La historia del expresidente argentino Carlos Menem comienza en Siria. Saúl, su padre, migró desde ese país hasta Argentina buscando un futuro mejor, luego de casarse con Mohibe, la madre del fallecido líder político. Su primer trabajo en la nación sudamericana fue como vendedor ambulante.
En 1930, tuvieron a Carlos en la provincia de La Rioja, en el noroeste argentino, una de las más pobres del país. Ese lugar sería la base que catapultó a Menem a la política. Pero aún faltaba mucho para que se convirtiera en presidente.
Siendo todavía un niño, tuvo que trabajar en la tienda que su padre tenía con su tío para que juntos pudieran hacerle frente a la crisis económica de la familia, pero todo sin abandonar la escuela. Ya cuando estaba en secundaria, un hecho que cambió su rumbo: la visita del general Juan Domingo Perón a La Rioja. “(En ese momento) descubrí claramente mi vocación”, escribió Menem en su libro autobiográfico.
La semilla ya estaba plantada. En 1949, Menem se trasladó a la ciudad de Córdoba para comenzar sus estudios de derecho y su grado fue en el mismo año que ocurrió el Golpe de Estado que derrocó a su ídolo político. Las primeras labores de Menem con su título de abogacía fueron en defensa de los presos políticos de la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu.
Su idolatría por el expresidente fue tal que Menem aprovechó una parada en Madrid, que tenía en su viaje hacia Siria en 1964, para conocer al antiguo líder en su exilio. En 1973, Perón regresó a Argentina y ya sin la prohibición de ser candidato, se lanzó a la Presidencia y fue reelegido con la mayoría de los votos.
Paralelamente, Menem fue elegido como gobernador de La Rioja en ese mismo año y con las banderas del peronismo. El cargo lo ocupó hasta 1976, cuando las autoridades del reciente golpe militar lo encarcelaron durante cinco años.
En 1983, su partido entró en crisis cuando el peronismo no volvió a la Casa Rosada tras el retorno de la democracia. Pero la historia de Menem fue diferente. Ese año lo eligieron de nuevo como gobernador de La Rioja y en 1987 fue elegido para un tercer mandato. Eso hizo que su nombre se conociera en todo el país y lo ayudó para posicionarse como el candidato más opcionado del peronismo para las presidenciales de 1989.
Los recorridos en el ‘Menemóvil’
Menem ganó las elecciones internas de su partido perfilándose como el candidato antisistema y con apuestas que mostraban la extravagancia que se marcaría después. En campaña, recorrió el país en lo que llamó el ‘Menemóvil’ y, finalmente, llegó a la Casa Rosada: fue presidente durante dos períodos consecutivos, entre 1989 y 1999.
En ese tiempo, protagonizó varios actos extravagantes por los que lo recuerdan: su carrera a 200 kilómetros por hora en el Ferrari que le regaló un italiano, sus promesas de viajes a la estratósfera, la expulsión de la residencia presidencial de su mujer e hijos y sus recibimientos a Madonna y los Rolling Stones, por mencionar algunos hechos.
El tema que marcó su línea de gobierno fue la economía. Uno de los retos más grandes que tuvo que enfrentar en su primer mandato presidencial fue la hiperinflación que atravesaba el país. Argentina estaba sumida en una inflación anual del 5.000% y los pobres saqueaban los supermercados para obtener alimentos. Menem le achacó la crisis a las “décadas de ineficiencias y malgasto”, como lo afirmó en su momento.
La estrategia que implantó para disminuir la inflación se conoció como “uno a uno”, dado que mantuvo la paridad entre el peso argentino y el dólar estadounidense. Luego a esos tiempos se les conoció como los años de “pizza con champán”.
La fórmula hizo que la moneda nacional tuviera una estabilidad que llevó al fuerte crecimiento de la economía y a que la inflación cayera en un dígito. Avances que no se habían logrado en décadas de dictaduras y democracias pasajeras. El núcleo del plan de recuperación de Menem, ideado por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, se basó en que el Estado se retirara de la economía.
