En torno a 100 vidas humanas, por el momento, fueron segadas por la violencia, supuestamente terrorista, en el norte de Burkina Faso, que enfrenta en los últimos años un aumento de ataques de corte terrorista. El presidente Roch Marc Christian Kabore calificó el ataque de «bárbaro».
En la noche del viernes un grupo de hombres armados irrumpió en la aldea de Solhan en la norteña provincia de Yagha, en la frontera con Níger. Además de los fallecidos, los atacantes dejaron a su paso casas quemadas y el mercado calcinado, según informó el Gobierno, que ha declarado 72 horas de duelo nacional.
Por el momento ningún grupo ha reivindicado un ataque, que, según las cifras aportadas por el Gobierno, es el más mortífero de los últimos cinco años, desde que el país de África Occidental fuera invadido por yihadistas vinculados a Al-Qaeda y al Estado Islámico, afirmó Heni Nsaibia, investigador principal del Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados.
«Está claro que los grupos militantes han cambiado de marcha para agravar la situación en Burkina Faso y han trasladado sus esfuerzos a áreas fuera del alcance inmediato de la coalición antiterrorista liderada por Francia que los combate en la región fronteriza de los tres estados», dijo en referencia a Burkina Faso, Mali y Níger.
Seis años de continuo aumento de la inseguridad
El año 2015 marcó un punto de inflexión en el país. Aquel año, grupos terroristas yihadistas aliados de Al-Qaeda y el Estado Islámico comenzaron a atacar la región del Sahel, en la que se encuentra Burkina Faso. Como consecuencia, el país cuenta con en torno a 1,14 millones de desplazados sobre una población de 20 millones de personas.
Además, se calcula que hay 20.000 refugiados de la vecina Mali, que huyen también de la violencia yihadista en su país. Durante el mes de marzo, en Burkina Faso murieron 137 personas al sur del país en redas similares a la del viernes. En abril, más de 50 personas murieron en una semana, incluidos dos periodistas españoles y un conservacionista irlandés.
Durante el mes de mayo, al menos otras 30 personas fueron asesinadas en el este del país. El presidente Roch Marc Christian Kaboré aseguró en 2016, tras un ataque en el que murieron 30 personas, tener “la convicción de que en la unidad y cohesión nacional saldremos victoriosos de esta guerra que imponen a nuestro pueblo y a todos los demás pueblos del mundo”.
Cinco años después, y tras ser reelegido en unas elecciones en las que en torno al 20% de la población no pudo votar por los problemas de inseguridad, Kaboré sigue sin saber responder al problema del terrorismo.
Francia, cada vez más presente en el Sahel
El pasado febrero el ejecutivo francés anunció el envío de 600 soldados más al Sahel para ayudar en la lucha yihadista, sumando así un total de 5.100 soldados. En aquel momento, el presidente Emmanuel Macron hizo un llamado a otros países europeos a que sumaran fuerzas, si bien no hubo respuesta positiva.
Pese a este despliegue, los ataques han seguido aumentando sin que, por el momento, los ejércitos locales ni Francia hayan podido impedirlo. El ejército de Burkina Faso no cuenta con un equipamiento adecuado e incluso pidió el año pasado combatientes voluntarios para enfrentar la amenaza yihadista.
En Mali, otro de los países más afectados por el terrorismo, la inestabilidad política, consumada con el golpe de Estado militar, tampoco ayuda a encontrar una solución. Esta misma semana Francia decidió suspender operaciones conjuntas con el ejército maliense en respuesta al golpe de Estado.