En un amplio discurso sobre política exterior transmitido por la televisión, el presidente ruso Vladimir Putin quiso enviar un mensaje claro.
Además de acusar a Occidente, encarnado por su institución militar la OTAN, de no respetar las «líneas rojas» indicadas por él, el mandatario calificó de «insatisfactorias» sus relaciones con Estados Unidos.
En septiembre, el Kremlin advirtió que la OTAN, la Alianza de Seguridad Transatlántica encabezada por Estados Unidos y con la que Moscú rompió sus vínculos el mes pasado, sobrepasaría «una línea roja» si ampliaba su infraestructura militar en Ucrania.
Desde entonces, las tensiones no han dejado de crecer y Moscú no se conforma con las maniobras de la OTAN cerca de sus fronteras, ni tampoco del suministro de armamento letal a Kiev.
Putin acusa a Kiev y a la Alianza Atlántica de comportamiento desestabilizador, sobre todo en la zona del Mar Negro.
«Constantemente expresamos nuestra preocupación, hablamos de líneas rojas, pero entendemos que nuestros socios -cómo decirlo suavemente- tienen una actitud muy superficial ante todas nuestras advertencias», dijo el presidente.
«Ellos renuncian fácilmente a cualquier acuerdo previo. Con todo, por difícil que sea, hay que trabajar en ello», señaló.
Unas relaciones dañadas
El mandatario, al que Kiev y Occidente acusan a su vez de haber desplegado a cerca de 90.000 soldados cerca de la frontera ucraniana, dijo que Rusia necesitaba buscar las garantías a largo plazo de su seguridad.
Esas garantías de seguridad permitirían evitar, según sus declaraciones, «que se produzca un conflicto innecesario» en las fronteras. «Nosotros no queremos un conflicto», enfatizó.
«Rusia no puede existir y estar siempre pensando en lo que puede ocurrir allí mañana», subrayó.
Los lazos entre Rusia y Occidente han estado en su punto más bajo de la era posguerra fría, desde que Moscú anexó la península de Crimea en 2014, lo que provocó un conflicto entre las tropas ucranianas y las fuerzas separatistas respaldadas por Rusia en el este del país.
Pero en las últimas semanas el tono se ha elevado aún más, ya que Kiev y los Estados miembros de la OTAN expresaron su temor por nuevos movimientos de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania.
Sin embargo, a pesar de la creciente tensión, el Kremlin ha mantenido contactos de alto nivel con Washington y ha hablado en repetidas ocasiones de una posible cumbre entre Putin y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como continuación de su encuentro de junio en Ginebra, que, según Putin, había abierto un espacio para la mejora de los vínculos entre ambas partes.
Por otra parte, según informó el Kremlin, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, y el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, hablaron el miércoles por teléfono sobre la ciberseguridad, Ucrania y la crisis migratoria en la frontera con Belarús. Una prueba de que el diálogo no está totalmente roto.