En la ciénaga también hay lugar para el amor y los invitados para confirmarlo son nada más y nada menos que los poliamorosos chavarries, príncipes de los humedales, es una especie que hasta hace poco tiempo hizo parte del nada célebre Libro Rojo de las Aves de Colombia.
Por César Mauricio Olaya Corzo/ Continuando con el compartir con las vivencias que hacen parte de la escenografía natural de ese extraordinario territorio del silencio y la contemplación que constituye la ciénaga de Paredes, hoy le abro un espacio al qué sin duda, está llamado a convertirse en uno de los grandes atractivos para el visitante: la extraordinaria riqueza de su avifauna.
Ya habíamos hablado de que este humedal que conforma la amplísima estructura hídrica del Magdalena Medio santandereano, subrayando que un reconocimiento especial lo determina la presencia de una importante población de manatíes, las llamadas sirenas de tierra adentro. Un recurso qué, aunque protegido y obviamente de un valor ecológico extraordinario, es un recurso que bien pudiera catalogarse como invisible, puesto que la fortuna de poder apreciar a uno de estos gigantes mamíferos, es muy baja dado que es poco amigo de dejarse ver por los profanos y le corresponde casi que exclusivamente a los científicos, este privilegio, previas tareas de captura controlada para mediciones y toma de material de estudio.

Lo contrario sucede con las aves, que, con más de 170 especies registradas, conforma uno de los enclaves de interés para el turismo de naturaleza y en él, tanto la observación, como la fotografía de aves; un atractivo que mueve millones de fanáticos alrededor del mundo y que por las condiciones del paisaje, la facilidad para acceder a diferentes puntos de registro y un marco donde la cultura de universo de los habitantes del río le auguran grandes sorpresas al visitante, proyectan un bastión de gran interés para la economía local, sumándosele al proyecto de desarrollo que sus habitantes llaman su sueño de canoeros.
Las águilas y cernícalos (halcones) son una de las familias más numerosas en Paredes. Entre los meses de noviembre y marzo con la migración, hace presencia una de estas aves que brinda un espectáculo sin par, la gigantesca Águila Pescadora (Pandion haliaetus) con su particular manera de capturar su alimento, permaneciendo perchada un largo tiempo observando el espejo de agua, para luego lanzarse y en vuelo rasante, elevar vuelo con un pez en sus poderosas garras.

El Águila Colorada al que los pescadores de la zona llaman Ahumadora, pues según ellos, siempre hace presencia donde se registren quemas, destacando su especial habilidad para volar entre el humo y aprovechar los momentos de pánicos que este genera entre los pequeños vertebrados y reptiles, para darse su banquete.
El Águila Negra por su cuenta, prefiere permanecer en perchas no muy altas, pues así logra acceder más fácilmente a su alimento preferido, las tortugas que llegan a tomar el sol en los playones. Con sus poderosas garras las captura y elevando vuelo, a gran altura las deja caer para partir su caparazón.
Pero no todo es así de violento en este escenario de incandescencia y calor sin tregua, pues en la ciénaga también hay lugar para el amor y los invitados para confirmarlo son nada más y nada menos que los poliamorosos chavarries, príncipes de los humedales, es una especie que hasta hace poco tiempo hizo parte del nada célebre Libro Rojo de las Aves de Colombia, donde se consignan y documentan aquellas especies que representan algún nivel de riesgo para su conservación.

Y hablando de parejas, un aspecto particular entre las especies aladas, hace referencia al dimorfismo sexual, es decir, cuando entre una especie de sexo masculino y uno femenino, las diferencias saltan se hacen evidentes, citando como ejemplo, el caso de una de las aves que con facilidad encontramos en este universo vital, el Hormiguero Crestado (Sakesphorus canadensis), qué para el caso, el macho blanco y negro y para la hembra, su plumaje es bermejo como el color de la tierra que habita.

Y como el tema es de la multiplicación de las especies, a veces el concepto de preservación se sale de control y se produce el fenómeno contrario, como sucede con el caso del Cormorán o Pato Cuervo como le llaman en Paredes a la especie Nannopterum brasilianus, cuyo crecimiento poblacional es tan elevado, que los propios pescadores vienen catalogando como una plaga y una amenaza alimentaria, si se tiene en cuenta que una sola ave de estas puede estar comiéndose entre tres y cuatro pescados diarios y su cantidad es tal que resultado imposible intentar un conteo individual sin un muy alto margen de error.
En este tema de los records, no puede dejar de anotarse las aves de mayor tamaño y envergadura que pueden encontrarse durante el recorrido por la ciénaga, en su orden la Garza Soldado (Jabiru nycteria), la Garza Calavera (Mycteria americana) y la Garza Mora (Ardea cocoi), seguidas muy de cerca por la Garza Blanca (Ardea alba) y la muy llamativa Garza Cuchara o Garza Rosa (Platalea ajaja).


Un personaje alado o mejor decir personajes alados, porque en Paredes se pueden encontrar por lo menos cuatro especies diferentes de ellos, son el Martín Pescador, con su característico pico y su manera única de pescar, zambulléndose cual saeta y emergiendo triunfante con su presa en la boca. En paredes podemos encontrar desde el muy bonito Pescador Enano, hasta el imponente Martín Americano destacado por el color de sus alas.

Nos podríamos extender hablando de lo que podríamos llamar literalmente un «avecedario»que describiera este extraordinario regalo que la naturaleza le augura al visitante, con la certeza de que esta pasión por maravillarnos por estos Tesoros Alados, estaría confirmando que este universo de las aves, es una manera única de brindarle bienestar mental y espiritual a quienes disfrutan de este hobbie que cada día converge más amantes de esta actividad donde Santander le apunta a una economía alada.
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*Fotógrafo.
Twitter: @maurobucaro