El expresidente de Brasil tuvo fue interrogado por las autoridades brasileñas sobre los motivos por los cuales conservó el regalo que recibió de Arabia Saudita luego de haber dejado su cargo como jefe de Estado. La declaración no tuvo sorpresas y Bolsonaro respondió a todas las preguntas hechas por la Policía Federal.
Sin dejarse ver al inicio o al final de la reunión, y sin dar declaraciones a la prensa local, el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, estuvo en la sede de la Policía Federal en Brasilia para responder a un interrogatorio que duró tres horas.
Para Fabio Wajngarten, un cercano colaborador político de Bolsonaro, la declaración de este miércoles 5 de abril ante la Policía «transcurrió de manera absolutamente tranquila, habiendo respondido a todas las indagaciones hechas por la Policía Federal. Fue una muy buena oportunidad para aclarar los hechos».
El exmandatario recibió el regalo en 2021, por parte del rey saudí Salmán bin Abdulaziz. Uno de esos paquetes obsequiados fue exclusivamente para la primera dama de ese entonces, Michelle Bolsonaro. Unas joyas que están valoradas en más de 3,2 millones de dólares y que fueron incautadas por funcionarios de aduanas en la mochila del asistente de Gobierno del expresidente, cuando regresaba de Arabia Saudita.
En su poder, el expresidente tenía otros dos conjuntos de joyas valorados en 100.000 y 75.000 dólares, que debía haber entregado al Estado una vez terminado su mandato (2019-2022).
Además, un rifle y una pistola, que fueron un obsequio de Emiratos Árabes Unidos, fueron entregados a la Policía Federal.
El político ultraderechista había afirmado que «recibir regalos» no era «nada malo». Pero al conocerse la noticia, se desató un escándalo. Sus opositores lanzaron férreas críticas que afectaron su reputación, considerando que Bolsonaro ha sostenido un discurso anticorrupción antes y durante su estadía en el poder.
Para sus críticos, Bolsonaro erró en mantener regalos que pertenecían a la colección presidencial. Además, lo acusaron de tratar de evadir los derechos de aduana introduciendo las joyas a Brasil como si se tratara de material de contrabando —ninguno de los miembros de la delegación presidencial decidió declarar los objetos para su ingreso—.
Medios locales reportaron que varios funcionarios del Gobierno de Bolsonaro intentaron, sin éxito, recuperar las principales joyas en el aeropuerto internacional de Guarulhos de São Paulo.
Bolsonaro, sin embargo, acató el llamado de las autoridades a devolver los paquetes de joyas que estaban en su propiedad. Una acción que fue usada por su defensa en la auditoría de este miércoles para asegurar que el expresidente cumple con «el compromiso de obedecer y respetar la ley».
El regreso de Bolsonaro a Brasil, entre múltiples pendientes judiciales
El interrogatorio por la investigación de las joyas se dio justo seis días después de que Bolsonaro haya regresado a su país, tras haber permanecido tres meses en Estados Unidos.
Desde que dejó el poder el pasado 1 de enero, el ahora expresidente de la mayor potencia latinoamericana ya no está cobijado por el fuero especial que la Presidencia le otorgaba. Ahora, debe responder a la justicia común por diversos casos en los que se le investiga.
Bolsonaro debe responder a diferentes procesos que ya fueron autorizados por el Tribunal Supremo y por algunos crímenes que lo acusa una comisión parlamentaria y la Procuraduría General de Brasil.
Antes de llegar al Palacio de Planalto, Bolsonaro fue imputado en dos procesos penales por incitación al delito de violación y por injuria contra una diputada de la bancada izquierdista, el Partido de los Trabajadores (PT). El expresidente agredió verbalmente a la diputada y dijo en los micrófonos: «No te violaría porque no mereces ser violada».
Bolsonaro fue condenado a pagar una indemnización y a disculparse públicamente, pero la acción penal en su contra se detuvo en 2019, cuando llegó al poder. Sin embargo, podría reactivarse ahora y hasta ser condenado a una detención de tres a seis meses.
Otro de los crímenes de los que se le señala, es por divulgar información falsa sobre la vacuna contra el Covid-19.
En octubre de 2021, el entonces presidente leyó una noticia falsa en una emisión en directo en redes sociales. En el texto, Bolsonaro leía que las personas vacunadas en Reino Unido «estaban desarrollando el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA)», algo que las autoridades sanitarias internacionales desmintieron por completo y señalaron de «falso».
Sobre este suceso, la Policía Federal señaló a Bolsonaro del delito de incitación pública a la práctica de un delito, ya que motivó a las personas a desobedecer normas de salud que en ese momento eran obligatorias.
En febrero de este año, un delegado de la Policía Federal hizo otro señalamiento en contra de Bolsonaro. Según el funcionario, el expresidente incurrió en el delito de violación del secreto funcional al haber propiciado una narrativa fraudulenta sobre el proceso electoral del país.
«Jair Bolsonaro contribuye a comentarios que incitan el fraude sin pruebas ni indicios, hace que se dé un escenario dudoso sobre el sistema de votación de Brasil», explicó el funcionario ante el Supremo. No obstante, la Procuraduría General archivó el proceso.
Y mientras más acusaciones se acumulan en los tribunales brasileños en contra del exmandatario, desprotegido de la cobertura presidencial, el proceso más reciente es el que presume la autoría de Bolsonaro en el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado perpetrado el 8 de enero de este año por miles de sus seguidores. Uno que dejó imágenes de la capital brasileña que recordaban a la toma del Capitolio estadounidense. En esa jornada, los bolsonaristas intentaron forzar un golpe contra el Gobierno democráticamente elegido de Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva.