Corea del Sur convocó por primera vez el lunes «ejercicios nucleares» conjuntos con Estados Unidos. El anuncio se produce tras otra ronda de pruebas de misiles balísticos por parte de Corea del Norte durante el fin de semana y un récord de 2022. ¿Se desbordarán las tensiones entre las dos Coreas?
Pruebas de misiles, una y otra vez. El comienzo de 2023 tiene un ligero regusto a 2022 en la península coreana. Corea del Norte, que lleva casi un año realizando una serie de lanzamientos en el marco de su programa balístico, llevó a cabo el domingo 1 de enero otra prueba de misil de corto alcance. El día anterior, Pyongyang también había cerrado el año con otros tres lanzamientos.
Además, el líder norcoreano Kim Jong-un prometió el domingo que 2023 sería como 2022, un año récord… sólo que peor. Pidió un «aumento exponencial» del arsenal nuclear de Corea del Norte este año, incluido el establecimiento de una «producción masiva» de misiles con cabezas nucleares.
Drones norcoreanos contra ejercicios nucleares surcoreanos
En su discurso, el dictador norcoreano también se refirió explícitamente a Corea del Sur como «objetivo». Se trata de una importante elección semántica: tradicionalmente, el régimen de Pyongyang evitaba este término porque necesitaba mantener la idea de «la reunificación de los dos pueblos hermanos», señala Christoph Bluth, experto en la península coreana de la Universidad de Bradford (Reino Unido).
Pero los últimos días han aportado su cuota de nuevos elementos que demuestran que «estamos en una situación muy preocupante», afirma Danilo delle Fave, investigador asociado del Equipo Internacional para el Estudio de la Seguridad (ITSS) de Verona, un grupo internacional de expertos en cuestiones de seguridad internacional, que ha estado trabajando en las relaciones entre las dos Coreas.
El primero fue el envío por Pyongyang de cinco drones al espacio aéreo surcoreano el 27 de diciembre, desafiando el sistema de defensa antiaérea de Seúl. «Corea del Norte quería demostrar que podía triunfar allí donde su vecino del Sur aún no ha demostrado que es capaz de hacer lo mismo, a pesar de que Corea del Sur es tecnológicamente superior», señala Christoph Bluth.
El presidente surcoreano, Yoon Seok-yeol, hizo comentarios muy favorables a la guerra en una entrevista publicada el lunes por el diario surcoreano Chosun Ilbo. Afirmó que su país debe «prepararse activamente» para un conflicto, al tiempo que aseguró que Seúl tiene la intención de realizar «ejercicios [militares] nucleares conjuntos con Estados Unidos».
Sería un «paso sin precedentes» tanto para Corea del Sur como para Washington, subraya Danilo delle Fave. «Pero esto no significa que Seúl esté planeando adquirir armas nucleares en un futuro próximo», advierte Christoph Bluth.
Estos ejercicios consisten en simular un ataque nuclear norcoreano y preparar una respuesta, «tanto convencional como nuclear», afirma Danilo delle Fave. Washington enseñaría a su aliado asiático a apoyarle en el despliegue y la realización de un contraataque nuclear contra Corea del Norte con armas estadounidenses desde suelo surcoreano.
«Sería la primera vez que un país no perteneciente a la OTAN [Corea del Sur tiene la condición de gran aliado no perteneciente a la OTAN] recibe formación para manejar armas nucleares estadounidenses», afirmó el experto del ITSS.
Según el diario Chosun Ilbo, Washington está «bastante abierto» a esta perspectiva, que la Administración estadounidense se ha negado a confirmar oficialmente, informa Reuters. El lunes por la noche, el Presidente Joe Biden, preguntado por los periodistas en la Casa Blanca si había conversaciones en curso entre Estados Unidos y Corea del Sur sobre ejercicios nucleares conjuntos, dijo que no.
Yoon Seok-yeol, ¿un presidente demasiado duro?
