Por: Óscar Prada/ Resuena con preocupación, las voces vehementes de distintos sectores de la sociedad sin consenso; no obstante, lo anterior es una pequeña dosis de cuan frustrante puede ser la lectura de una situación tan compleja, desde el onanismo de cada una de las numerosas orillas que configuran el actual acaecer. ¿Se requerirá entonces una radiografía nacional? Pero, ¿existen métodos para examinar el interior social de una nación?
Remembrando la doctrina del derecho, es entendido que, para garantizar la efectividad y aplicabilidad de un compendio de leyes, es imprescindible recurrir a las fuentes reales del derecho las cuales son: 1) El medio social-naturaleza social. 2) El medio físico-naturaleza física. Y 3) La estructura psico-física, naturaleza humana. En síntesis, la anterior tripleta está contenida en las aspiraciones, convicciones e ideales, de la denominada conciencia colectiva.
Es posible que el anterior parágrafo suene engorroso y complicado. Clarificar el querer de la conciencia colectiva, es sumamente contrario a realizar un análisis rápido basado en un entorno altamente limitado y parcial; una lectura a vuelo de pájaro del acontecer nacional para encontrar la verdad, es tan semejante como aquel que recurre al galeno por un dolor estomacal y el profesional le formulase un antiparasitario, para luego de un tiempo descubrir que se trataba de un cáncer terminal al ver fallecido a su paciente.
La analogía previamente expuesta, se ajusta con alarmante perfección, del por qué de los infructíferos intentos para apaciguar la situación. Tal como sucede al momento de ordenar un tratamiento suministrado sin un examen previo, donde hasta los mejores fármacos se convierten en inútiles pócimas.
¿Qué busca el autor del texto?, ¿tiene algún sentido comparar a la nación como aquel paciente mal diagnosticado?; la respuesta está en tu corazón, el anterior adagio de la generación millennial-promovido por las redes sociales cuando existe una situación sin explicación sencilla-, no resulta obsoleto del todo. A continuación, se abordará de las causas que vinculan la individualidad de nuestro querer que habitan nuestro corazón, con la conciencia colectiva.
La sociología, la antropología y las afines ciencias sociales, se materializan como aquel radiólogo, que, por medio de los datos estadísticos intrincados de la sociedad, realiza una adecuada lectura del acontecer social, concluyendo que el dolor estomacal no es una simple inconformidad, sino algo más grave que no puede leerse a simple vista con percibir el semblante del aquejado, sino desde el análisis de un examen sofisticado que permita ver el interior de nuestro ser individual y social.
Consecuentemente, cabe preguntarnos si la sola la existencia del Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE-, ¿es suficiente para proporcionar una radiografía social acertada? Muy posiblemente la respuesta del anterior cuestionamiento sea negativa, a raíz de la subestimación de las ciencias sociales como parte activa de la solución, y el suponer que la mera recopilación de datos estadísticos es suficiente para una lectura adecuada para cumplir el cometido de proyectar los servicios públicos de los asentamientos urbanos y rurales.
Trayendo del inclemente baúl del olvido nacional, la magistral labor de la antropóloga y socióloga santandereana Virginia Gutiérrez de Pineda-la protagonista de la edición reciente del billete de 10.000 pesos-se perfila a hoy como una lectura adecuada para la comprensión de la sociedad colombiana aun en nuestros días .La ardua tarea de la que se hace mención, al día de hoy no ha sido superada por ningún otro estudio reciente en materia de familia en Colombia; la doctora Pineda dedico gran parte de su vida en recopilar, cotejar y relacionar datos de índole socioeconómico, sociodemográfico, político, orográfico; convirtiendo sus estudios en colosales empresas de descomunal dimensión. La protagonista de esta proeza sin precedente alguno afirmaba que la simple recopilación de datos de manera aislada, no arroja correlaciones certeras que ayuden a la comprensión de los fenómenos sociales; sino por el contrario pueden de alguna manera nublar el panorama.
