Por: Luis Carlos Heredia Ordoñez/ En Colombia, el bajo rendimiento académico es una de las más graves problemáticas para lograr un desarrollo social y de investigación que logren posicionar al país como unos de los mejores en educación.
Con ello nuestro país, requiere de grandes estrategias que permitan el fomento de una formación con calidad de contenido (actualizado especialmente y practico)
Igualmente, el desarrollo de ambientes de aprendizaje que estén realmente conectados con las realidades sociales de nuestro departamento, hace necesario que el aprendizaje de los estudiantes y futuros profesionales, sea fluido, fomentado y estimulado, no solo impuesto como un requisito o como un dogma por parte de un profesor.
La masificación en el país de la educación y en mundo durante el siglo XX y XXI, ha llevado a que la cobertura educativa y la masificación sea el común denominador de las políticas educativas santandereanas.
En la realidad santandereana, la calidad de educación y formación se ve como un aspecto secundario y sin importancia (ver resultados PISA) que solo se limita a dictar contenidos, por encima de cuanto aprendió y para qué sirve este contenido realmente.
Se hace necesario en Santander, una mejor calidad de docentes (que no es tener maestría o doctorado) en donde se forme en términos de practicidad, pragmatismo y utilidad de formación basados en aprendizaje y no solo cumplir con contenidos programáticos
Según el Icfes, Universidad del Norte y sus especialistas en economía, pedagogía, sociología y psicología, han desarrollado un análisis sobre la baja calidad en la educación superior en el oriente colombiano
En donde la brecha de género, la baja capacidad de lectura crítica y analítica, a esto sumado la falta de calidad en la catedra universitaria y la ausencia de espacios de práctica, experimentación, formación desde la realidad, son los principales problemas en la formación académica universitaria, técnica o tecnológica.
Esta situación es bastante común en las aulas santandereanas y especialmente preocupante, que desde la formación académica universitaria se presenten estas situaciones.
Como no recordar en muchos espacios académicos en los cuales participamos y especialmente en la ingeniería; de cómo algunos docentes, menosprecian al estudiante aplicado, lo señalan, se burlan, lo insultan y lo ven como un enemigo que le va a quitar su trabajo, incluso les roban los méritos en sus trabajos de investigación e innovación
Estos ejemplos de canibalismo académico, con el estudiante comprometido y que comprende que la educación como un propósito de vida y de construcción de sociedad, no se puede permitir en Santander.
Como ciudadano soy un convencido de que el progreso del país se da de dos maneras, con una economía fuerte, nacional y fraterna, con un sistema de educación realmente conectado con la realidad y que sea útil.
Así mismo, tenemos como ciudadanos que eliminar en nuestra sociedad 4 aspectos muy importantes: el odio de clase, eliminar la corrupción, castigar severamente a los corruptos del país y especialmente la mediocridad académica.
En esta última, es lamentable observar cómo en algunas universidades de nuestro departamento se ven que las agresiones al estudiante, la falta de una comunicación asertiva y el ver la educación como un negocio y que solo importa el dinero del estudiante.
Pero especialmente la altanería y la soberbia docencial, en donde los ataques hacia el estudiante que se preocupa por su aprendizaje por encima de un título o de un certificado, para transformar el país
Se ha convertido en un aspecto degradante y grotesco, en donde burlarse de sus estudiantes es lo más ruin que hacen algunos docentes, esos que al final de todo lo único que enseñan que no se debe ser pésimos profesionales como ellos y jamás ser como estos “docentes” en el quehacer profesional.
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*Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.
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