El miércoles 8 de diciembre en la mañana, en uno de los recintos más importantes de la democracia alemana, Olaf Scholz se quitó su tapabocas negro y visiblemente emocionado pronunció una palabra que como pocas marcará su carrera política: «Sí».
Scholz acababa de ser elegido por el Parlamento alemán como el noveno canciller de la posguerra y el sucesor de Angela Merkel. Y con su “sí” estaba respondiendo a la pregunta de la presidenta del Bundestag, Bärbel Bas, de si aceptaba su nuevo cargo.
De esa manera comenzó una nueva era política en Alemania. Tras 5.860 días de Merkel como canciller y 16 años de un Gobierno de centro-derecha, Olaf Scholz asumió el 8 de diciembre de 2021 el liderazgo de una de las principales potencias económicas del mundo.
Y con ese cambio también llegaron preguntas: ¿Cuál será el estilo de gobierno de Scholz? ¿Qué pueden esperar del nuevo canciller los aliados de Alemania?
“Política de alto impacto”
El nuevo Gobierno estará formado por una coalición de tres partidos que no son socios naturales: Los socialdemócratas, a los que pertenece el canciller, los Verdes y los liberales del FDP. Es una coalición inédita a nivel federal.
Los tres partidos, que forman una alianza de centro-izquierda, presentaron un acuerdo de coalición de 177 páginas que recoge los principales propósitos de esta nueva era. El mensaje central es “atreverse a más progreso” y el nuevo canciller ya aseguró que quiere poner en práctica una “política de alto impacto”.
Eso significa, de manera concreta, que el nuevo Gobierno se propone aumentar el salario mínimo a 12 euros, lo que beneficiaría a unos 10 millones de personas, no incrementar los impuestos, construir más viviendas para solucionar la escasez, y reducir la burocracia innecesaria.
También está la lucha contra el cambio climático, un tema central del nuevo Ejecutivo alemán y sobre todo de los Verdes. La coalición se propone descarbonizar Alemania en 2030 y aumentar la inversión en energías renovables.
El objetivo es que al finalizar la actual década, el 80% de la electricidad proceda de energías renovables y el 50% de la calefacción sea climáticamente neutra.
Sin embargo, en las últimas semanas se ha discutido ampliamente hasta qué punto el Gobierno podrá financiar todos estos cambios, en especial en épocas de endeudamiento por la pandemia.
La cuarta ola del coronavirus, además, sigue afectando gravemente al país y podría terminar opacando estos propósitos, por lo menos a corto y mediano plazo.
No hay duda en Alemania de que el desafío urgente de Scholz y su equipo es bajar las tasas de infección y aumentar la vacunación, que comparada con otros países de Europa ha sido baja.
Continuidad
Pero más allá de los cambios de “alto impacto” que propone la nueva coalición, es indudable que habrá un grado mayúsculo de continuidad en el nuevo Gobierno alemán.
Esto es algo que el mismo Scholz admitió en su primera comparecencia en la cancillería.
Después de todo, Scholz fue ministro de Finanzas y vicecanciller de Merkel en su último periodo al frente de Alemania, cuando la canciller lideró una coalición entre su bloque conservador y los socialdemócratas.
Asímismo, Scholz llegó hasta su actual puesto en gran parte porque es considerado un político de trayectoria y una apuesta segura en tiempos de crisis. Él mismo ha asegurado que los ciudadanos alemanes lo conocen bien, una frase que recuerda uno de los grandes eslóganes electorales de Merkel.
Muchos comparan incluso el estilo de los dos, asegurando que comparten el pragmatismo o su forma de ser poco emocional.
Esa continuidad será evidente en la política exterior, algo que el mismo Scholz reconoció este mes en Berlín.
No todo, por supuesto, será igual: esa cartera estará, por primera vez, en manos de una mujer, Annalena Baerbock, colíder de los Verdes. Ella ha dado a entender que podría haber un tono más fuerte hacia China o Rusia, en especial por la situación de los derechos humanos en ambos países.
Baerbock ha dicho que buscará una política exterior “basada en los valores”. Y fiel a los principios de su partido, le dará más prioridad a la lucha contra el cambio climático.
«Desde el primer día, daré a la política climática internacional el lugar que merece en la agenda diplomática: en lo más alto», aseguró en sus primeros días en el cargo.
Pero más allá, los grandes rasgos de la política exterior alemana se mantendrán: la alianza muy cercana con Francia, el fortalecimiento de los vínculos transatlánticos, la firme apuesta por la Unión Europea, el multilateralismo como enfoque prioritario.
Eso quedó claro en el discurso de inauguración de la nueva ministra de Exteriores: “Aunque la coalición sea nueva para Alemania, se puede seguir confiando en nuestro país”.
Así las cosas, el nuevo Gobierno de Olaf Scholz se propone buscar un equilibrio entre continuidad y novedad, entre un impulso fresco tras 16 años de Merkel pero sin descartar del todo los fundamentos que dejó una canciller que, como pocos, marcó el destino de Alemania y de Europa.