Facebook, ahora de nombre, logotipo y proyección nombrado Meta, vivió un 2021 marcado por la controversia respecto a su forma de actuar y de ganar dinero.
La exempleada Frances Haugen dio un duro golpe sobre la mesa al acusar a Facebook de ignorar informes internos de agravios a la sociedad y anteponer a ello sus intereses económicos. Tras declarar -y sustentar con filtraciones de archivos internos sus alegatos-, el mundo entero fijó sus ojos en el gigante tecnológico.
Si bien no era la primera crisis que enfrentaba Facebook, el amplio conocimiento de la denunciante en su calidad de exempleada y experta en gestión de productos algorítmicos, sumado a su filtración de documentos internos de la compañía prendieron las alarmas de los legisladores en varios países.
La imagen del gigante de las redes sociales cayó en picada y su fundador, Mark Zuckerberg, pareció querer pasar el trago amargo de las revelaciones de Haugen con el cambio de nombre el pasado 28 de octubre -junto con una nueva estructura de negocio- a Meta.
Expertos en transformación digital consultados por France 24 coinciden en que, aunque el nuevo nombre de la compañía no es producto directo del último golpe a su confiabilidad, detrás de la nueva identidad sí hay un camino a nuevos universos virtuales que, de no ser correctamente regulados, amplificarían las alertas que Haugen ha venido señalando.
Las denuncias de Haugen contra Facebook
En septiembre de 2021, Haugen puso en aprietos a la compañía Facebook por haber entregado miles de documentos internos de la empresa a la Comisión de Bolsa de Valores de EE. UU. y al diario ‘Wall Street Journal’. Estos documentos fueron conocidos como ‘Los Archivos de Facebook’ y entonces la identidad de la denunciante era desconocida.
Pero poco después reveló su nombre y el mundo conoció que se trataba de una mujer que se desempeñó como gerente de producto del equipo de desinformación cívica de Facebook, experta en el manejo de datos, con un título en ingeniería informática y una maestría en negocios de Harvard. Antes de ser contratada por el conglomerado de Zuckerberg en 2019, trabajó durante 15 años en empresas de tecnología como Google, Pinterest y Yelp.
Y los ojos del mundo entero se centraron en ella el pasado 5 de octubre, cuando Haugen hizo una declaración pública ante el Congreso de EE. UU. Luego, como si de un efecto domino se tratara, llevó su testimonio al Parlamento de Reino Unido, en Londres, y a la Eurocámara, con sede en Bruselas, que agrupa a legisladores de los 27 países de la Unión Europea. En todas las intervenciones, Haugen enfatizó su denuncia:
«Facebook y sus productos causan daño a los niños, incentivan la división, debilitan nuestra democracia y mucho más», aseguró ante el Comité de Comercio del Senado estadounidense, donde aseguró que la compañía había ignorado estudios internos con estos hallazgos y había hecho caso omiso en pro de asegurar sus ganancias.
Sus declaraciones se basan en estudios encargados por la propia compañía que concluyen, por ejemplo, que «un 32% de chicas dicen que cuando se sienten mal con su cuerpo, Instagram (propiedad de Meta) las hace sentir peor», según señalan los informes, que no fueron de conocimiento público hasta que Haugen los filtró.
«Esos daños a las jóvenes se concretan en un tipo de imagen que conduce a perjuicios psicológicos y físicos, como anorexia», denunció Haugen en su momento.
Los riesgos para la salud mental de los jóvenes
Ante este contexto, la analista digital y escritora de tecnología Linda Patiño asegura que «Facebook ha reconocido muchas de las cosas que ella (Haugen) ha dicho y ha tomado iniciativas» al respecto. «En el caso concreto de que Instagram afecta la autoestima de las niñas, es algo en lo que Facebook ha venido trabajando en los últimos dos, tres años, con anti-comentarios de odio, con mayor inteligencia artificial», indica Patiño.
