Gracias a este trabajo, se abren nuevas puertas a una de las modalidades del turismo de naturaleza que combina en justa medida la actividad física, la contemplación, el reconocimiento y el saber
Por: César Mauricio Olaya/ En buena hora la Gobernación de Santander a través de la Secretaría de Cultura y Turismo, ha hecho posible el sueño del gran amigo de mil caminos compartidos, el arquitecto Gilberto Camargo Amorocho, quien en compañía de un equipo de expertos que lo acompañaron en esta titánica labor de dejar para la historia un documento amplio, completo, serio y muy bien estructurado sobre los caminos que tan acertadamente compara el escritor Pedro Gómez Valderrama con las rayas de un tigre, para este caso, trazados sobre el lomo, valles y planicies de la cordillera andina.
Se trata del libro Caminos Históricos de Santander, un documento que debería estar sobre el escritorio de todos los gobernadores, alcaldes y concejales presentes y futuros de este territorio, amén de los colegios y escuelas casi como una cartilla de consulta obligada, porque en estas páginas no solamente está un amplio compendio de los trazados que rompen nuestra geografía caminera, sino está la historia, el legado, la hazaña y la narrativa de tantos hombres y mujeres, que apoyados con sus recuas, trazaron no solo un canal de comunicación para el comercio y el relacionamiento entre nuestros pueblos en tiempos idos, sino parte sustancial de nuestra propia historia o mejor decir, de nuestra esencia como pueblo.

Aun recuerdo la primera vez que conocí el mundo de los caminantes, bajo la guianza del hoy fallecido Delfín Albarracín, líder del grupo Huellas que me invitó a acompañarlos a hacer la ruta hacia el Corregimiento de Umpalá, en la profundidad del verde oasis que mancha de vida la sequedad propia del Chicamocha.
A partir de ese momento, vendrían muchos caminos, muchas montañas vencidas a punta de esfuerzo singular, de inevitables caídas, de momentos de cansancio tras horas de duras travesías, de reconocer los paisajes con la tranquilidad que brinda la certeza de que en esta actividad no hay reloj, no hay prisa, no hay obstáculos distintos a los que la tierra le pone a los pasos o los que surgen de improviso cuando se ignoran por ejemplo, las consecuencias de acercarse demasiado a una planta de Pringamosa.

En este ir y venir de fraterna amistad que se traza entre quienes se unen en lazo vinculante que une a los caminantes, conocía a Gilberto y con él a un grupo de entrañables amigos como Manuel Guacaname y su familia, Carlos Gómez, al incansable Alejandro Villabona y su señora Orfa Pabón, al narrador de los caminos Lelio Rodríguez y a decenas de amigos y amigos que siempre supieron del gran compromiso de un caminante: la solidaridad y la compañía, pues es norma en este trajín, que desde quien lidera y va a la cabeza del conjunto, hasta el último rezagado de los caminantes, todos juntos parten y todos juntos llegan.
Los caminos de Santander
Para el desarrollo de este extraordinario proyecto de recuperación de memoria histórica, los autores dividieron su investigación a partir de trazados que se enmarcaban por un punto de partida y punto final, determinando una serie de circuitos como para el caso de Santander se pueden dividir en tres grandes grupos: la Ruta de Maracaibo, la Ruta de Lengerke y la Ruta Comunera.
Para todos los efectos, este trabajo analiza cada uno de los tramos, siguiendo una metodología de medición, donde se tienen en cuenta aspectos claves como el estado del camino, las actividades de relacionamiento que se pueden determinar en su tránsito, sus referentes históricos, sociales o culturales, obstáculos, nivel de esfuerzo requerido para realizarlo, perfil longitudinal, caracterización de flora y fauna y generalidades de interés para el caminante.

Gracias a este trabajo, se abren nuevas puertas a una de las modalidades del turismo de naturaleza que combina en justa medida la actividad física, la contemplación, el reconocimiento y el saber, con el más preciado de los tesoros que buscan los nuevos turistas que tienen en la naturaleza su diana de expectativa: el poder respirar el oxígeno libre del que no se goza en las ciudades.

Virtud también que avala una práctica con conocimiento y con el llamado urgente a las administraciones a que le apuesten a la recuperación de estos caminos, con la certeza de que acá se encontrarán alternativas para la propia comunidad que requiere de opciones diferentes a dejar sus tierras y buscar futuro en las ciudades y en esto, se destaca de nuevo el papel cumplido por el arquitecto Camargo, quien a punta de tesón inquebrantable, ha logrado salvaguardar de su pérdida total importantes caminos como el que pretendió destruirse en el municipio de Contratación.

Caminos donde los gobiernos departamentales han realizado importantes inversiones como la recuperación del extraordinario camino entre Los Santos y Jordán Sube, restando por recuperar el sector que lleva hasta el municipio de Villanueva, donde se rinde un especial reconocimiento a nuestros ancestros Guanes, puesto que existe la leyenda que en un sector de este tramo, se encuentra el trampolín hacia la muerte, que usaron los indígenas como opción a caer en la esclavitud de los forasteros en periodos de la colonización.
Otro de los caminos recuperados es el antiguo camino construido por el ingeniero y comerciante alemán Geo von Lengerke, entre el municipio de Zapatoca y el Puente Ruedas sobre el río Suárez, que infortunadamente, la actual administración de la Ciudad Levítica dejó al azar y hoy el monte se ha tomado grandes sectores del trazado.
Queda mucha labor por hacer, pero el principio del renacimiento de estos trazados está puesto sobre la mesa y la esperanza está a la vuelta de la esquina, esperando ser objeto de atención en proyecto de gran importancia como la recuperación del hoy intervenido negativamente por las empresas areneras, entre el Corregimiento de Pescadero y el Municipio de Cepitá.
Hoy en Santander se encuentran legalizados ante la Secretaría de Cultura y Turismo de Santander un total de 22 grupos de caminantes, que reúnen a más de 200 entusiastas que cada fin de semana, toman sus bastones, llenan sus cantimploras y emprenden este retorno por los pasos dados.

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*Comunicador Social y fotógrafo.