Un costeño nacido a orillas del Atlántico es el santandereano que pone a correr a políticos para no perder su credencial. “Esas demandas son las más fáciles”, dice Carlos Alfaro Fonseca, con todas las letras. Nació en Santa Marta pero a los dos años ya vivía en Cantagallo, Sur de Bolívar.
Pero considera a la vieja casona del barrio Alfonso López, de Bucaramanga, su verdadera casa paterna, en donde se crió y donde aprendió a ser juicioso con la lectura a querer El Quijote y tener como su héroe literario al Nobel Gabo. Allí leyó las aventuras cómicas de los periódicos, estudió y hasta ayudó a sus compañeras porque era buen estudiante.
Ha tenido plata pero no la ha sabido cuidar, sin embargo sabe que podría retirarse y vivir sin pedirle a nadie. Estuvo secuestrado y fue contrabandista de oro. Intermedió en un secuestro y tiró piedra cuando estaba en la Universidad Industrial de Santander UIS. Vivió en Venezuela y por los lados de Antioquia experiencia que le permitió trabajar en oro.
Estudió primaria y parte del bachillerato en Bucaramanga pero se graduó de bachiller en Santa Marta. Costeño de nacimiento y de cartón de bachiller. Luego regresó a Santander a estudiar en la UIS pero solo duró cuatro semestres. Fue comunista tira piedra, lanzó arengas y lo máximo que fumó fue un cigarrillo hecho en Bucaramanga, sin embargo un día llegó la secreta, lo que en ese tiempo era el F-2 (después el DAS), y tras el susto se pasó a la derecha. Hoy es moderado.
Cuando bajaba por la novena se encontró con la Universidad Santo Tomás y entró a preguntar. Estudió Derecho porque en la UIS le dijeron que tenía que volver a comenzar Petróleos y que los cuatro semestres anteriores no valían. Se graduó de abogado pero el diploma quedó en casa, se dedicó a trabajar con el oro hasta que fue secuestrado y le tocó volver a los códigos administrativos y constitucionales.
Las lides del Derecho las combinó con la escritura y se volvió columnista. Un grupo connotado de periodistas le dijo que ser columnista por más de cuatro años lo convertía en periodista. No entendió pero lo aceptó y se metió al CPB. Años después recibió la invitación del fundador del grupo informativo Corrillos, el santandereano Juvenal Bolívar, de dirigir la Revista Corrillos y allí tuvo otra fase de aprendizaje, al final decidió que solo era columnista y seguía con el Derecho.
Revista Corrillos invitó a Carlos Alfaro Fonseca a que nos contara su historia y la siguiente es la transcripción del diálogo que sostuvimos por más de una hora en una cafetería del centro de Bucaramanga a donde acude mucho político o funcionario con poder y otros que van detrás de ese poder o al menos de un pedacito de esa torta pública y un pintado mientras la ciudad sigue su día a día.
Papá explorador y la mamá hogar
Félix Alfaro Ospino y Georgina Fonseca, sus padres, ya fallecidos, él con la Shell y ella en el hogar al cuidado de una docena de hijos, donde Carlos ocupó la casilla once. El papá casi ingeniero calculó la descendencia y dejó seis hijos hombres y seis hijas mujeres.
La mayor influencia al parecer fue de la mamá, quien llevaba los pantalones en el hogar, muy exigente en la crianza de sus hijos. Ella imponía las reglas. Recuerda Carlos cuando el papá trabajaba en la Shell y llevaba la familia a Puerto Wilches, pasaba una línea férrea, al frente había la Normal y llevaban unas cajas grandes de provisiones. Era tanta la comida que había para compartirles a los vecinos.
Un recuerdo horrible que tiene presente fue cuando ya en el ocaso de la época de la violencia en 1954 tal vez, Rafael, el quinto hermano en orden descendente, estaba sentado afuera de la casa en Puerto Wilches, «entonces se pusieron a pelear dos señores (un conservador y un liberal), cada uno desenfundó su machete. Se enfrentaron y uno de ellos salió corriendo, el otro detrás y le lanzó el machetazo al cuello tanto que le voló la cabeza. El descabezado siguió su carrera cuatro pasos más y cayó muerto. La cabeza rodó unos metros. Es un recuerdo horrible, pero es el reflejo de nuestra violencia».