Los estudios de Virginia Gutiérrez de Pineda, son a hoy una referencia obligada para todo aquel que emprenda estudios acerca de la composición de la familia y sociedad en Colombia.; en concordancia los magníficos estudios realizados por la antropóloga santandereana, dilucidaron y pusieron al descubierto muchas situaciones y problemáticas del corazón de la sociedad colombiana que fueron desconocidas por la misma sociedad viviente; y encaminaron a adecuar y enfocar los primeros vestigios políticas públicas, con base en estudios científicos serios en defensa del tejido social colombiano como lo es la comprensión de las diversas composiciones de familia y sociedad en Colombia.
Al rememorar los estudios de la susodicha antropóloga y socióloga obsta de lamentar su ausencia; sino todo lo contrario; el cometido de rememorar el mencionado estudio es resaltar la importancia de las ciencias sociales aplicadas a la identificación de los fenómenos sociales de alta complejidad, como el que acontece en Colombia. Desafortunadamente la analogía y la réplica de políticas aplicadas en países de vieja data y tradición denominados del primer mundo, imprimen una falsa confianza y optimismo derivado de sus propios éxitos de manera narcisa y soberbia a los mal llamados países tercermundistas –denominación aplicada para Colombia-, actuando como verdaderos factores coercitivos para la aplicación de dichas políticas a sus subordinados. En síntesis, el emplear políticas estatales provenientes de países extranjeros, se compara a realizar un diagnóstico clínico, con base a los resultados de exámenes de personas ajenas a la afectada.
Los países que han pasado por una situación como la que acontece actualmente en Colombia, perciben sus propias semejanzas sociales y las relacionan por ende con el suceder de sus propias experiencias; se equipara tanto como si dos personas tuviesen fiebre y se afirmara que esta fuese del mismo origen y se tratase con la misma formulación para ambas. En realidad, el ordenamiento jurídico de un país es particular, se realiza en concordancia con la conciencia colectiva-mencionada al principio del escrito-; sin embargo, la legislación colombiana prescinde de las ciencias sociales, realizando de manera reiterada lecturas premeditadas, producto de la libido preelectoral, ignorando las diversas radiografías nacionales que se requieren para su correcta lectura; lo cual conforma una vergonzosa oda a la ignorancia.
Conforme al parágrafo previo, la mencionada ignorancia supina-por parte del Estado- sobrepasa el límite de lo absurdo. El país requiere un diagnostico social exhaustivo para descubrir las verdaderas raíces de sus problemas internos; no obstante, las orillas opuestas hacen su propio diagnostico satanizando de manera estereotipada, despectiva y mordaz a su par contrario, desde la comodidad de su ego prejuicioso, el cual nubla cualquier vestigio de razón empeorando la situación y escalando exponencialmente el nivel de hostilidad entre las partes. Es necesario encaminar políticas estatales que fortalezcan la investigación detallada de los innumerables fenómenos sociales que acontecen en el país para así focalizar la elaboración, estudio de las leyes y el gasto estatal a las raíces reales que originan los problemas del país; de lo contrario suponer la planeación nacional dándole supremacía a la bestialidad, es semejante a arrojar a la basura el dinero de los contribuyentes en acciones ineficaces, siendo lo último un sinónimo de verdadera transgresión de lesa humanidad.
Es quizás justificable que el vulgo ignore de los principios previamente mencionados como requisitos para un análisis social correcto y se deje llevar por el prejuicio acalorado de las masas, teniendo en cuenta la irrisoria inversión estatal en el rublo educativo; pero es inconcebible que el aparato gubernativo prescinda de los mismos principios materiales del derecho y las ciencias afines para actuar con “legitima convicción” en procura el bien común. ¿El realizar un diagnóstico social serio es poco conveniente para los detentadores del poder? ¿El motivo que aqueja a la sociedad colombiana será una caída accidental? O más bien, ¿será una grave lesión autoinfligida? Sería vergonzoso descubrir que el causante de la sangre sea el mismo que dice procurar detener su derramamiento, ¿ustedes que opinan?
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*Ingeniero Civil, estudiante de Derecho.
Twitter: @OscarPrada12