Por: César Camilo Hernández Hernández/ A raíz del impacto estructural, económico y social, que repercutió en un gran porcentaje de empresas privadas y públicas, a causa de la volatilidad de diversos factores en épocas difíciles, surge la necesidad de implementar y mejorar buenas prácticas corporativas, como programa bandero en las organizaciones para resarcir los efectos ocasionados.
El gobierno corporativo ha sido un tema de gran alcance a nivel mundial, el cual se convirtió en salvavidas en crisis económicas de ciertos países, sacando a flote la debilidad en la competitividad de diferentes sectores. La implementación de esta corriente corporativa coge fuerza en el sentido de fortalecer los órganos directivos, relación con stakeholders y trasparencia en la gestión.
En el sector privado y público, las capacidades institucionales deben tener un cimiento solido y ejemplar desde las cabezas organizacionales, para irradiar ventaja competitiva hacia adentro y hacia afuera. El desempeño del gobierno corporativo crea capital social organizacional, un insumo intangible con variedad de fortalezas y oportunidades, para sobrellevar y contrarrestar las debilidades y amenazas.
Recientemente en Colombia, se suscitó una gran polémica en una de las empresas mas emblemáticas para los antioqueños y colombianos, EPM- Empresas Públicas de Medellín. La movida de fichas en su órgano rector; la junta directiva, ocasionó una variedad de posturas de idoneidad y necesidad. Desde mi opinión, algo oportuno desde lo que implica un gobierno corporativo sostenible.
Los empresarios o dueños de las empresas, buscan organizar, designar y controlar, sus acciones, inversiones y funciones dentro de las organizaciones. Es incoherente que, a ellos no se les permita definir su equipo de trabajo, distribuir los derechos y deberes, estableciendo el conducto en la toma de decisiones.
Como lo plantea, el CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, un buen gobierno corporativo, implica el derecho a la propiedad, donde cada participante sea idóneo en el ejercicio pleno de su función, el papel del directorio y la gerencia, mediante esquemas de dirección bien delimitados y controlados, y por último, la transparencia, a través de un flujo de información completa y veraz externa e internamente.
Otro caso opuesto, se vive en una empresa muy querida por los bumangueses, el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga (amb). Allí, hace mas de un año, se modificaron los Estatutos para implementar un ‘gobierno corporativo’, en contravía de principios de esta buena práctica, afectando los derechos de propiedad, ocasionando fracturas en el relacionamiento con los grupos de interés internos (trabajadores) y la transparencia institucional.
Es inconsecuente y arbitrario, que el máximo accionista de la empresa, quien orienta los intereses de expansión y crecimiento organizacional, no tenga asiento en la junta directiva. El Alcalde de Bucaramanga, debe ser el líder del barco, quien direccione el norte de la empresa, determine las reglas claras y sea el garante de preservar los recursos de miles de usuarios.
En las buenas prácticas de gobiernos corporativos, no se comulga con la discriminación del principio de igualdad del voto y el derecho de los accionistas que representan una participación significativa. Hay que recordar que la estabilidad y solidez, se da entre quien opera (gerencia-directivos) y quien invierte (accionistas).
Cualquier sector, actividad y tamaño, merece adoptar un buen gobierno corporativo, no podemos ser ajenos a la desestabilización económica actual, que golpea a empresas y entidades de todos los niveles. Un primer paso al renacer institucional es tomar acciones corporativas que trasciendan de forma transversal en el entono externo e interno.
En Colombia, existe una organización donde se habla del buen gobierno corporativo, el Instituto Colombiano de Gobierno Corporativo – ICGC, allí se puede encontrar multiplicidad de casos de éxito para aplicarlos. Los lineamientos están dados para que los lideres de las organizaciones acojan los mecanismos para generación de valor y competitividad hacia una sostenibilidad financiera, ambiental y social.
*Ingeniero Industrial, Especialista en Gerencia de Proyectos y Magister en Administración.
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