Por: Diego Ruiz Thorrens/ El pasado mes de diciembre, Colombia se sumó a la lista de países que aprobaron el uso de la ‘profilaxis preexposición’ (mejor conocido como PrEP). Para aquellas personas que desconocen qué es el PrEP, el PrEP es lo que comúnmente conocemos como un medicamento ‘compuesto’ (es decir, funciona con base de dos principios activos, para este caso, la Emtricitabina y el Tenofovir) para personas VIH negativas, y que tomado regularmente (1 pastilla cada 24 horas) permiten disminuir el riesgo de adquirir la infección antes de exponerse a la misma en un 99%.
La medida, pronunciada por el Ministerio de Salud y Protección Social según Resolución 2292 de 2021, posibilita el acceso al tratamiento (sin ningún tipo de barreras) para aquellas personas con alto riesgo de adquirir el virus y que quieran prevenirlo.
Muchos activistas que trabajan en Salud Sexual y VIH celebraron la nueva medida. Es innegable que este será un paso que ayude a disminuir la incidencia (los nuevos casos) por VIH en todo el territorio nacional, y que sumará a las acciones orientadas a reducir el estigma y la discriminación existente asociados al virus.
No obstante, considero que la aprobación del PrEP debe impulsarnos, como sociedad, a conocer más sobre la atención en salud en VIH, identificando otros escenarios para el acceso, no solo al PrEP, sino también del PEP (profilaxis post – exposición) y a otros tipos de tratamientos, entre ellos, las vacunas contra el VPH (virus de papiloma humano), la hepatitis A, B y C y demás ITS, tratamientos que, a pesar de encontrarse incluidos en el Plan Básico de Salud y ser gratuitos, no cuentan con una verdadera promoción o acceso.
Hablemos del PEP
¿Qué es el PEP? La página ‘Prep – Colombia’ explica el PEP de la siguiente manera: “La administración de profilaxis pos exposición (PEP), para Colombia se encuentra reglamentada por el Ministerio de Salud y Protección social mediante el “Protocolo de exposición de riesgo biológico laboral o no laboral, ante las infecciones de trasmisión sexual, el virus de inmunodeficiencia humana, el virus de la hepatitis b y el virus de la hepatitis c”. (…) “La administración de PEP, se encuentra contemplada ante la exposición de riesgo ocupacional y no ocupacional. Es importante, que identifique que las condiciones en las cuales se puede hacer uso de esta medida, no son sólo de carácter laboral, el protocolo estableces su uso en situación en las cuales se de una exposición sexual sin protección o con falló de la misma, incluyendo la violencia sexual.
(…) Es importante que todo el personal de urgencias, conozca el protocolo, de manera que le permita responder de manera adecuada y oportuna a usuarios que se acerquen a las unidades demandando el servicio. Todas las unidades de urgencias, deben contar con el kit de PEP de acuerdo a lo establecido en el protocolo, la disponibilidad del mismo determina su administración oportuna, eso quiere decir, que esta debe ser generada en las siguientes 72 horas a la exposición, de manera que se garantice su mayor efectividad.”
¿Por qué es necesario conocer tanto de PEP como de PrEP?
Porque, desafortunadamente en nuestra región, algunas denuncias demuestran que tanto médicos como personal de urgencias de clínicas y hospitales (principalmente, públicos) desconocen (o ignoran) totalmente este vital protocolo de atención. Tampoco cuentan con el necesario kit de PEP. Por esta razón, no es posible que busquemos hacer promoción del uso del PrEP desconociendo la implementación de otros protocolos que requieren también de atención, especialmente, cuando la atención en salud debe ser inmediata.
En el departamento de Santander, según información de la corporación Conpazes, solo en 2021 se presentaron 15 denuncias de negligencia médica en atención de emergencia y uso del PEP; en 3 de los casos el personal de salud no tenía conocimiento de la existencia del protocolo de atención de urgencias para accidentes biológicos y la violencia sexual, y el resto que sí lo conocían, ofrecían la medicación requerida posterior a una semana de ocurridos los hechos. Recordemos que para estos casos, cada segundo, cada hora, es vital.
Quisiera finalizar reafirmando el valor de la importante medida optada por el gobierno nacional en cabeza del Ministerio de Salud y Protección Social, medida que satisface una exigencia, un requerimiento exigido durante años por múltiples organizaciones comunitarias en salud y por las/los/les líderes y lideresas que trabajan en salud y VIH, medida que permitirá reducir tanto la carga del sistema de salud como mejorar la calidad de vida de las comunidades más vulnerables.
Pero asumir este nuevo reto también debe conllevar al reconocimiento, la garantía y el acceso de protocolos, tratamientos y otros a los que tienen también derecho todas y todos los colombianos y que afectan la salud sexual reproductiva y no reproductiva.
Esta nuevo escenario, también debe ser entendido como una invitación para que todas/os/es los/las/les activistas que trabajan en pro de la calidad de vida de las personas con VIH (y de pacientes de alto costo), sigan con luchando contra el desmonte total de barreras que afectan la atención integral en salud y el acceso a tratamientos para otras infecciones de trasmisión sexual, algunas, que cuando no son asistidas apropiadamente, pueden a futuro resultar en graves afectaciones para la salud y la vida.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la transición de posconflicto de la escuela superior de administración pública – ESAP Santander.
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