Por: Laura Juliana Ruiz/
Estimado Anonymous.
Quiero desearte un feliz año nuevo, no sé hasta qué día del año es legal decirlo, sin embargo, es mi deseo para ti y para todos mis lectores, que con mucha curiosidad invierten un poco de su tiempo y se sumergen en mis columnas de opinión.
Quiero comenzar haciendo énfasis en que la mayoría de las personas no comprenden la magnitud de las protestas que se concentraron las ciudades capitales del país, como muestra de rechazo a las políticas del gobierno de Duque. El IVA a la canasta familiar, la reforma tributaria nefasta, la desfinanciada educación pública y sin calidad, la mala prestación en el servicio de salud entre otras, por último, pero no menos importante, el clamor de cientos de personas que salimos a las calles de manera pacífica alzar la voz por la muerte sistemática y naturalizada de líderes sociales.
Pareciera que la vulneración de derechos en Colombia también tuviese estratificación, pues algunos de ellos generan más rechazo y repudio que otros. Para la gente de bien el secuestro y la extorsión son absolutamente terribles, porque como diría nuestro pseduo-pensador de Netflix, Juanpis González, esos “mantecos” los lideres sociales, no tienen en que caerse muertos y pareciera que la vida misma, adquiere más valor, cuanto más dinero se tiene… ¡muy mal!
En tu presencia, por aquellos días de mayo, nos regalaste frases como: «crean pánico asustando de que la guerrilla mata, cuando son los mismos militares asesinando y masacrando a su pueblo» y “caen los paracos violentos que masacran al pueblo«. Anony, si es que te puedo decir así, esto fue algo jamás visto en Latinoamérica, además de un contrapeso a lo que el gran colombiano de todos los tiempos mal describe como «un buen muerto» cuando se refiere a una muerte “justificada”; probablemente para él, Dylan, Lucas, entre otros son buenos muertos dentro del marco de las protestas.
Adicionalmente, quiero contarte que se aproximan las elecciones parlamentarias Senado y Cámara, como consecuencia de ello habrá renovación de votos y no precisamente matrimoniales, sino de maquinarias electorales que se traducen en carteles de votos producto de la corrupción. Si puedes explicarle a Madame Betancourt qué son, en qué consisten, porfi porfi, te lo agradecería.
Me despido con la esperanza de que los colombianos, sin ningún tipo de adjetivo calificativo, -mantecos, gente de bien, mantenidos, pobres, ricos- sino los ciudadanos, aprendamos a valorar nuestro voto, el que ponemos en la urna y que debería tener trazabilidad porque allí querido Anony no puedes ingresar, es papel y el papel lo resiste todo. La magia está en los F14. Aquí se dice que no se ganan las elecciones en las urnas, sino en la regis, lo digo, pero no lo sostengo…
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*Abogada, especialista en enfoques diferenciales, máster en Análisis Económico del Derecho y las Políticas Públicas. Demócrata, defensora de DDHH, orgullosamente santandereana.
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