Por: Graciliana Moreno Echavarría/ Desde 1873, por decisión del Congreso de los Estados Unidos de Colombia, nombre que corresponde a la estructura geopolítica existente en ese período histórico, se determina que el 20 de julio se celebre el Día de la Independencia de la nación colombiana. Lo anterior en honor a la firma del Acta de la Revolución e Independencia en 1810 y aunque Colombia vivió varias declaraciones de independencia a lo largo de una década, fue la de 1810 la que quedó en la memoria colectiva y en consecuencia cada año celebramos esta fiesta nacional.
En esta ocasión se cumplen 207 de esa fecha histórica y emblemática, de gran legado para la configuración como nación, toda vez que fue el proceso histórico que permitió la emancipación de Colombia del Imperio español, dando fin a esta forma de coloniaje. Este proceso hizo parte de las arduas y cruentas guerras de independencia hispanoamericanas, como nos lo recuerda nuestra ilustre historiadora Diana Uribe, las cuales se libraron en medio de un conflicto de mayor calado desarrollado durante el primer cuarto del siglo XIX, auspiciados por Francia y España, que terminaron haciendo parte de las llamadas guerras napoleónicas en Europa.
No obstante lo anterior y sin demeritar esta gesta libertaria, en este artículo de opinión, deseo resaltar dos acontecimientos que resultan de absoluta pertinencia en este histórico 20 de Julio, el cual tiene como colofón, un proceso de paz en marcha, independientemente de sus detractores y el desafío de avanzar no solo en la equidad social, sino también en la equidad de género, como elementos constitutivos de una democracia plena.
El primer acontecimiento es la llegada de 8 (de 10) miembros de la guerrilla más antigua del continente, las FARC, hoy transformada en partido político bajo el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, después de haber finalizado su desarme en junio del año pasado y como parte del proceso de paz en Colombia, que puso fin a un conflicto de más de 50 años con más de 220.000 muertos y millones de damnificados.
Estos seis hombres y dos mujeres que en su mayoría estaban preparados para las armas y no para la vida civil, asumieron ya sus curules en la Cámara y el Senado de la República, como parte de lo pactado y tienen como parte de sus retos, el de sintonizar su agenda política con las necesidades actuales del país, así como persistir y dar la pelea desde la civilidad, para que el proceso de paz continúe su marcha, se frene el asesinato y la vulneración de derechos contra líderes, lideresas y de quienes defienden los derechos humanos en Colombia.
El país avanza en este proceso, con múltiples desaciertos, la recomposición de las fuerzas políticas en el manejo del poder, la emergencia de nuevos actores y fenómenos del conflicto con especial incidencia en determinadas zonas geográficas del territorio nacional, pero que amenazan con su expansión, con lo cual se eleva el nivel de complejidad para la consolidación del proceso de paz.
Pero así mismo el país no puede dejar de reconocer los saldos estadísticos en vidas humanas salvaguardadas, así como los efectos sociales, económicos y ambientales que se derivan de este proceso. En virtud de ello la tarea inaplazable debe seguir siendo la de hacer avanzar la paz y las transformaciones económicas y sociales que se requieren.
El segundo acontecimiento vergonzoso por demás, es la inequidad que se mantiene en la representación por género en este escenario de toma de decisiones, con lo cual se reitera la necesidad de seguir avanzando en la erradicación de las diversas formas de discriminación contra las mujeres y nos recuerda los grandes retos y desafíos que aún persisten. De acuerdo con el reporte generado por SISMA Mujer (*), para el periodo 2018 – 2022 el Congreso de la República estaría conformándose con 55 mujeres, equivalente al 19,93% y 221 hombres equivalente al 80,07%. Lo que corresponde a decir que por cada mujer congresista hay aproximadamente 4 hombres en dicha instancia. En el Senado, la participación de las mujeres es de 24 congresistas (22,64%) y la masculina de 82 congresistas (77,36%).
En la Cámara de Representantes, la participación de las mujeres es de 31 congresistas (18,24%) y la masculina de 139 congresistas (81,76%). Para el periodo 2018- 2022 el Congreso contará con 24 senadoras, una más que en el periodo 2014-2018, y en la Cámara, 31 representantes, dos menos que en el periodo ya concluido.
En proporción, esto significa que las mujeres sólo ocuparán el 19,9% del Congreso, al ser 55 mujeres sobre 276 curules posibles, teniendo en cuenta las recientes actualizaciones. Así las cosas, en Colombia no hemos logrado despegar del 20%, ni acercarnos a las cuotas que establecen el 30%, por lo que aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la paridad (50%).
En Colombia existe un marco normativo que ha avanzado desde el papel, hacia la inclusión de las mujeres en la vida política del país, especialmente en los lugares de mayor representación, como lo son el sistema de cuotas establecido en 2011 a través de la ley 1475, el cual establece entre otras cosas, un mínimo de un 30% de uno de los géneros en las listas donde se elijan 5 o más curules para corporaciones de elección popular.
También se encuentra la reforma constitucional de 2015 en la que se determinó que se deben adoptar progresivamente los principios de Paridad, Alternancia y Universalidad en la conformación de las listas y la selección de candidaturas.
No obstante lo anterior, los resultados prácticos obtenidos por las mujeres en términos de elección, impone la urgente tarea de demandar el acatamiento de la orden constitucional estableciendo la adecuada reglamentación de dichos principios. Así mismo profundizar en la exigibilidad de mayores transformaciones al interior de los partidos y la obligatoriedad de los procesos de formación necesarios para un mayor éxito electoral de las candidaturas femeninas.
En síntesis pasar del discurso de la equidad de género, a prácticas efectivas de inclusión.
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(*) Fuente: Elaborado por la Corporación Sisma Mujer a partir de los resultados de las elecciones al Congreso 2018-2022 del Boletín No. 53 de Cámara de Representantes y el Boletín No. 52 Senado de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Twitter: @graciliana61