Como parte de los cambios, la plataforma impulsó la opción de ocultar los ‘likes’ o «me gusta» de una publicación. Haugen, por su parte, recalca que la red social sigue estando fuertemente enfocada en la imagen y advierte de las consecuencias en salud mental para adolescentes, por lo que citó al estudio realizado por Facebook, en el que se evidenciaron efectos como trastornos de alimentación y pensamientos suicidas.
El consultor en transformación digital y fundador de TECHcetera, Samur Estefan, resalta que «sin duda» hay razones de peso en las afirmaciones de Haugen. «La preocupación en la que hoy pone el dedo en la llaga Frances Haugen viene respaldada de documentación interna. Claramente es el momento de decir que no solo es lo que nosotros desde afuera percibimos, sino que la empresa sabía que esto estaba pasando», subraya.
Entre los puntos más críticos sobre el manejo de la información para menores están posibles falsos ideales que se construyen desde la infancia y la facilidad de difundir informaciones privadas de los niños, según indica a este medio el abogado y especialista en derecho digital y suplantación de identidad Juan Esteban Durango.
Durango destaca la facilidad con la que los menores pueden saltar la norma de edad para acceder a esas plataformas, así como «las constantes vulneraciones que tienen no solo de sus datos personales sino de su propia intimidad» y advierte, asimismo, de las posibles manipulaciones para llevar a los menores «a sitios de adicción» mediante acciones controladas por computadores «no son ellos los que terminan decidiendo, sino que es un algoritmo», indica.
Discursos de odio y el alcance violento de las redes sociales
Por su parte, Samur Estefan apunta a otra de las principales acusaciones de Haugen: la clasificación del contenido mediante algoritmos con fines de fortalecer los discursos de odio y la polarización política. Haugen acusa a la empresa de propiciar este tipo de contenido debido a que su alta carga viral aumenta la participación de los usuarios en la plataforma.
Para dimensionar la gravedad de la difusión no contenida de este tipo de contenidos, Estefan recuerda masacres como la ocurrida en el distrito de Gashish, en Nigeria, en 2018. Según información de las autoridades del país, el 23 de junio de ese año imágenes de casas incendiadas, cadáveres ensangrentados y niños asesinados en sus camas comenzaron a circular en Facebook. Supuestamente se trataba de una matanza que ocurría en ese momento en Gashish a manos de los fulani contra la etnia Berom.
Las imágenes fueron a parar a los ojos de jóvenes Berom en la ciudad de Jos, a dos horas de distancia, quienes compartían la información de que pronto serían atacados. Pocos se detuvieron a cuestionar los datos que se estaban difundiendo. ¿El resultado? Dos días de enfrentamientos entre pueblos en los que murieron entre 86 y 238 personas, según las autoridades, que después descartaron la veracidad y/o tiempo real de las fotografías.
La hostilidad entre los dos pueblos es anterior al surgimiento de Facebook. No obstante, la Policía y el Ejército de Plateau están convencidos de que la desinformación que circuló ese día contribuyó a las represalias.
«Fue un rumor, pero pasó porque entendían el miedo de las personas, dónde estaban ubicadas y hubo un interés maquiavélico de alguien que utilizó el sistema. Entonces, ¿cómo garantiza Facebook que va a manejar bien la información y además que va a tener la capacidad de no dejar que alguien más la manipule?», indica Estefan.
Y es que este no es el único caso. Miembros del Ejército de Myanmar emprendieron una campaña sistemática durante cinco años con información falsa para impulsar una «limpieza étnica» contra la minoría Rohingya, según exmilitares, investigadores y funcionarios civiles del país asiático, citados por el diario ‘The New York Times’. Organizaciones de derechos humanos apuntan a la propaganda contra la minoría budista para incitar a asesinatos, violaciones y a la migración humana más grande de los últimos años.
A este tipo de ejemplos se ha referido Haugen, cuando dijo que «el resultado ha sido una amplificación sistemática de la división, el extremismo y la polarización, socavando sociedades de todo el mudo. En algunos casos, estas peligrosas conversaciones en línea han llevado a violencia y han matado a personas», denunció.