Así se lo contó el hermano, Carlos tenía tres años y allí se le quedó por siempre. Otro recuerdo tatuado en su memoria le quedó a los 41 años en 1992. Nueve días estuvo secuestrado por los mismos elenos (integrantes del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional Eln), del grupo Héroes de Santa Rosa, que secuestraron el lunes 12 de abril de 1999 el Fokker 50 de Avianca vuelo 9463 con itinerario Cúcuta – Bucaramanga – Bogotá. El cabecilla de los elenos en ese secuestro fue Ever Castillo Sumaleva, alias ‘El Gallero’.
Dos episodios, dos marcas en su memoria difíciles de olvidar.
Estudió en la UIS en donde lanzó piedra
Carlos estudió en Bucaramanga en la Institución Educativa Camacho Carreño de la carrera novena con calle 41 donde hizo primaria y luego hizo cuatro grados de bachillerato en el Colegio Luis Perú de Lacroix de la calle 42 con carrera 12, el cual más tarde lo anexaron al glorioso Colegio Santander. Décimo y once los hizo en Santa Marta en el Liceo Celedón.
Graduado de bachiller regresó a Bucaramanga a estudiar en la Universidad Industrial de Santander UIS. Aprovechó el estudio cosa que algunos de sus hermanos no vieron como opción de vida. Carlos recuerda que su papá les daba plata y todos salían a correr a comprar dulces, pero él siempre ahorraba hasta amontonar lo suficiente para comprar un libro de su preferencia. Uno de los primeros fue el Diccionario Larousse. También compró El Quijote de La Mancha y Cien Años de Soledad, que leyó con pasión. De Gabriel García Márquez compró muchos otros libros. Leía dos y tres libros al mismo tiempo.
En la UIS por deseo de don Félix Alfaro Ospino entró a estudiar Ingeniería de Petróleos para ser ingeniero químico. Pero por ironías de la vida Carlos se enredó con los elenos, el movimiento guerrillero. Encontró a Parada, a los Vásquez Castaño y Arenas, entre otros. Le pagaban 30 pesos mensuales por hacerle propaganda al comunismo. Era una propaganda a la guerrilla ideológica, la que no hablaba de secuestro ni de poner bombas, se hablaba del marxismo leninismo puro. Se hablaba de plusvalía, de Karl Marx, del capital. Unos comunistas soñadores del cambio pero con ideales no violentos. Recuerda cuando les pegaban la carrera hasta la Normal de Comercio que estaba cerca de la UIS y lanzaban piedra parejo. Ni trago ni droga lo único que a veces se pasaban era un cigarrillo marca Dancero hechos en la calle 42 de Bucaramanga. Los hacían del desecho, usted lo prendía y con un descuido ya se quemaba en menos de un minuto.
Una vez en una reunión en San Francisco donde el señor Pedro, y un señor que tuvo una chaza de venta de chicharrones, frente a la Gobernación de Santander, estábamos reunidos cuando tocaron duro la puerta y todos salieron a correr pensando que eran los del F2, el antiguo DAS, la policía secreta. Ese día se asustó tanto que de los nervios se le acabó el comunismo y ni más.
Venezuela y al regreso compañeros poderosos
Producto de esa salida intempestiva del comunismo se fue para Venezuela dos años a donde su hermano. De la UIS le quedaron cuatro semestres cursados y aprobados bajo la rectoría de Carlos Fernando Guerra Hernández, quien vivía del Hospital hacia abajo y varias veces tuvo que escuchar las arengas de sus estudiantes comunistas. El decano de Petróleos era Santacruz.
En Venezuela estaba su hermano Rafael, a quien mataron allá mismo hace quince años. Carlos llegó al vecino país a manejar buldócer. Una empresa tumbaba árboles, otra vendía el producto y otra le sembraba.
Vivió en Guanare, capital del estado Portuguesa, y también en Caracas, Venezuela. Estuvo casi tres años dedicado a trabajar. Regresó a Colombia pero como la mamá no lo dejaba tranquilo se fue para la UIS en donde no le dieron la bienvenida de hijo pródigo si no que lo mandaron a comenzar de cero. Bajó aburrido por la novena y se topó con la Universidad Santo Tomás en donde entró a estudiar Derecho carrera que terminó en el tiempo fijado.
