Por: Paola Guarín/ Respirar se convierte en una necesidad primordial, sin clasismos y/o restricción en tiempos de pandemia. Esta necesidad fisiológica obliga a un contacto permanente entre el aparato respiratorio y el medio ambiente, relación que solo en estos tiempos comprendemos su indudable dualidad y equilibro, de una u otra manera.
Esta relación es imprescriptible para la vida en cualquier ser vivo y aunque nos hace vulnerables, en la acción de los contaminantes suspendidos en el aire que respiramos. Los pulmones se convierten en la puerta de entrada, con frecuencia de una manera invisible, para un gran número de sustancias con capacidad de causar enfermedad respiratoria, cardiaca o de otros órganos.
La preocupación por conseguir un aire limpio, es un bálsamo o fórmula para hacer más llevadera la sintomatología ocasionada por el virus Covid-19 a nivel mundial. Con o sin pandemia, es claro que el recurso aire es por hoy tan relevante como el agua y su sostenibilidad debe ir de la mano con el efecto invernadero, el desarrollo urbanístico, el mercado automotor y el trasporte aéreo.
La emisión de óxidos nitrosos y partículas en suspensión produce efectos nocivos en los enfermos respiratorios crónicos, aumentando la necesidad de medicación, los síntomas y las exacerbaciones de su enfermedad. También va a incidir en el desarrollo de la función pulmonar de los individuos jóvenes y sanos y cada vez hay más datos que refuerzan la asociación entre contaminación atmosférica y aparición de asma. La adopción de medidas dirigidas a disminuir los niveles de contaminación, debe ser una tarea inagotable propia de un Estado social de Derecho garante, acompañado de un descenso de las agudizaciones en los enfermos respiratorias, con disminución del número de hospitalizaciones y mejoría en la calidad de vida.
Además de medidas tecnológicas enfocadas a mejorar la calidad de los combustibles y los motores, también se han mostrado eficaces para mejorar la calidad del aire otras medidas más sencillas, de menor implicación tecnológica. Se recomienda aumentar las zonas peatonales, limitar la velocidad máxima, fomentar la conducción sostenible, potenciar el transporte público e incentivar el uso de bicicleta para la movilidad en la ciudad.
Nuestra ciudad de los parques y su área metropolitana reporta datos preocupantes, pues según la entidad Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), en su último reporte mensual de calidad del aire en sus 4 puntos de medición en Floridablanca, Bucaramanga y Girón, señalan una ecuación clara sobre fuertes concentraciones de gases contaminantes y el estado crítico calidad del aire, en los últimos 12 días del mes de marzo especialmente en Bucaramanga, pese a la restricciones iniciadas por esta época, frente al asilamiento obligatorio.
Respirar aire limpio es una forma de asegurar una mejor salud para las personas, es por ello que, mantener niveles de calidad de aire aceptables debe ser una política medioambiental de constante evaluación y seguimiento en las diferentes localidades y municipios.
La calidad del aire debe indudablemente ser una línea de desarrollo urbano, en algún ítem de valoración en los planes de desarrollo en todos los municipios, como herramienta de sostenibilidad en pro de garantizar calidad de vida de los bumangueses.
El deterioro de la calidad del aire por la presencia de sustancias contaminantes tiene un efecto negativo en la salud humana y del medio ambiente. Diversos estudios realizados en la Ciudad de México y otras ciudades alrededor del mundo, han demostrado que existe una relación entre el incremento en la concentración de los contaminantes del aire y el aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares como el asma, bronquitis o diversas cardiopatías, por mencionar algunas. Los contaminantes como es el caso las partículas suspendidas están asociados además con una mayor cantidad de reincidencia a las salas de urgencia y con casos de mortandad.
*Abogada.
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