El plan de infraestructura propuesto por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, apenas necesitaba una mayoría simple para ser aprobado. Sin embargo, recibió el escaso respaldo de algunos republicanos.
Tras meses de negociaciones entre demócratas y republicanos, el proyecto recibió 69 votos a favor y 30 en contra en la Cámara Alta, en una victoria para el mandatario, empeñado en impulsarlo para salvar la economía del país del deterioro ocasionado por la pandemia.
Se trata de un ambicioso paquete de inversiones por 1,2 billones de dólares que, según el jefe de la Casa Blanca, agregará unos dos millones de empleos anuales durante la próxima década.
El plan proporcionaría casi 550.000 millones de dólares en nuevos gastos durante cinco años para carreteras, puentes, Internet de banda ancha, tuberías de agua y otros sistemas de obras públicas.
Concretamente, el proyecto de ley aporta casi 120.000 millones de dólares para transporte público, ferrocarriles y vehículos eléctricos; otros 110.000 millones de dólares irán a construir 173.000 millas de carreteras y reparar 45.000 puentes en malas condiciones.
También destina 65.000 millones de dólares a garantizar acceso a Internet en áreas remotas y una cifra igual para modernizar la red eléctrica. A la infraestructura de agua potable le fueron asignados 55.000 millones de dólares y con 25.000 millones de dólares se mejorarán las pistas y torres de control de los aeropuertos, entre otras partidas menores.
Pese al triunfo en el Senado, a esta propuesta todavía le queda mucho camino por recorrer, ya que ahora volverá a la Cámara Baja, controlada por los demócratas, y donde su futuro es incierto porque en las últimas semanas han surgido voces dentro del partido que opinan que se queda corta. Luego llegaría a la Casa Oval para la sanción presidencial.
El Senado pasará ahora a debatir un segundo paquete mucho más grande de 3,5 billones de dólares que financiarían nuevos programas familiares, de salud y educación, entre otras prioridades de la agenda liberal de Gobierno, al que desde ya los republicanos anuncian su rechazo.
“Los demócratas del Senado están a punto de dar su primer paso hacia otra ola de impuestos y gastos imprudentes y partidistas. Elevará aún más los costos para las familias. Hará añicos la promesa del presidente Biden de no aumentar los impuestos a la clase media”, expresó Mitch McConnell, líder del partido en el Senado.