Por: Pablo Arteaga/ De todos los países de mundo, Colombia es uno de los más privilegiados, por no decir, que es el más afortunado, es uno donde perdura el verde de las hojas, abundan las flores de una eterna primavera de 365 días, una vasta variedad de especies frutales, que, por alguna razón, nuestro padre celestial nos obsequió.
Somos un país en el que abunda la riqueza desde todas las ópticas, ambiental, agrícola, intelectual, biodiverso, pisos térmicos, etc. Hasta en lo cultural somos un país con una rica biodiversidad, casi que se podría decir que en cada esquina podríamos apreciar un gran tesoro.
En medio de esta situación que hoy vive la humanidad, hacemos un espacio para la meditación y la reflexión, en este espacio encontramos que nosotros como habitantes de nuestro país a pesar de todos los privilegios y bendiciones, no valoramos lo que nos han entregado.
Entre más nos dan, menos queremos, esto hace referencia a que cuando nos dicen quédate en casa para salvaguardar la vida, no lo hacemos; cuando nos dicen sal a votar para que puedas hacer valer tu derecho de elegir, no lo hacemos; cuando nos dicen vota a conciencia, elige a un buen gobernante porque él va a dirigir y a construir el futuro tuyo y el de las próximas generaciones, no lo hacemos.
Es realmente inconcebible el nivel de desprecio y masoquismo que existe en nuestra sociedad, que aun con el libre albedrío de tomar decisiones que favorezcan, garanticen nuestra subsistencia, bienestar y mejoramiento de la calidad de vida no lo hagamos.
El Covid-19 es más allá de un gran problema, es una gran oportunidad para muchos, para algunos como yo, es la oportunidad de reflexionar acerca de nuestras actuaciones, dándonos la oportunidad de construir un mejor proceso de vida a largo plazo, otros tal vez, vean una gran oportunidad de generar dinero aprovechándose la necesidad de muchos y para otros sea esta la gran oportunidad de liberar obligaciones, tales como las pensiones y ayudas de orden nacional como en el caso de Colombia, familias en acción, jóvenes en acción, subsidios a desplazados, tercera edad o por a, b, c, d, etc.
Los que buscamos y tratamos de obtener una lectura clara que podrá suceder con esta grave situación mundial a causa del coronavirus Covid-19, visualizamos que la normalidad que conocemos nunca volverá ya sea porque habremos perdido seres queridos, porque nuestros hábitos no serán los mismos o porque nuestras condiciones de subsistencias no serán las mismas, nuestras actividades rutinarias estarán condicionadas o simplemente el instinto de subsistencia nos llevara a un nivel que nunca imaginamos vivir.
En mi opinión, el gobierno nacional y muchos gobiernos municipales o en su defecto distritales, les mienten a sus habitantes, la gran disculpa es de no generar pánico. Sin embargo, yo pienso que, en una cultura tan deschavetada, folclórica y rica en el desconocimiento e irrespeto de la autoridad, como resultado de ese cáncer cultural de corrupción que abraza a nuestro país, pienso que el pánico puede ser un gran aliado, haciendo que la población se quede en casa, para la batalla frontal contra este enemigo público mundial.
Si países como China, Corea, Japón, países europeos e incluso la misma potencia mundial, que muy seguramente en algunos meses dejará de serlo, no han podido con este gran enemigo público mundial que se pasea por sus calles como un gran ruiseñor que recoge cuantas almas encuentra en su camino, ahora sí, pretendemos que un país como el nuestro, descrito y condenado por sus mismos habitantes gracias al elipse de la corrupción, hable de reactivación económica bajo el efecto acordeón en una pandemia que aún no empieza.
Si los espejos expuestos por países que hoy lloran sus muertos y en algunos los toca dejarlos como estiércol sobre las calles por la imposibilidad de darles santa sepultura, realmente no sé qué más necesitemos como país para poder entender, que, si no transformamos la manera de ver nuestras vidas, de priorizar nuestras decisiones y restaurar nuestros principios y valores, caeremos en un hoyo profundo del cual no habrá manera de salir.
La llovizna que hoy vivimos con la pandemia, es solo el inicio de una gran tormenta que se avecina y para la cual no estamos preparados, sin embargo, solo depende de nosotros entender, que puede ser una gran oportunidad de transformar nuestro país, hoy muchos colombianos estamos viviendo penurias en carne propia, porque las ayudas del estado no llegan, porque es evidente la manera tan descarada como se están robando los recursos públicos, porque nuestros gobernantes están más pendientes de cómo se roban el presupuesto que se supone que debe ser invertido en el bienestar de todos los habitantes de nuestro bello país.
Pero estas ayudas se quedan realmente en los operadores, ya, que los que elegimos para gobernarnos les están pagando a los contratistas los dineros invertidos en campañas y poco se interesan por nuestros pueblos, que los 50.000 mil devaluados pesos que les entregaron a los votantes por su voto el día de elecciones, hoy no les alcanza para todas las necesidades que hoy viven.
Que interesante seria que, en vez de los operadores, las administraciones se apoyaran en las fuerzas militares, para atender a la población y poder llevar las ayudas humanitarias, a fin que los dineros invertidos en la crisis, realmente si, llegaran a cumplir su noble objetivo.
Entre más riquezas tenemos menos valoramos y cuidamos lo que tenemos. La vida es uno de esos grandes tesoros, que, aunque infortunadamente no hemos entendido el valor que tienen, no debemos esperar a que ese gran ruiseñor de la muerte toque nuestra puerta para llevarnos o llevarse a nuestros seres queridos.
Así que nuestra mejor arma para protegernos y proteger a nuestros seres queridos, por ahora, en contra de este gran enemigo público, es el aislamiento total quedándonos en casa.
*Profesional en Comercio Internacional y Especialista en Gerencia de Proyectos.
Correo: arteagapab@gmail.com
Twitter: 2018Arteaga