Por: Paola Guarín/ La inseguridad en todas las ciudades de país, es quizás hoy por hoy, la suma de múltiples circunstancias que conllevan a concluir la evidente fractura de la sostenibilidad económica, el desempleo, política migratoria famélica y por qué no, un ejecutivo que hoy por doy, no es ejemplarizante desde el mismo gabinete de él.
Y como dijo Shakira, ¿dónde están los ladrones?, pues bien ante este interrogante es evidente que todo el peso de la ley debe ser un factor ejemplarizante y que ante ello toda la atención a las causas de su rotunda masificación es sin duda, poca visibilidad policial, deficiente alumbrado público en las urbes, sistemas de monitoria con poca cobertura en puntos críticos de la urbe y los evidente resultados de la paloterapia en más efectiva por el mismo escarmiento público que las acciones migratorias y judiciales.
Recurriendo al principio de coordinación de las institucionales públicas, sería interesante conocer el presupuesto ejecutado por las alcaldías en la implementación de frentes de seguridad, redes de monitorio y por qué no ampliación de operativos y políticas locales, con dientes, que permitan llevar a cabo un engranaje desde los mismos controles de tránsito y policivos, embellecimiento de luminarias y porque no la militarización de puntos críticos como se esta implementando en la ciudad de Bogotá.
En lo que resta a la Ciudad Bonita, siendo este un corredor de paso de migrantes debido a su cercanía con las conectantes viales del país vecino, lo convierte hoy por hoy en un nicho para aquellos que mediante actos criminales como a su vez, en una esperanza para mejorar su calidad de vida y la de sus familias del país venezolano, quienes se ganan la vida en calles, trabajos informales o ejerciendo cualquier tipo de actividad para sobrevivir.
A ello se suma el disparo continuo del desempleo y pocas oportunidades formales que puede brindar esta ciudad, donde locales o extranjeros, se surcan en una travesía desesperada para ganarse el día a día, en el espacio público, buses, reciclaje, mendicidad o prostitución.
Al igual que un sistema mecánico, el engranaje existente entre el deber ser y el ser, más allá de una retórica filosófica, lo cierto es que necesitamos menos monedas de oro con el logo del gobierno duque ó proyectos de ley ineficientes y en su defecto mas efectividad desde la gobernabilidad, en construir una mejor calidad de vida motivando el agro nacional dándole la mano al campesinado, gravando productor agrícolas importados, menos reformas tributarias y más alivios a las pequeñas y medianas empresa cuyo fin incentive el empleo formal y lo más importante, garantice con acompañamiento a los emprendimientos con miras ambiciosas a la exportación y las relaciones comerciales internacionales.
Este es solo un abrebocas de muchos factores entre otros, que no solo justifican la inseguridad que reina en las urbes, donde no solo es asechado por la misma criminalidad en todos los estratos sociales, siendo la corrupción, la mas peligrosa de todas y la delincuencia la mas evidente en las calles.
Se avecinan mejores tiempos, que, para ser optimista, tengo la confianza que el poder legitimo de la democracia, sea el primer paso para no dejar en manos “inseguras” el destino de la gobernabilidad de un país, que grita con suma urgencia, sangre nueva y por qué no una renovación el poder ejecutivo, local, departamental y nacional, que no hacerse, que Dios nos coja confesados.
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