había pedido consensuar con todos los actores políticos una reforma necesaria, entierra así el que iba a ser su proyecto estrella del final de su mandato.
El pasado sábado en una alocución a todo el país, había ordenado al Ejército patrullar las calles para contener los actos de vandalismo que habían derivado de unas protestas que son mayormente pacíficas, un despropósito del mandatario y lo digo como ex militar, el ejercito es una fuerza letal, está entrenado para matar, no para persuadir esto recibió un aluvión de críticas. Muchos temíamos que el asunto acabara en un derramamiento de sangre. La tensión en las calles se había disparado desde el viernes.
En varias ciudades las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar multitudes. En el caso regional la gente en su mayoría jóvenes no acató las medidas del Gobernador de toque de queda, la desobediencia civil fue evidente y las autoridades no tuvieron la capacidad de reacción para controlarla.
El volantazo de Duque supone un giro de guion y más perdida de su poca credibilidad. El presidente que seguía dispuesto a arriesgar parte de su desgastado capital político para sacar adelante en el Congreso una medida que, sin duda, iba a generar muchas críticas, lo que recibió fue el rechazo de su propio y otros partidos aliados, no solo los de la oposición, independientes con los que a menudo había tejido alianzas como el expresidente César Gaviria, jefe del partido Liberal, o el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, que la consideraba “un verdadero despropósito nacional”.
Incluso de su mentor Álvaro Uribe, el político más influyente de la historia reciente de Colombia quien la consideraba inoportuna, sobre todo electoralmente, sobre todo para su partido, el Centro Democrático. Una encuesta reciente (Polimétrica, de Cifras & Conceptos) señala que el 82% de los colombianos no votarían por los congresistas que apoyaran la subida de impuestos. Duque no tardó ni 16 horas en aparecer en el mismo escenario, para anunciar que claudicaba.
“Le solicito al Congreso de la república el retiro del proyecto radicado por el ministerio de Hacienda y tramitar de manera urgente un nuevo proyecto fruto de los consensos y así evitar la incertidumbre financiera, lo cierto es que es un triunfo de la manifestación ciudadana, lo que realmente se requiere es un consenso nacional para la elaboración de un documento fiscal que sea equitativo y de equilibrio económico para el país.
Se cumplió la frase del caudillo Jorge Eliecer Gaitán Ayala “El pueblo es superior a sus dirigentes”.
“El que almuerza con la soberbia cena con la vergüenza.” “Ya tenemos la independencia, General, ahora díganos que hacemos con ella.” Frases el libro el General en su laberinto del gran Gabo hoy muy aplicables a nuestro Presidente.
*Dirigente comunal, artista y consultor de marketing
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