Por: Miguel Ángel Moreno Suárez/ Cuando uno ingresa a la página web de Metrolínea encuentra información sobre su creación, naturaleza jurídica y algunos datos elementales. De primera mano pareciera que nos encontráramos con una inmensa paradoja, porque literalmente dice que el Sistema Integrado de Transporte Masivo Metrolínea, fue “concebido para mejorar la movilidad vehicular de la ciudad y su área metropolitana, además de reducir la contaminación de la ciudad y municipios circunvecinos. Se basa en el concepto de autobús de tránsito rápido, con paradas fijas en estaciones exclusivas. Los usuarios pagan el servicio a través de una tarjeta inteligente que se compran y recargan en las taquillas de las estaciones o en los puntos de venta autorizados. Su financiación fue respaldada por las alcaldías del área, la Gobernación de Santander y el Gobierno Nacional”.
La premisa suena ilógica, porque después de dieciséis años de creada la empresa, ésta no ha mejorado el problema de movilidad y falta por evaluar si realmente ha contribuido con la reducción de la contaminación. El concepto de autobús de transito rápido “Bus de Tránsito Rápido” BTR, tiene como objetivo combinar la capacidad, la velocidad y la flexibilidad, con el menor costo; elementos sobre los que bien vale la pena hacer una evaluación a nivel metropolitano.
En movilidad la puesta en marcha del sistema muestra debilidades: El Portal en Papi Quiero Piña, tiene la finalidad de recibir un número elevado de pasajeros provenientes de Floridablanca y Piedecuesta para distribuirlos en diferentes rutas. De eso lo único que existe es un elefante blanco abandonado, con columnas y hierros expuestos oxidándose, más una condena de 155 mil millones a favor del concesionario Estaciones Metrolínea que era el encargado de su construcción. Es decir, que el dinero para su construcción no existe y la empresa Metrolínea está además de ilíquida, en déficit, con altísimo riesgo de ser intervenida.
Las solas contingencias judiciales de Metrolínea valen casi igual que las condenas ejecutoriadas que a 2018 valían 192 mil millones. Esto nos permite afirmar que la quiebra de Metrolínea es inminente y que el esfuerzo fiscal de los municipios que componen el área metropolitana, la gobernación y la Nación ha servido para pagar el costo de la mala planeación sobre la que los órganos de control nos darán una respuesta.
Sin embargo, tenemos que avanzar y nada nos puede detener en el camino hacia el progreso. El esfuerzo fiscal y la iniciativa en la construcción del intercambiador de Papi Quiero Piña deben reconocerse. El trancón que se hacía en ese punto pronto se superará. Ese esfuerzo no puede quedar ahí. En primer término, el elefante blanco que obstruye hoy la movilidad debe ser intervenido para dar paso a la continuación del tercer carril y poder acceder al intercambiador de manera eficiente, habilitando la paralela. El Portal de Papi Quiero Piña es otro de los elefantes blancos en el que se refleja el pasado. Hagamos el compromiso de superarlos construyendo juntos, un nuevo camino.
La movilidad es tema metropolitano y como tal, se requiere de una política pública concertada y consensuada entre los alcaldes, los concejos municipales de los municipios del área metropolitana, la autoridad ambiental y la entidad Área Metropolitana, involucrando los gobiernos nacional y departamental. Debemos todos los ciudadanos trabajar para empujar hacia el mismo lado, hacia el desarrollo y progreso de nuestra región y de sus habitantes.
Twitter: @MiguelMorenoSu