Por: Erika Bayona López/ La vida día a día nos enseña a enfrentarnos con nuestros demonios internos, es ahí donde entendemos el por qué nos suceden las cosas, a raíz de cada experiencia aprendida nuestro ser interno se encuentra con su momento de aceptación y perdón. Entendemos los mensajes que nos van calando, nos frustran y nos desvían perpetuamente de la verdadera atención de las cosas importantes, dichos mensajes nos los envía la vida a través de señales que nos permiten encontrarnos y aprender de nuestras propias carencias para entender el mundo.
A veces no logramos aceptarnos porque nos encargamos de llenarnos de culpa, no asumimos un defecto o una limitación como una realidad de todo ser humano, no logramos perdonar nuestras equivocaciones y nos comportamos como si fuéramos enemigos de nosotros mismos. Aceptación y cambio es quizás la esencia más necesaria para que el ser lejos del egocentrismo opte por el camino del perdón y la reconciliación… pero, ¿cómo se alcanza la reconciliación? ¿Es posible perdonar y reconciliar relaciones, lazos familiares, amistades o dificultades profesionales?
La retrospección es la base de todo, es la mirada hacia al fondo de nosotros para poder visualizar las cosas por cambiar internamente y poder hacer las paces con nosotros mismos, a esto se le puede decir una evaluación interior con miras a buscar una sanación y concertar un lindo papel de auto reconocimiento.
Nuestro mundo esta repleto de mensajes que promueven malestar, nuestra cotidianidad y nuestra vulnerabilidad a través de una felicidad de cartón basada en superficiales y además inalcanzables. ¿Seremos capaces de perdonarnos? ¿Seremos capaz de perdonar sin remordimientos? ¿Estamos dispuestos a lograr una reconciliación sin perdón?
Etimológicamente, la conjugación -reconciliar- viene del latín «reconciliare», que quiere decir: confesarse especialmente de manera breve o de culpas ligeras. Ahora bien, si llevamos a la práctica la aplicación de este verbo, ¿qué tan dispuesto esta el ser humano para afrontar un circulo de perdón y paz? Hablando de paz, es un derecho fundamental el cual esta señalado dentro de nuestra carta constitucional siendo este valor un agregado a los últimos procesos de paz en Latinoamérica y en muchos países del mundo. A ellos se le suma, que gracias a la reconciliación o a la confesión a lo largo de la historia se ha reconstruido procesos genocidas como las ejecuciones de judíos en manos del fanatismo Nazi.
La reconciliación no es solo un tema personal, este tema es tan complejo y a la vez tan amplio que nos permite direccionarnos a cualquier tipo de tiempo, modo y lugar donde de ella se requiere. Por ejemplo, en los procesos de re-socialización carcelaria es de vital importancia lograr mas allá de una sentencia judicial o una condena que debe purgarse en estos establecimientos uno de los ingredientes fundamentales de estos procesos, el cual es el perdón y la redención espiritual o filosófica de los condenados o sentenciados dentro de nuestro estado social de derecho. Es allí donde marca una importancia fundamental entre la aplicabilidad de ese derecho a la vida, a la tranquilidad y a la paz en estos procesos transitorios y que en algunos casos son permanentes debido a traumas psiquiátricos, sociales o personales que se pueden dar en esta amalgama de seres que estamos dentro del mismo contrato social.
La reconciliación social es una estrategia de transformación de los conflictos y el restablecimiento de las relaciones intergrupales pacificas. Reconciliarnos con nosotros mismos es la base de todo, es el principio de aprender a aceptar la realidad tal y como es sin cortinas de humo, sin falsos positivos, sin enmiendas a las verdades y lo más importante: Pese a impactar un dolor, lograr una redención del mismo.
La vida fluye permanentemente y en su discurrir nos deja un sinnúmero de experiencias que constituyen nuestro conocimiento, este conocimiento se refiere a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea. Las experiencias que vivimos a través de nuestra vida nos forjan el carácter o nos debilitan de la manera en que queramos afrontarlas. Hay experiencias dolorosas, con carencias o basadas en frustraciones e imposibles, cuando esto no se logra asumir se despierta en nosotros temores, desconfianza y pesimismo. En este punto es donde debemos exaltar la necesidad de tener una idónea salud mental o en su defecto propender por lograr un estado de equilibrio mental optimo donde mas allá de los placeres y de los gozos materiales también se debe trabajar en la esencia, en el yo y en el ser introspectivamente.
Siempre he pensado que no tenemos que ser tan duros con nosotros mismos, no podemos empezar una lucha sin cartel contra nuestra personalidad. También es necesario vincular a estos procesos de reconciliación el apoyo profesional, el amor familiar y la tranquilidad mental.
Como experiencia personal, puedo decir a ciencia cierta que uno de los recursos más terapéuticos, mas extendidos y que a su vez nos ofrece mejores resultados consiste en observarnos con mayor indulgencia. No es fácil, en lo absoluto, pero sí nos permite a aprender a aceptar nuestras limitaciones y nuestros rasgos individuales.
El perdón es la construcción de paz en situaciones de conflicto. Y en un mundo lleno de conflicto armado prolongado, como lo vive Colombia, reconocer el perdón es un proceso de liberación y reparación necesario para restaurar la relación entre grupos en conflicto.
-Reconciliación- se le ha equilibrado, erróneamente, al olvido de la ofensa; en este sentido gran parte de la población en Colombia ha decidido no olvidar. Los procesos de reconciliación mediante los cuales se aspira un país más pacifico, no han sido asumidos de forma positiva por la totalidad de la población.
La reconciliación, además de aportar a transformaciones subjetivas y recuperación de dignidad genera beneficios a nivel personal desde una perspectiva de no-violencia. Es importante saber que si bien a la violencia y a la guerra se le articulan emociones que legitiman la venganza y la retaliación, también la construcción de la paz implica la generación de emociones asociadas al perdón y procesos activos con los actores sociales que conduzcan a la reconciliación. A esto se le une en su gran mayoría el principio de la tolerancia que determina un paso a la reconciliación y a la paz interna y social.
Entender este concepto de tolerancia no es una tarea fácil, considerando que puede hacer referencia a la manifestación de opiniones personales o a la realización de acciones. La tolerancia es un concepto muy común en el lenguaje político y social, entendiendo el concepto podemos entender también los limites donde se puede generar la convivencia social pacifica.
Negar la paz, las reconciliaciones y el perdón, más que un acto de cobardía sería un poema efímero a la realidad social que en este caso vive nuestro país. Donde no solo a través de la historia nos enseña su necesidad y eterna correlación entre el desarrollo humano y su entorno. Sin temor a equivocarnos, es más que evidente que el perdón mas que un acto único y limitado puede convertirse en esa transición necesaria donde su resultado es la transformación basada en el amor al otro, en el me pongo en tus zapatos, en quitarnos nuestras prendas para dárselas al otro, y en por qué no, mirar a los ojos de un genocida y revindicar el dolor en perdón.
¿En estos momentos estamos dispuestos a asumir un proceso de perdón y reconciliación?
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*Logistic Coordinator. Administradora de negocios internacionales y especialista en mercadeo internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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