Por: Julio Cesar Ardila Torres/ Con la llegada de la pandemia todo lo que antes hacían los políticos para conseguir los votos necesarios en su aspiración a obtener una curul en Senado y Cámara, cambio tan bruscamente, que hasta los tamales con billete incrustado en su envoltorio de hojas de plátano repartidos el mismo día de elecciones ya son historia y aquel que le de por hacerlo muy seguramente tendrá que destinarlos a un paseo familiar para celebrar su quema electoral.
A esos políticos aún se les ha visto insistiendo en el viejo esquema presencial que incluía al cacique electoral quien a gritos y a pleno pulmón con megáfono desafinado invitaba a una gran reunión para escuchar las propuestas del aspirante y para hacerlo atractivo el cacique mencionaba la presencia de papayera y degustaciones que conseguían el propósito de asistencia masiva que, aunque luego no se veía reflejado en resultados si lograban el objetivo de satisfacer el ego del patrocinador.
Que hablar también de los desaparecidos pero famosos directorios políticos que pulularon tanto al punto de convertir el guardador de vehículo en directorios de garaje en que pasada una elección solo su fachada o afiche cambiaba para mostrar otro rostro sonriente dando seguridad a sus seguidores de la facilidad de encontrarse en persona con los que en las próximas tacharía con una X, pero hasta estos lugares de encuentro el Covid afectó obligando a convertirlos en directorios virtuales los cuales nunca podrán llenar el vacío emocional y de cofradía que lo físico y presencial conseguía, al igual que aquellas grandes manifestaciones de apertura y cierre de campaña con caravanas interminables.
Ahora en los tiempos en que hasta el sonreír para la foto no se refleja más que en la parte interna del tapabocas y en el que el chisme callejero cedió su espacio al chisme en redes sociales obliga a todo político aspirante a cualquier curul a reinventarse acomodándose a un acoplamiento obligatorio en el que lo tradicional ya no es posible sin ponerse en riesgo o peor aún colocar en alto riesgo la salud de sus seguidores.
Por ello desde ya se viene vaticinando un alto abstencionismo electoral y de gran renovación de espacios ocupados por políticos que siendo tradicionales se niegan a aceptar que la forma de hacer proselitismo político no solo en Colombia sino a nivel mundial era uno antes de la pandemia y es otro durante la pandemia al punto que incluso el vuelco absoluto al exceso en la utilización de las redes sociales y de la virtualidad también traerá consecuencias impredecibles que tornan imposible reales mediciones y el vaticinio normal de resultados que antes se auguraba antes del conteo pero que ahora es imposible hacerlo por la gran rapidez cambiante en lo que hoy es y el mañana es más incierto.
Teniendo entonces presente que existen reales cambios sociales, económicos y culturales producto de la pandemia es obligatorio entender que igualmente la forma de hacer campaña política, de llegar y convencer al votante sufrió variaciones que hacen necesario ser bien leídas por los aspirantes de manera tal que sin olvidar lo presencial en lo posible teniendo un arraigo físico y multiplicadores de su programa puedan estos más que el propio candidato en redes sociales y demás medios promover, difundir y explicar sus propuestas, programa y compromisos.
Más si tenemos en cuenta que la pandemia actual es lo que se denomina “crisis de sombra alargada” que en esencia se caracteriza por su prolongación en lo político, económico y social en mucho tiempo después de que la amenaza de la existencia del coronavirus este presente, por lo tanto, esto conllevó al cambio en la forma de hablar con el pueblo sin que muchos lo notemos e incluso aceptemos la gran diferencia del cambio.
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Abogado.
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