Por: Orlando Beltrán Quesada/ Vargas Llosa escribió esta su primera obra comparando de manera tácita los perros de una ciudad con los cadetes humillados y maltratados en una escuela militar, pasivos, dóciles, sumisos. Así son los cánidos que nos acompañan hace más de quince mil años en nuestras cada vez más angustiantes, sobrepobladas y deshumanizadas ciudades, donde prima una atroz competencia social y económica por sobrevivir. Solo en los perros persisten la nobleza, mansedumbre y ejemplar lealtad, a pesar del injusto trato que les damos como la especie dominante y represiva que somos.
El exceso de población del Homo Sapiens en las ciudades ha traído consigo un problema creciente, como es la sobrepoblación de los animales urbanos. Mientras unos disfrutan de las comodidades y del amor de familias humanas que los consideran parte de ella, sus hijos de cuatro patas –así los considero yo también- muchos, muchísimos de ellos, son abandonados o nacen en las calles, sufriendo el rigor del hambre, de dolorosas enfermedades, de la persecución implacable de ciudadanos déspotas que los patean o los queman con ácidos o agua hirviendo, del atropellamiento de perversos conductores y hasta de conductas sicópatas como se presume es la del desconocido envenenador en serie del barrio El Porvenir de Bucaramanga, quien hace 8 años, en un lapso de cuatro meses, asesinó a casi 80 inocentes gatos y perros, lanzando el tósigo maldito en las zonas verdes y también por encima de paredes residenciales. Solo con una decidida campaña de la Asociación Defensora de los Animales y la Naturaleza (ADAN), ofreciendo una recompensa de 500 mil pesos a quien denunciara formalmente a tan despreciable sujeto, así como la vigilancia estricta de la Policía Nacional, logramos neutralizarlo.
El maltrato al interior de numerosas viviendas es el día a día para muchos perros, que son dejados sin comida, encerrados en verdaderos calabozos o en azoteas, patios y balcones al sol y al agua, encadenados o amarrados de por vida, aullando o ladrando lastimeramente para tormento también de vecinos sensibles, muchas veces sin agua ni alimento suficientes, o que mueren finalmente por inanición o víctimas de enfermedades o accidentes por falta de responsabilidad de sus tutores o tenedores al no vacunarlos o no llevarlos al veterinario cuando es necesario.
Todos los días en las redes sociales se conocen sucesos que solo se pueden calificar como aberrantes, como el muy reciente del sufriente gatico al que un tegua le amputó una de sus extremidades sin anestesia suficiente o siendo esta de mala calidad, al aire libre, encima de una piedra, falleciendo a las pocas horas de semejante carnicería. Este caso está en proceso en la Fiscalía como consecuencia de la denuncia interpuesta por el nuevo Observatorio Contra el Maltrato Animal (OCMAL), de la Escuela de Derecho UIS. Hace unos días empezaron a llamar a los testigos presenciales.
Imperdonable debe ser la zoofilia (realización de actos sexuales con animales) actualmente penada con cárcel hasta de 63 meses y multa de hasta 105 smmlv, de acuerdo con los artículos 339A y 339B del Código Penal. Diciente es el caso de la perrita Shakira, violada repetidas veces en la ciudadela Nuevo Girón por un pervertido joven que también practicaba sexo con gallinas, proceso que no se adelantó en su momento en la Fiscalía porque la policía de la Estación Girón no entregó las fotocopias de las anotaciones hechas por los testigos en el libro de comunidad del CAI respectivo. Mientras tanto, el degenerado zoofílico sigue campante…
Es imposible olvidar lo ocurrido hace cerca de 15 años en la urbanización Bucarica de Floridablanca, donde unos jóvenes viciosos a quienes una anciana recriminaba permanentemente por sus escándalos nocturnos, procedieron a capturar el gato de la señora, sometiéndolo a toda clase de torturas, quemándolo con cigarrillos encendidos y finalmente empalándolo, en medio de los alaridos del pobre animal, los gritos de la pobre anciana y las risas macabras de los pervertidos sujetos. La policía se hizo presente, pero solo encontró el animal moribundo. Como sigue sucediendo en casos de aberrante maltrato animal, finalmente tampoco pasó nada.
La impunidad tiene una cobija muy grande para la crueldad ejercida contra estos seres tan dignos de respeto y aprecio como nosotros mismos. Los casos de violencia intradoméstica contra perros y gatos han aumentado de manera muy notoria en los últimos años, resultando ilegal para la policía entrar por la fuerza a un lugar privado donde se esté torturando uno de estos animales, cosa que sí pueden hacer cuando una persona pide auxilio, forzando la cerradura o hasta tumbando la puerta. De nada valen entonces los gritos de dolor de aquellos, expresados en aullidos o aterrorizados maullidos. Este gran desbalance clama por justicia.
En Colombia existen leyes que sancionan las conductas como el decreto 497/73, reglamentario de la ley 5 de 1972 que ordena crear una Junta Defensora de Animales en cada ciudad colombiana; la ley 84/89 o Estatuto Nacional de Protección Animal, modificado por la ley 1774/16 que también modificó los códigos Civil y Penal considerando ahora seres sintientes a los animales y estableciendo penas carcelarias y de onerosas multas a quienes maten o causen daño grave a uno de ellos.
Sin embargo, estas leyes se están quedando solo en el papel en muchos casos. La obligación de construir cosos municipales (denominados centros de bienestar animal por la Ley 1801 o nuevo Código de Policía que fijó en su artículo 164 un año de plazo para establecerlos) viene determinada por la ley 769/2 que en el parágrafo 2 del artículo 97 dice: “Este inmueble se construirá según concepto técnico previo de las Juntas Municipales Defensoras de Animales”.
Hay alcaldes que se apresuraron a iniciar su construcción sin que existiera legalmente la Junta Defensora de Animales (JDA) como Héctor Mantilla Rueda durante su pasado gobierno en Floridablanca, o el actual alcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas Rey, quien no contó con la JDA ya constituida por el Concejo Municipal en el año 2007 y construyó y puso en funcionamiento la llamada Unidad de Bienestar Animal (UBA), de por sí más que insuficiente para atender la gran problemática animal existente en la ciudad, tal como se verá en su momento. Estos actos configuran el delito de prevaricato…
Octubre es el mes de los animales. Se celebra el natalicio de san Francisco de Asís, el que los llamaba “mis hermanos menores”, cuando en verdad ellos mismos nos enseñan cada vez más sobre los nobles sentimientos y el amor desinteresado, convirtiéndose más bien en hermanos mayores en ejemplo y si se quiere, en muchos casos, en dignidad. Hay cada vez más personas abiertas de mente que reconocen su inteligencia y sensibilidad, al igual que las que comprometen su tiempo, su dinero y hasta su salud física y mental en la defensa y protección de todos ellos, usando la voz humana para clamar por sus derechos, pisoteados, menguados y desconocidos por muchos en nuestro país.
Nota: En octubre 5 de 1988, fundamos la Asociación Defensora de los Animales y la Naturaleza (ADAN). A mucho honor hemos sabido portar el estandarte de la dura lucha animalista con amor, entrega y pulquérrima honestidad.
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*Especialista en Derecho del Medio Ambiente U. Externado. Fundador ADAN en 1988.
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