De compañeros tuvo al inteligente exgobernador Mario Camacho, aunque mentalmente un poquito perverso, a Ignacio ‘Nacho’ Vega, a Edgar ‘Pote’ Gómez, ellos si un poquito atrasaditos académicamente, Joselín Díaz Aguillón quien fue Director de la CAS, con la Señorita Santander, Margaret Núñez Hugs, con María Teresa Figueroa Clausen, alias ‘Tecla’, la mamá de Manolo Azuero el actual jefe de gobernanza de la Alcaldía de Bucaramanga, con Nelson Mantilla quien murió en un viaje a Bogotá, con el gran Tomás Vargas. Estudió con todo ese combo bravo de personajes. El que menos caminaba volaba. Margaret y ‘La Tecla’ invitaban a Carlos Alfaro a que hicieran las tareas y él juiciosito accedía. Solo perdió Laboral, una materia con el profesor Parra, padre de César Parra asesor de Lucho Bohórquez en la Alcaldía.
No le ha ido mal en cuestiones de amor, formó un hogar tiene tres hijos y esposa. El mayor es César Iván Alfaro Serrano, ingeniero químico, el segundo es Andrés Alfaro Galvis, oficial de la Policía y la menor Carolina de 17 años que en el 2018 ingresa a la universidad.
Ingresa a la joyería de la mano del hermano
Se pagó la carrera de abogado en la Santo Tomás haciendo joyas, cadenas, bambalinas, topos, anillos. Ya el papá estaba de muy avanzada edad y no le pudo pagar los estudios.
Al regresar de Venezuela traía unos pesos y su hermano Augusto trabajaba en joyería, compraron oro y empezaron a trabajar en joyas en una casa del barrio Alfonso López. Trabajaba con el soplete soldando oro. Aprendió a laminar, a hacer hilos, a manejar los dados y todas las herramientas del arte de la joyería.
Alfaro ingresó cuando estaba en el diez por ciento, tenía licencia para vender y comprar oro, platino y diamantes. La licencia servía para traer oro de contrabando de Venezuela y lo entregaba en las tres fundiciones de Medellín: La Escobar, La Gutiérrez y La Álvarez. Al terminar Derecho se volvió contrabandista en oro que le dejaba en 1985 un millón de pesos mensual que en ese tiempo era buena plata.
Alfaro se fue de minero a Antioquia y el Sur de Bolívar, alcanzó a tener por leasing cuatro excavadoras John Deere 690LC, las de giro 360 grados. Sacaba un kilo de oro cada tres días. En 1992 cuando sacaba oro fue cuando lo secuestraron nueve días los elenos.
Durante el secuestro alias ‘El Gallero’ le puso una pistola nueve milímetros en la sien y le hizo conocer el sabor de la muerte. Fue horrible. El eleno le hizo escribir una carta al hermano.
De regreso a los códigos en la CAS
En 1997 en Bucaramanga escuchó en radio que entrevistaban a Joselín Díaz Aguillón, Director de la CAS. Le había vendido una casa en Carrizal, Girón, y quedaba un saldo, así que habló con él y lo vinculó a la CAS. Fue el primer contacto de Alfaro con el Estado y la única vez como funcionario público, fue jurídico, jefe de control interno, tuvo varios cargos por ser amigo personal del Director. Metieron preso a Joselín (10 años), a Norberto Darío Morales Ballesteros (11 años) y al Padre del Cepa de San Gil. Por ahí derecho Alfaro salió de la CAS y comenzó a litigar en el 2000, porque llegó del Socorro, Héctor Lamos, como nuevo Director de la CAS con su gente, como se destila con normalidad.
Alfaro tuvo la idea de ser el veedor de las personas elegidas por voto popular. Comenzó su camino exclusivo de demandar a personas con credenciales de cargo de elección popular. La primera fue a Miguel Ángel Santos Galvis quien había sido alcalde dos veces de Piedecuesta, el segundo periodo lo terminó el 31 de diciembre de 2007, en marzo de 2008 había elecciones, se permitía de ir de segundo o tercero, y él se lanzó de tercero, el primero era Gerardo Tamayo. Una persona escuchó las promesas electorales y le prometieron algo que no le cumplieron, así que buscó a Alfaro para una pelea con el gobernador ‘Chato’ Arenas quien tenía de consentido a Santos Galvis. En la demanda se le quitó la credencial a Santos Galvis como Representante a la Cámara y en reemplazo entró Henry Quiroga Castro.
