Por: César Camilo Hernández Hernández/ No sé, si sentir tristeza o pesar, pero ver las campañas y acciones de ahora de ciertos candidatos y “opinadores sociales”, que se basan solo en criticar, despotricar, hablar mal del prójimo, calumniar y otra serie de agravios. No podemos caer en estos actos que van en contra de ese cambio de sociedad que nos urge a nivel nacional y regional para crecer conjuntamente como personas, ciudadanos y territorio.
La crítica constructiva es sana para la democracia y para la corrección de errores. El debate público se debe ejercer sobre cualquier tema, pero este debe ser basado en sustentos, soportes, datos, acciones, etc. Esta oposición es beneficiosa cuando se aporta y no se destruye, no es coherente utilizar como herramienta la mentira, el populismo o las campañas negras, ante todo estamos opinando o compitiendo con seres humanos que merecen respeto, tienen familia y vida personal donde debe primar por encima de cualquier ideología, pensamiento o corriente.
Es necesario concientizarnos de que, si entramos en los debates o en la opinión, primero tenemos que ser personas y responsables de nuestras actuaciones, el camino nunca será contratacando con instrumentos de odio o mentira, la ciudadanía está despertando, el pueblo merece respeto en cuanto a que hay que mostrarle y expresar la verdad. Hay líderes y oposiciones constructivas y que ponen a pensar. El juego se gana con altura, los espacios se logran con hechos, la credibilidad se gana con confianza y la ciudadanía se gana con propuestas.
La concepción de progreso social y desarrollo regional, está ligada a nuevos liderazgos. Estos líderes no pueden ser títeres, demagogos, amañados o falsos, estos nuevos prospectos deben ser auténticos, propositivos, capacitados, coherentes y con cualidades que conlleven a construir don de gente y perfiles íntegros. Lástima que veamos tantas facetas de mandatarios, candidatos y jóvenes tibios, sarcásticos, manipuladores, mañosos, destructores, calumniadores que su programa bandera es como destruyo a mi opositor y lo más grave como se estanca el crecimiento del territorio.
La filosofía de desarrollo y crecimiento en cualquier área en el siglo XXI es construir. Por eso ahora existen espacios, grupos, mecanismos en todo el mundo que son especializados en diferentes temas donde participan miles de personas aportando sus conocimientos, habilidades, know how, para que otros aprovechen y utilicen estos aportes en la construcción de ciudad, región o empresa. La innovación social es una herramienta de construcción que articula los actores sociales para que aporten sus ideas y propuestas para jalonar la construcción de ciudades desde la sociedad.
La tarea se realiza de forma mancomunada, la oposición es un actor clave para estructurar esquemas y modelos de desarrollo. Los nuevos jugadores en temas públicos y privados deben ser personas que estén convencidas que el éxito se logra en grupo con respeto al prójimo y aprovechando lo mejor del otro. Ya no existen los genios o magos que eran omnipotentes, ahora los éxitos en cualquier sector son de equipos, grupos o comunidades.
Los premios nobeles son personas únicas, pero detrás de ellos hay una estructura de seres humanos que logran la meta de manera trasversal con sus habilidades y características.
El fin es aportar y construir, gana más el que es propositivo y proactivo. Las regiones y empresas necesitan gente así, lideres positivos que obtengan sus logros sin pisotear, sin herir, sino con un equipo para construir. Es tiempo de creer que si nos agrupamos, si pensamos como conjunto y respetamos el ser humano, el éxito, progreso y desarrollo se dará por sí solo.
No más demagogia, populismo y cizaña, hay que ir por la vía de las propuestas, los aportes, las acciones, las ideas, el emprendimiento, y la innovación. Es mejor y necesario primero construir que destruir.
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