En medio de los escombros, con temor de ser atacados y con su fe intacta, cristianos palestinos participaron en una misa navideña nocturna en la sitiada Ciudad de Gaza. Pero la Nochebuena llegó sin tregua y el humo de los bombardeos se elevó nuevamente sobre el territorio asediado por el Ejército de Israel.
Los refugiados en el campo de Al-Maghazi, en el centro de Gaza, tuvieron que soportar un masivo ataque aéreo de parte de las tropas israelíes. “Todos fuimos atacados”, contó Ahmad Turkomani, residente del enclave, y quien perdió a varios miembros de su familia, entre ellos su hija y su nieto. «De todos modos, no hay ningún lugar seguro en Gaza», lamentó.
Más de 100 personas perdieron la vida en los continuos asaltos entre la noche del 24 de diciembre y la mañana de este lunes 25 de diciembre, según cifras del Ministerio de Salud Gazatí.
Entre las víctimas mortales se encuentran al menos 78 en el campamento de Al-Maghazi. Al menos 12 de ellas eran mujeres, niños y niñas, agregó la cartera de Salud. En otros puntos de la sitiada franja costera se reportaron otras 30 muertes.
Varias imágenes muestran la extensa destrucción en Al-Maghazi. El Ejército de Israel señaló que estaba “revisando el incidente” por tratarse del ataque a un campo de refugiados.
Tras más de dos meses de guerra y la creciente cifra de víctimas mortales: 20.424, con corte hasta el 24 de diciembre, la mayoría civiles, Estados Unidos, el principal aliado de Israel, ha matizado su respaldo irrefutable al pedir acciones para proteger la vida de los civiles.
Aunque esta no es la primera vez que las tropas del país dirigido por Benjamin Netanyahu atacan un campo de refugiados en Gaza, la institución castrense asegura que está “comprometida con el derecho internacional, incluida la adopción de medidas viables para minimizar el daño a los civiles».
Hamás rechaza ceder el control de Gaza a cambio de un alto al fuego
Hamás y su aliado, la Yihad Islámica, rechazaron un plan egipcio que propone que renuncien al poder en la Franja de Gaza, a cambio de un alto al fuego permanente, señalaron a Reuters dos fuentes de seguridad de Egipto.
El Gobierno de ese país media en un ambicioso plan, respaldado por Qatar, para poner fin a las hostilidades, el cual incluye, inicialmente, una tregua de dos semanas entre las partes y la liberación de entre 40 y 50 rehenes, a cambio de la liberación de entre 120 y 150 palestinos de las cárceles israelíes, agregaron las mismas fuentes.

Todo en un plan que aspira a extenderse en una pausa de agresiones a largo plazo. Tanto representantes de Hamás, como de la Yihad Islámica, han estado manteniendo conversaciones por separado con mediadores egipcios en El Cairo, pero ya se negaron a ofrecer concesiones más allá de la posible liberación de más secuestrados, retenidos desde el 7 de octubre, cuando los militantes entraron en el sur de Israel, donde mataron alrededor de 1.200 personas y secuestraron a más de 240.
“Hamás busca poner fin a la agresión israelí contra nuestro pueblo, las masacres y el genocidio, y discutimos con nuestros hermanos egipcios las formas de hacerlo (…) Dijimos también que la ayuda a nuestro pueblo debe seguir y debe aumentar y debe llegar a toda la población del norte y del sur. Una vez que se detenga la agresión y se aumente la ayuda, estamos listos para discutir el intercambio de prisioneros», sostuvo un funcionario del movimiento islamista.
“Las Brigadas Al Qasam destruirán al Ejército de ocupación”
Por primera vez, desde el ataque de Hamás a Israel, el pasado 7 de octubre, el líder del grupo islamista que controla la Franja de Gaza, Yahya Sinwar, envió un mensaje público sobre la guerra, a través de los medios de comunicación de su movimiento.
Es una “batalla feroz, violenta y sin precedentes» contra Israel, afirmó Sinwar, al mencionar que el brazo armado de Hamás, las Brigadas Al Qasam, “destruirán al Ejército de ocupación, están en camino de aplastarlo y no se someterán a las condiciones de la ocupación», agregó.
El líder de Hamás afirmó que las tropas israelíes “están sufriendo grandes pérdidas en vidas y equipos». Según Sinwar, Hamás habría atacado a unos 5.000 soldados israelíes. De este número, un tercio murieron, otro tercio resultó herido y el último tercio permanentemente incapacitado.
Sin embargo, las cifras no se acercan a la información que el Ejército extranjero ha publicado. Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), 489 soldados han perdido la vida desde el 7 de octubre, de los cuales, 156 murieron en territorio palestino, tras su incursión terrestre, el 27 de octubre.
Por su parte, las autoridades de Israel señalan que Sinwar podría estar escondido, al igual que otros jefes de la milicia, en la red de túneles subterráneos del enclave, por lo que intensifican sus ataques a lo largo del territorio gazatí.

“La guerra está lejos de terminar”
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, emitió un mensaje sobre la guerra con Hamás, en el que aseguró que el conflicto está «lejos de terminar». El anunció lo hizo ante los legisladores de su partido, Likud.
«No vamos a parar. Seguimos luchando, intensificaremos en los próximos días y los combates durarán mucho, no están cerca de concluir», aseveró.
En su declaración, el premier desestimó que exista una posibilidad de un alto al fuego, tal como presionan algunos líderes de la comunidad internacional, pero no Estados Unidos.
Entretanto, las FDI expusieron lo que aseguran sería el cuartel general norte de Hamás, que se encontraba a decenas de metros de profundidad. “El cuartel general subterráneo estaba formado por dos niveles, con una intrincada red de túneles, utilizados para dirigir el combate y el movimiento de los terroristas”, informaron los militares, al mencionar que esta red estaba conectada a un pozo que conducía a la residencia del comandante de la Brigada Norte de Hamás, Ahmad Andur.
Además, las tropas intensifican su operación en el sur del enclave. Los soldados de las FDI dirigieron un avión de combate, según su versión, para eliminar a un comandante de Hamás que estaba ubicado en el área de Khan Younis, en el sur de Gaza, hacia donde se ha dirigido la mayor parte de la población, tras los llamados constantes del Ejército a los civiles para que evacuaran el norte del enclave.