Por su parte, Zuckerberg se ha defendido de los señalamientos. «No nos reconocemos en la imagen de la empresa falsa que se dibuja», aseveró, e insistió en que la compañía «se preocupa profundamente por la seguridad, el bienestar y la salud mental» de sus usuarios, y que muchas de las críticas «no tienen ningún sentido».
El metaverso, ¿progreso o un riesgo para los usuarios?
Con el metaverso, el universo digital con el que Zuckerberg promete una interacción más cercana entre personas, así como múltiples beneficios para la humanidad, llegan también grandes temores de que los riesgos a la sociedad que comportan las redes sociales se vean exacerbados.
Este proyecto abarca el corazón de la estrategia de crecimiento del gigante de las redes sociales, ligada a su cambio de nombre a Meta. Una iniciativa que, según la propia compañía, se comenzó a gestar hace al menos dos años. Sin embargo, esta afirmación no evitó que el repentino cambio de nombre de la empresa causara revuelo a semanas de hechas públicas las acusaciones de Haugen.
Los analistas digitales entrevistados por este medio explican que la gran apuesta de Zuckerberg se trata de una red de universos virtuales en la que distintos usuarios interactúan y dan la sensación de estar en otro lugar a través de avatares, con fines diversos, como entretenimiento, educación, trabajo o negocios, entre otros.
Aclaran que el concepto no es nuevo, pues surgió en 1992 con el libro de ciencia ficción ‘Snow Crash’ y actualmente existen algunos proyectos de metaverso, sin embargo, el anuncio de Zuckerberg apunta a masificar la idea y llevarla a formar parte de la vida cotidiana.
Tras el anuncio, Haugen no ocultó su recelo: «Me preocupa mucho el metaverso (…) será adictivo y robará a las personas aún más información personal. Me preocupa que requerirá que pongamos muchos más sensores en nuestros hogares y en nuestros lugares de trabajo».
Y es que con ese nuevo universo paralelo la información que cada persona otorgará a compañías de comunicaciones supondría algo sin precedentes, por lo que algunos analistas ponen de manifiesto hasta qué punto estas compañías podrán recopilarlos y qué uso harán con ellos.
Patiño señala que «para que el metaverso sea una realidad (masiva) necesitamos que el estándar de conectividad en el mundo sea 5G y no 4G», «la cantidad de información que se va a mover es enorme», indica, respecto a una tecnología que requerirá cascos de realidad virtual y datos biométricos.
«El metaverso va a tener datos anatómicos, datos como nuestras pulsaciones (…) A la larga el tema con los datos a estos niveles es que se vuelve un tema de cuántas compañías son capaces de interpretar esos datos para hacer algo bueno y cuántas no, es un peligro», recalca Patiño.
Entre los beneficios que anuncia Zuckerberg sobre metaverso está la posibilidad de realizar reuniones de negocios de realidad mixta, en las que algunos participantes están físicamente presentes mientras que otros se transmiten como avatares.
Por su parte, los expertos consultados para este artículo destacan también que esa nueva realidad virtual podría ayudar a tratar padecimientos como la aracnofobia, o bien realizar pruebas de construcciones sismo-resistentes, hacer experimentos de ciencia, deportivos y otros.
Pero los posibles peligros económicos, sociales, psicológicos que el metaverso generaría no se pueden obviar, apunta Estefan.
«Si con la información que Facebook tiene hoy puede alterar los resultados de unas elecciones, con el metaverso puede ser peor», asegura el consultor digital. «¿Qué pasa si Facebook sabe que tu ritmo cardíaco en los últimos meses ha empezado a subir?, ¿Cuál puede ser el impacto en tu seguro médico, la comida y publicidad que te muestra?», cuestiona el fundador de TECHcetera.
Gran parte del problema, sostiene Estefan, está relacionado con que muchos usuarios no han entendido que estas plataformas «no son gratuitas». «Le estamos pagando a la compañía entregándole nuestra información (…) Si ya tiene muchos cuestionamientos por manejo de datos para publicidad o manipulación, queremos entregarle más información sin saber lo que eso puede generar a mi familia, a mi comunidad, el riesgo es inmenso», advierte.