A Pedro Castellanos un concejal de Oiba también se le quitó la credencial, a Ana Inocencia Carvajal, una concejal de Guaca, igual, a Dulian Plaza, un concejal de Lebrija, al alcalde Santacruz, de Charalá, a Luis Giovanny el hijo de doña Elisa a través de una coadyuvancia y entró por primera vez como diputado Camilo Arenas, el hijo del ‘Chato’ Arenas, recuerda también la de Pedro Jesús Orjuela Gómez, Representante a la Cámara, por Arauca.
«Las inhabilidades para quitar credenciales son taxativas, es decir son restrictivas y a la hora de la verdad es una demanda fácil. Por ejemplo la de Orjuela Gómez, en Colombia el artículo 179 de la Carta Política dice que aquella persona que ha sido condenada a pena privativa de libertad no puede jamás aspirar a cargo de elección popular», explicó.
Orjuela cuando joven hizo unos disparos al aire, intervino la Policía y se probó que no tenía el permiso de porte de arma de fuego, lo condenaron a seis meses, aunque ese tiempo no le daba cárcel, pero esa condena ameritó para quitarle la credencial. Esa inhabilidad es de por vida. La pérdida de investidura es grave porque la persona que pierde la credencial jamás puede volver a aspirar a cargo de elección popular.
Ese tema de quitar credenciales le llamó la atención porque Alfaro cree que es una forma de atacar la corrupción. Los dos peores flagelos del país cree que son el narcotráfico y la corrupción.
Una vez le enviaron un sufragio a la casa, lo persiguió una camioneta Toyota cuatro puertas, así que hubo un tiempo en que se retiró porque según dice, el miedo Dios lo repartió a todos y a unos les dio más que a otros, él considera que recibió el promedio.
Pero como estaba casado, tenía hijos, le llegó el sufragio a la casa y lo llamaban a la casa, se sintió vulnerable y se quedó quieto un tiempo. Ironías de la vida, el sufragio que le llegó fue remitido desde la cárcel de San Gil.
Un retorno a trabajar pero no procedió
Pasado un tiempo regresó al ruedo con cautela. Lo buscaron del corregimiento La India, de Cimitarra, para demandar a un Representante a la Cámara por Santander. Le entregaron un formato F-12, el mismo que llenan los jurados en elecciones, y eran seis hojas diligenciadas todas con la misma letra y todos los 179 votos por el mismo candidato. Eso le pareció grave y preguntó qué había pasado. Para Santander son siete cupos y aspiran a Cámara unos treinta, pero en ese corregimiento votaron todos por el mismo. Dijeron que habían llegado los paramilitares y advirtieron que con un solo voto que apareciera todos eran hombres muertos. Ante eso solo había que devolver los papeles y pasar al siguiente caso. La acción procedía pero era poner la vida en alto riesgo, dijo.
Explicó que la situación de la pérdida de investidura es reglada en el sentido en que solo lo pueden hacer los jueces contenciosos, ellos son los competentes. «Los procesos contra los congresistas son de única instancia, los conoce la Sala Plena del Consejo de Estado, nadie más, si son concejales o diputados los conoce en primera instancia el Tribunal Administrativo de Santander en Bucaramanga y hace como órgano de cierre si es pérdida de investidura la Sesión Primera y si es nulidad electoral la Sesión Quinta. Así que es mejor evitar conocer a las personas demandadas», dice como consejo sin pedirlo.
Invitado a ser periodista
Hace unos años Alfonso Pineda Chaparro, Juan Manuel González, Héctor Gómez Kabariq, Julio Camargo Satodomingo y Alfonso Pineda Quintero, entre otros, lo invitaron a que estuviera en el Círculo de Periodistas de Bucaramanga CPB y la respuesta de Alfaro era que no se consideraba periodista. Le respondieron que según los estatutos del CPB una persona que lleve más de cuatro años como columnista de un periódico puede acceder al Círculo. Alfaro se considera periodista porque escribe, no porque coja un micrófono y entreviste a alguien, aunque no sabe y quedó más confundido porque con esa invitación ignora si ser columnista es ser periodista.
Pero el ser columnista lo obliga a estar muy bien informado y lo hace porque desde niño el papá Félix Alfaro Ospino lo enseñó a leer El Espectador, en particular la sección de preguntas y respuestas de Manuel Drezner, leía los domingos el Magazín, además de las tiras cómicas. En Bucaramanga había un sitio llamado La Movida Chueca de alquiler de revistas cómicas a donde iba, alquilaba y leía.