También hubo un intenso proceso de privatizaciones de empresas públicas bajo su mandato, que incluyó la venta de la compañía telefónica estatal, aerolíneas, pistas de carreras, acerías y el gigante petrolero YPF, entonces la empresa más grande de Sudamérica. Además, recortó la nómina estatal y alentó la inversión extranjera.
Todas esas políticas de corte neoliberal le valieron las críticas de peronistas reconocidos como Néstor Kirchner y Cristina Fernández, quienes a su vez fueron elegidos presidentes en 2003 y 2007, respectivamente. Para ellos, Menem se había alejado de las ideas de Perón y de su movimiento, originado de la mano de los sindicatos.
Su fórmula económica comenzó a fallar tras su reelección en 1995. El desempleo empezó a aumentar y sus críticos aseguran que fueron sus políticas económicas las que sentaron las bases de la grave crisis que inició en el país en 2001, durante el mandato del conservador Fernando de la Rúa.
Como presidente, Menem llevó a Argentina a un escenario internacional al enviar tropas militares a la Guerra del Golfo en 1991 contra Irak, al unirse a las fuerzas de paz de la ONU en Haití y la antigua Yugoslavia, y al autorizar la participación del Ejército argentino en Bosnia.
Además, se acercó a Estados Unidos a finales de la Guerra Fría. Bajo su Gobierno, Argentina se retiró del Movimiento de Países No Alineados, una estructura que era independiente de Washington y de Moscú. Y luego de eso, Menem fortaleció la relación con la Casa Blanca.
Las investigaciones por corrupción
En sus más de 50 años de vida política en Argentina, Menem fue imputado en múltiples investigaciones judiciales. El líder tuvo una causa por presunto enriquecimiento ilícito que duró abierta tres lustros. También lo investigaron por presuntamente haberle vendido armas a Croacia y Ecuador en la década de los 90, cuando ambos países tenían embargos internacionales que prohibían la venta de armamento.
Por ese caso fue detenido preventivamente durante seis meses en 2001. Luego, fue declarado culpable y en 2013 lo sentenciaron a siete años de prisión. Pero nunca fue a la cárcel por la inmunidad de la que gozaba al ser senador desde 2005. El caso se abandonó en 2017 y un año después se retomó, hasta que la Justicia lo absolvió.
Otro proceso que tenía abierto era por el cargo de “estrago doloso agravado”, relacionado con la explosión de una fábrica militar en la provincia de Córdoba, en 1995, que dejó 7 muertos y 30 heridos.
Una de las investigaciones en su contra más conocida -y de la que también fue absuelto- fue la del atentado a la mutua judía AMIA de Buenos Aires, el ataque más grande perpetrado hasta el momento en América Latina contra los judíos. La pesquisa judicial comenzó luego de que una camioneta cargada de explosivos estallara frente a la mencionada sede el 18 de julio de 1994. El atentado dejó 85 muertos y cerca de 300 heridos.
Inicialmente, la Fiscalía le imputó a Menem los delitos de abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público y encubrimiento. Los investigadores tenían testigos que señalaban que el entonces presidente estaba relacionado con el ciudadano sirio Alberto Kanoore Edul, sospechoso de los ataques. La Fiscalía señala que la investigación contra este último “fue intempestivamente interrumpida a partir de una orden presidencial acatada sin objeción alguna”. Pero a lo último, la Justicia absolvió a Menem.
El expresidente y senador argentino siempre defendió su inocencia en todos los casos. “Cuanto he realizado, desde las diferentes funciones que he desempeñado en mi vida política, lo he hecho con la convicción y la certeza de lo que era bueno para el pueblo de la nación”, escribió el exmandatario en su autobiografía, publicada en 2018.
Bajo la consigna de que siempre defendió a los argentinos, Menem deja un legado que combina los escándalos que protagonizó, sus extravagancias y, sobre todo, los giros que le dio a la economía y a la política de Argentina.