Una cada vez más necesaria legislación sobre asuntos digitales
Para el especialista en derecho digital Juan Esteban Durango, la mayor inseguridad en la futura masificación del sistema radica en la suplantación de identidades, debido a la probabilidad de «utilizar los datos que otros usuarios comparten en sus redes para construir identidades falsas y usarlas a su vez para otros delitos como estafas, acoso, discursos de odio…», explica.
Como una vía de solución, el jurista señala que «esa identidad digital en un mundo de metaverso debe ser vinculada a la identidad legal para tener seguridad en nuestras relaciones con los demás participantes».
Otro de los asuntos para los cuales gobiernos, legisladores y usuarios deberían prepararse, apunta Durango, es la protección de las creaciones que surjan en la nueva plataforma, algo similar a los derechos de autor, que deberían ser adaptados al próximo entorno.
«Pensar cómo vamos a proteger legalmente las invenciones y creaciones en estos mundos virtuales, el avatar como tal, la misma ropa que vamos a utilizar en estos sistemas virtuales, los entornos que vamos a construir de manera creativa (…) cómo prevenir que nadie más utilice mi avatar para llegar a otros entornos y cometer fraudes y estafas», indica.
Europa es la zona del mundo que más avanza en regulación de espacios digitales, seguida de Estados Unidos. La más reciente imposición legal se produjo el pasado 14 de diciembre, cuando la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor del Parlamento Europeo acordó la prohibición de los llamados «patrones oscuros», que según los investigadores engañan a los usuarios de la web y de aplicaciones para que elijan la opción que el sistema prefiere y hacen publicidad dirigida a menores.
La Ley de Servicios Digitales (DSA), una propuesta de la comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager, obliga a Amazon, Apple, la unidad de Alphabet Google y al propietario de Facebook, Meta, a hacer más para abordar el contenido ilegal en sus plataformas o se arriesgan a multas de hasta el 6% de su facturación global.
La legisladora de la UE Dita Charanzova aseveró que el borrador de las reglas aborda cuestiones planteadas por Haugen. Pero la propuesta de Vestager ahora deberá ser negociada con los gobiernos de la UE y diputados de la Eurocámara el próximo año antes de que pueda convertirse en ley. De aprobarse, sería la primera normativa en abordar estos asuntos digitales.
Quedan aún muchos vacíos legales, y con mayor proporción en regiones como Latinoamérica. «Tenemos que dejar de dividir la lógica de que lo que pasa analógicamente es más grave que lo que pasa digitalmente (…) necesitamos entender esos delitos digitales y los gobiernos necesitan formar un marco de derechos humanos digitales», manifiesta Patiño.
Para Estefan, las regulaciones también deben encaminarse hacia la responsabilidad que tienen las plataformas cuando detectan daños como discursos de odio o difusión de información falsa.
«Lamentablemente eso se va a ir a la modificación de la sección 230 (ley de Decencia de las Comunicaciones de EE. UU.) que tiene cosas muy buenas, pero que fue construida en 1996, entonces yo creo que lo que vamos a ver es una regulación más fuerte asociada a qué tan responsable legal y financieramente puede ser una empresa por lo que se mueva en su red», indica.
Durango, por su parte, recalca que el mundo está ante un arma de doble filo, pues a medida que se imponen más obligaciones de este alcance a los conglomerados digitales, también se impulsa un mayor control sobre los usuarios. «Todos los usuarios veríamos cómo se va a incrementar ese control en nuestras vidas e interacciones para que estas empresas puedan cumplir con la ley», sostiene.
Se prevé que la legislación en la UE sea replicada en otros países y Haugen ha insistido en que los cambios deben ser promovidos por las autoridades, debido a que los gigantes tecnológicos como Meta saben cómo hacer las plataformas más seguras, «pero no lo harán porque anteponen sus inmensos beneficios económicos a las personas», indica.
La exgerente de producto de Facebook asegura que estas normativas son la única oportunidad actual de alinear el futuro de la tecnología con el de la democracia.