Por: Édgar Mauricio Ferez Santander/ Por décadas, Colombia ha sido descrita como un país de regiones. Su geografía, cultura, historia y economía están marcadas por una profunda diversidad que ha moldeado su desarrollo y los desafíos que enfrenta. En 2024, con nuevas formas de regionalización impulsadas por cambios políticos, económicos y sociales, el país reafirma su esencia como un mosaico de identidades.
La regionalización en Colombia no es un fenómeno reciente; sus raíces se encuentran en su accidentada geografía. Las cordilleras de los Andes dividen al país en tres ramales, creando barreras naturales que han fomentado el desarrollo de culturas e identidades regionales únicas. Desde el Caribe hasta el Amazonas, pasando por los Llanos Orientales y el Pacífico, cada región tiene características propias en términos de idioma, música, gastronomía y tradiciones.
La centralización del poder en Bogotá generó desigualdades entre las regiones. Este modelo centralista limitó el desarrollo de zonas periféricas, marginándolas del acceso equitativo a niveles de industria, economía y la misma educación.
La ley de regionalización impulsada por el gobierno de Gustavo Petro busca descentralizar el poder y fortalecer el desarrollo económico y social de las regiones en Colombia. Este enfoque responde a una histórica centralización administrativa que ha concentrado recursos en Bogotá y algunas ciudades principales, dejando a muchas regiones en situación de abandono.
La ley plantea la creación de nuevas entidades territoriales y la redistribución más equitativa del presupuesto nacional, permitiendo a las regiones gestionar sus propios proyectos de desarrollo según sus necesidades y particularidades geográficas, culturales y económicas. Sin embargo, el éxito de esta ley dependerá de su implementación, la capacidad administrativa local y la transparencia en el uso de los recursos.
Desde una perspectiva de geolocalidad, la regionalización es un paso necesario para reconocer la diversidad territorial de Colombia y promover un desarrollo equilibrado.
Las necesidades de una región amazónica son diferentes de las del Caribe o los Andes, por lo que una política uniforme desde el centro no puede abordar adecuadamente estas diferencias. Sin embargo, también existe el riesgo de que se creen nuevas burocracias y se perpetúen redes clientelistas si no se establecen controles efectivos. Por lo tanto, la regionalización debe estar acompañada de procesos de formación, inversión en infraestructura y tecnologías de información para garantizar una gobernanza eficiente y una verdadera autonomía regional.
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*Historiador, Magíster de la Universidad de Murcia y Candidato a doctor en estudios migratorios Universidad de Granada-España.