Por: César Camilo Hernández Hernández/ Tenemos que ser realistas y consientes que la mayoría de partidos políticos en nuestro país están totalmente desprestigiados, empezando por su imagen es negativa y la credibilidad esta por el piso. Pero los ciudadanos tenemos que aceptar que dichas colectividades son la base de la institucionalidad que compone la democracia, convirtiéndose en uno de los dos más importantes actores con la ciudadanía.
Es momento de realizar la tarea álgida de rescatar la credibilidad, confianza y futuro de las organizaciones políticas. Este ejercicio debe ser en forma escalonada, participativo y sostenible. Los líderes de vieja data o los “caciques” tienen que mostrar su grado de pertenencia con los partidos y apoyar la renovación, replanteamiento o como lo quieran llamar de su casa política.
El primer paso a dar, es lograr e incentivar una participación masiva de nuevos perfiles en los comicios regionales que se aproximan, esa renovación sirve para que la ciudadanía vea nuevas opciones, nuevas caras y nuevos futuros que puedan llegar a cambiar ese hermetismo o desencanto por la política tradicional. Ahí juegan un papel muy importante las mujeres y los jóvenes, son los llamados a tomar las banderas de la democracia que encarna los partidos políticos.
El segundo acierto es retomar el proselitismo en barrios, veredas, el campo y los lugares donde hay deficiencia de penetración de los nuevos canales de comunicación como lo son las redes sociales, el ciudadano de a pie, el campesinado, el ciudadano más alejado, debe conocer los paradigmas, acciones y pensamientos de los partidos políticos, hacia donde van, cuáles han sido sus logros, esto ayuda a contrarrestar los vacíos, el inconformismo y falta de conocimiento de esa población que es la que elige, siendo la más necesitada de la inversión y atención del Estado. Los partidos están llamados a servir a toda la sociedad.
Un siguiente escalón es volver equitativa y sostenible la estructura, no estamos diciendo que se debe alejar o desechar los políticos antiguos que han defendido los ideales partidarios, al contrario, lo que se busca en que se genere una trasferencia de conocimiento y de liderazgo, pero positivo. Ojo lo que, si es necesario es apartar el dirigente que recae en hechos de corrupción que le hace daño a la democracia, la política y al partido. El trabajo de los integrantes de los partidos debe ser vinculante y transversal entre las actuales y nuevas figuras.
Debe existir un norte único de lógica e ideas sobre construcción de ciudadanía. Este proceso debe ser sin intereses personales, posiciones en pro de crecimiento de la organización, con el fin de volver a llegarle al seno de la sociedad y puedan entender que pueden trabajar de la mano de los partidos políticos. Esto debe llevarse como una revolución pragmática constructiva, con nuevos integrantes con aires y pensamientos frescos, que lleguen a aportar y no destruir, no se requiere de incendiarios, populistas o retadores. Los partidos políticos deben volver a construir líderes positivos.
Que bien le haría a la democracia que el rumbo de estas colectividades políticas girara a la renovación, a refrescar esos ideales que desde años atrás han sobresalido o pisoteado en diferentes circunstancias. Si se toman acciones y estrategias a tiempo, podrá existir un entendimiento con confianza y apoyo de la ciudadanía hacia los partidos políticos. Por lo cual es momento de replantear las estructuras, las acciones y los rumbos desde la organización para que puedan ser sostenibles en el tiempo, cumpliendo con las funciones claves de trabajar por la comunidad, crear familiaridad con el ciudadano y representar los ideales de la colectividad.
¡La política es buena para el pueblo, lo importante es saber hacerla y con quien hacerla!
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