Estamos ante una cuenta atrás para el planeta. Así lo expuso este viernes el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante su comparecencia en la COP27, en la que subrayó la amenaza que supone la crisis climática para el planeta y aseguró que su país «está cumpliendo con su parte».
«La crisis climática afecta a la seguridad humana, económica, medioambiental, a la seguridad nacional y a la vida misma del planeta», apuntó Biden desde Sharm el Sheij, en alusión al rápido deterioro y las temperaturas extremas que se están viendo en todo el mundo.
En el centro de su discurso figuró la necesidad de una lucha «conjunta» para lograr mejores resultados y aumentar las ambiciones climáticas globales más rápidamente.
El demócrata aprovechó para recordar la importancia de que las naciones mantengan el compromiso de evitar que la temperatura media del mundo aumente más de 1,5 grados celsius, límite para que la Tierra evite experimentar consecuencias aún más negativas e irreparables, según advierten los expertos.
A pesar de que Estados Unidos es el segundo emisor de gases de efecto invernadero de todo el mundo, el mandatario dijo que -con la ayuda de las potencias más ricas- los países en desarrollo también deben contribuir a la transición a energías menos contaminantes.
«Si se puede financiar el carbón en países en desarrollo, no hay razón para no financiar energía verde (…) Las naciones que están en posición de ayudar deberían estar ayudando a los países en desarrollo para que puedan tomar decisiones climáticas decisivas», sostuvo el mandatario, con un gran aplauso tras sus palabras.
Respecto a la guerra en Ucrania, uno de los temas que más preocupa al mundo junto al aumento de la inflación, Biden dijo que es una prueba más de la necesidad de caminar hacia energías más respetuosas con el medioambiente y que no generen dependencias entre unos países y otros -como en el caso de la Unión Europea respecto al gas ruso-.
«La guerra de Rusia no hace sino aumentar la urgencia de la necesidad de que el mundo deje de depender de los combustibles fósiles», dijo el líder estadounidense.
En esta línea, apeló directamente a Rusia y a su invasión a Ucrania, algo que ha generado estragos a nivel mundial con escasez de grano y comida y una gran inestabilidad en el mercado energético, algo que se ha traducido en el aumento de la «inflación global».
Las políticas de EEUU contra la crisis climática
Antes de que el presidente viajara a Egipto, la Administración de Biden preparó un paquete de medidas para reducir la emisión de gases contaminantes en el país, especialmente el metano. Con una ley que destinará 370.000 millones de dólares para medidas que faciliten el abandono progresivo de los combustibles fósiles.
«Estamos demostrando que una buena política climática es una buena política económica», dijo Biden respecto a su agenda climática.
Su Administración ha hecho especial hincapié en la regulación del metano, un gas que, según los científicos, es uno de los que más contribuye a la crisis climática. El objetivo de todas estas políticas es ambicioso, el Gobierno demócrata ha estimado que las medidas -si se mantienen en futuras administraciones- reducirán a la mitad las emisiones de metano para 2035.
Y es que la condición de Estados Unidos como gran emisor también le otorga una gran responsabilidad, motivo por el que Biden pidió disculpas por la retirada del anterior gobierno -encabezado por Donald Trump- del Acuerdo de París en 2020.
La política del demócrata respecto al clima difiere mucho de la de su predecesor, con un claro compromiso con el medioambiente y el anuncio de varios millones de dólares para combatir la crisis climática en distintos frentes. Biden remarcó también una promesa: Estados Unidos cumplirá con sus objetivos climáticos para 2030.
No obstante, su papel de gran emisor hace que muchos piensen que Estados Unidos debería ir aún más lejos con sus compromisos climáticos.
Protestas de activistas y acusaciones de ‘greenwashing’
Varios activistas climáticos han visto esta cumbre climática con escepticismo y acusaciones de falta de compromiso real de los países más emisores. Durante el discurso de Joe Biden, un grupo de activistas entre el público se levantó con una pancarta que decía: «Personas vs. combustibles fósiles», denunciando muchas promesas y pocas acciones para frenar el calentamiento global.
«Es importante que recordemos que la acción climática debe ser ahora, y que compensar el carbono -en referencia a los bonos de carbono- de las empresas, nunca va a resolver el inminente colapso climático al que todos nos enfrentamos», sostuvo Jacob Johns, activista climático, ante el periódico The New York Times.
Y es que un informe de Naciones Unidas, publicado la semana pasada, acusa que las emisiones no están bajando, si no que se espera que aumenten en un 10,6 % para 2030 -y en comparación con los niveles de 2010-. Algo que, de cumplirse, vendrá acompañado de fenómenos naturales extremos como sequías, huracanes e incendios en todo el mundo.
Otros puntos criticados han sido el conocido como ‘greenwashing’, con la participación de empresas contaminantes en la cumbre como Coca-Cola, algo que los activistas por el medioambiente han tachado de «doble moral».
El reparto injusto de responsabilidades también ha estado sobre la mesa. Históricamente, potencias ricas como Estados Unidos y la Unión Europea han emitido la mayor cantidad de dióxido de carbono y otros gases contaminantes. Sin embargo, las naciones más pobres son las que han sufrido las consecuencias más graves de los fenómenos extremos, como inundaciones u olas de calor. Por eso, también se han pedido pagos e indemnizaciones por «daños climáticos» a las naciones más necesitadas y afectadas.
En esta línea, Biden repitió la promesa de contribuir con hasta 11.400 millones de dólares anuales de financiación internacional para el clima hasta 2024, algo que también dijo el año pasado pero que no ha cumplido.
«Nos apresuramos a hacer nuestra parte para evitar el infierno climático sobre el que el secretario general de la ONU nos advirtió esta semana», resaltó Biden hacia el final de su discurso en la cumbre.
Una promesa que ahora muchos esperan ver respaldada con acciones concretas y medidas que luchen contra la crisis climática en todo el mundo.
