Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Los últimos años se ha visto una sociedad en decadencia, pero este escrito no pretende llevar la culpa hacia ningún extremo, creencia o ideología social, sino poder ver esa decadencia desde el compromiso y la corresponsabilidad que cada una de las personas que hacen parte de la sociedad tiene y que se obvia al pensar en el número de oportunidades y capacidades que cada miembro de la comunidad tiene o está a su alcance, porque básicamente hay una parte de la población que ha considerado esperar que todo suceda y otra parte, hacer que las cosas sucedan, así que este será el centro del escrito.
Se define y caracteriza la población desde sus diferentes matices y contextos, una realidad construida por el número de años de vida que cada persona tiene, pero llevado a la realidad es difícil tenerlo, se olvida lo mucho que algunos han sufrido, la violencia a la que han sido expuestos, la desigualdad social construida por los interés individuales y todo lo anterior haciendo referencia a la forma como en masa hemos construido algunas respuestas sociales a las situaciones que vienen surgiendo en las últimos décadas; es sorprendente ver la reacción de esta generación para defender sus derechos, como se han familiarizado con la realidad de otros y su interés individual pasa a un segundo plano; sin embargo, se dudaba del Covid-19 cuando apenas unas pequeñas cifras se asomaban y ahora, que las pérdidas son numerosas, si se racionaliza.
Es admirable, aún más, cuando todo está en contra, cuando no hay oportunidades a la vista, cuando el sol no brilla, cuando escasea el trabajo, cuando la necesidad abunda, porque quienes deciden soltar el peso del dolor y permitir que ese dolor, sea el impulso de vida y su luz irradie a su alrededor; ellos son, quienes permiten que la consciencia los visite, además, de que la noción del futuro no está lejos de su realidad, del pensamiento que a diario llega a sus mentes y ese es el punto, parece que los retos de la vida hacen que se corra tanto, que cuando se llega al futuro, no se tiene la conciencia de lo que ha pasado y empieza la frustración a hacer de las suyas.
¿Realidad e identidad colectiva?
Dicho esto, cada matiz y contexto personal define la visión de vida de cada individuo y olvidando la culpa, es necesario que esta palabra sea reemplazada por responsabilidad; porque la culpa solo invita al dolor y al vacío existencial; la responsabilidad hace que se deje de ver algo oscuro y se encienda la luz.
Ya que, con la luz a favor, la histeria solo pasa a un plano donde el vacío cultural cimentado en el dolor de las colectividades pierde las condiciones socioculturales que le daban sentido.
Una sociedad arraigada al dolor, al dolor del libertador, de una historia que para generar cambios la guerra debe ser el arma y mucho se ha dicho, pero la consideración e implicación sigue obviándose y somos todos responsables de esto, algunos por no decir, otro por decir de demás, porque nunca se está conforme, incluso cuando la histeria nos enferma; insistimos en responsabilizar al otro, al presidente, al concejal, al vecino, pero nunca en primer lugar porque ese es el camino más fácil.
Un camino que pocos encuentran, porque pocos desean labrarlo.
¿Cuál es el camino que como sociedad hemos construido durante los últimos años?
El camino que elijas es tu total responsabilidad, eso seguramente vendrá cargado de dolor, amargura y tristeza, pero eres tú quien decir hacer que la historia sea contada desde los dos lados de la moneda, desde lo justo y lo injusto, desde la igualdad y la desigualdad, desde el dolor y la alegría, porque este es el compromiso diario que se tiene, un compromiso que va más allá de una cultura, un compromiso con la construcción de sociedad saludables, justas y en paz.
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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