Se levanta a diario a las 4:00 de la mañana y se duerme a las 9:30 pm. En su despacho del piso alto en la casa trabaja hasta las 7:00 am. No tiene secretaria ni notificador. Tuvo hace años oficina en el edificio de Los Castellanos, hoy no. Es muy organizado, asesora varias entidades.
En el periódico El Frente escribe desde hace nueve años su columna semanal que aparece todos los viernes y en ella trata de aprovechar su experiencia como abogado, incluye la normativa para hacerla accesible al gran público.
Participación ciudadana
Ha asesorado a gobernadores, alcaldes, directores, gerentes, pero esos señores cuando están en esos cargos se creen intocables, así que como asesores se tienen límites. Recordó Alfaro a un alcalde de Oiba, Iván Quiroga Camacho, a quien asesoró en un tema bastante escamoso y no le creyó. Con el tiempo lo condenaron y por no escuchar al asesor está en el pago de más de 300 millones de pesos, y si lo hubiera escuchado estaría sin deuda.
Conoció a Juvenal Bolívar, periodista en ese entonces del periódico El Frente. Luego cuando Bolívar sacó Corrillos invitó a Alfaro y la respuesta fue positiva para colaborar en temas netamente jurídicos. Desde el comienzo le advirtió del gusto por su senda profesional y desde que comenzó como columnista en la Revista Corrillos no ha fallado en cada edición con sus escritos. «Sigo como columnista porque es mi forma de decirle a los jueces y magistrados cosas que de otra forma no podría», dijo.
Considera que es un poco fuerte en sus escritos y temas porque lo puede ser y es como un escape a su modo de pensar, a sus creencias, a su fe y a su sentido de cómo debe ser el Estado, porque siente que el Estado debe ser fuerte, un estado débil no tiene condición de prosperar. Los países de primer orden progresan porque el Estado es fuerte, «en los países débiles el progreso se dilata, los funcionarios se vuelven muy folclóricos, muy laxos, la misma justicia es muy laxa, muy folclórica, y eso origina que se creen unos grupos paralelos al Estado, llámense de derecha o de izquierda, y eso origina un caldo de cultivo para que el mismo Estado no progrese porque gran parte de los recursos económicos y de otra índole el gobierno los dedica a esos grupos paralelos que no permiten que el mismo Estado progrese porque a esos mismos grupos no les conviene que el Estado progrese porque es donde ellos mandan e imponen su ley, sus matanzas, su miedo».
Especializarse, hacerse un espacio
La corrupción no es nueva pero antes estaba como limitada en cambio hoy está desbordada porque los seres humanos son unos mercantilistas que deben vestir con ropa de marca, que sus vacaciones son sagradas a destinos turísticos costosos, que deben manejar cierta cantidad de ostentación para poderse sentir o estar dentro del grupo que quieren estar. Tienen que mantener ese nivel de vida para seguir como están y como el sueldo no les da pues la única forma es cobrar por los fallos, la corrupción.
Bucaramanga es una ciudad pequeña y no se justifica que haya siete u ocho facultades de Derecho, una de las carreras que más le da dinero a los dueños de las universidades es la Facultad de Derecho. Colegas me piden ayuda económica para poderse mantener. No se justifica para una ciudad tan pequeña que cada semestre salgan a las calles más de 200 abogados, no para todos hay. Alfaro en su fuero personal recuerda el dicho de su padre que decía que madrugaba a trabajar y no a conseguir trabajo. Inclusive en ocasiones le toca rechazar trabajo porque se suma tanto que no es capaz con todo. Aunque el Palacio de Justicia puede haber más de 300 abogados trabajando porque el tema es netamente jurídico y obliga tener la carrera. Pero ya los espacios están copados igual que en el periodismo hay más periodistas que espacios para trabajar.
Alfaro dijo que el consejo para los nuevos abogados es que persistan y que se especialicen, que no sean toderos, que no salten del Derecho Laboral al Constitucional o al Derecho Penal. «Si usted se especializa usted hace un espacio y conoce bien esa materia pero si usted trata de aprender de todo al final de cuentas llega un momento que hasta se puede confundir», concluyó.