Pero la mera perspectiva de tales ejercicios es tanto una provocación como una señal de Seúl a Pyongyang. Es una forma de hacer comprender a «Corea del Norte que, en caso de bombardeo, podría muy bien haber una represalia nuclear, aunque Corea del Sur no tenga armas nucleares», señala Christoph Bluth.
También es una forma de presionar donde más le duele a Kim Jong-un. «Uno de los principales temores del régimen de Pyongyang es que su vecino del sur adquiera capacidad nuclear», afirma Danilo delle Fave. En este caso, las maniobras conjuntas con Estados Unidos permitirían a Seúl mostrar cierto músculo nuclear al tiempo que mantiene su compromiso oficial con su postura de no proliferación de armas de destrucción masiva.
Este anuncio ilustra la postura tan ofensiva adoptada por Yoon Seok-yeol hacia Corea del Norte desde que asumió el cargo en mayo de 2022. «El gobierno conservador de Yoon Seok-yeol ha roto completamente con la apertura diplomática de su predecesor liberal y la actual escalada de tensiones es en parte el resultado de este enfoque mucho más musculoso de las relaciones con Corea del Norte», afirma Danilo delle Fave.
Yoon Seok-yeol ha indicado incluso que pretende volver a calificar a Corea del Norte de país «enemigo» en el libro blanco nacional sobre seguridad nacional. Una designación que llevaba abandonada desde 2018.
Rara vez se destaca el papel de Seúl en el deterioro de las relaciones entre las dos Coreas. Sin embargo, a menudo hacen falta dos para crear una situación de crisis. Es cierto que Kim Jong-un sigue blandiendo sus misiles capaces de alcanzar Corea del Sur. Pero su homólogo surcoreano está haciendo poco por calmar las tendencias belicistas del dictador norcoreano.
De hecho, el líder norcoreano lleva estancado desde la cumbre de 2018 con Donald Trump, afirma Christoph Bluth. «John Bolton [exconsejero de Seguridad Nacional de Donald Trump, nota de la redacción] sentó el principio de que Corea del Norte tenía que desmantelar completamente su programa nuclear antes de poder beneficiarse de una relajación de las sanciones, algo que Pyongyang no podía aceptar en absoluto», subraya.
Ante la intransigencia de los años de Trump y la prioridad dada por la administración Biden a Rusia y China, Corea del Norte optó por «aumentar la presión sobre Corea del Sur, con la esperanza de que Seúl empujara a su aliado estadounidense a suavizar su posición hacia Pyongyang», afirma Christoph Bluth.
¿Esperando el incidente?
Pero Kim Jong-un ha cometido un error de cálculo en su partida de billar a tres bandas: «Yoon Seok-yeol no está reaccionando en absoluto como se esperaba, ya que en su lugar está presionando a Washington para que se implique más militarmente en la región», analiza el experto de la Universidad de Bradford.
El conservador presidente surcoreano intenta aprovechar la amenaza norcoreana para obtener más armas estadounidenses. «Estamos asistiendo a la militarización de Corea del Sur», concluye Christoph Bluth.
Sin embargo, ninguno de los expertos entrevistados por France 24 cree que esta escalada de tensiones pueda convertir a la península coreana en el próximo escenario de un conflicto abierto. «Corea del Norte no puede permitirse ir demasiado lejos, porque depende económicamente de China, que no le dejará marchar, y sabe que Estados Unidos tiene los medios para derrotar militarmente a Pyongyang», resume Danilo delle Fave.
Para él, los dos países juegan sin embargo a un juego peligroso. «El riesgo es que un incidente desafortunado haga que la situación se descontrole», afirma. En este sentido, la irrupción de drones en este conflicto latente no hace sino aumentar el riesgo de un accidente de consecuencias potencialmente desastrosas.
Aunque no se produzca ningún accidente, lo cierto es que este enfrentamiento entre una Corea del Norte siempre dispuesta a realizar pruebas balísticas y una Corea del Sur cada vez más intransigente en el plano diplomático corre el riesgo de «convertirse en la nueva normalidad de la península coreana», teme Christoph Bluth.
