Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista/ El mundo en la medida que el ser humano no tiene libros, no lee, no tiene memoria, ni historia, poco a poco se va acabando, está atrapado en sí mismo y vive en una enorme pobreza. El que lee vive muchas vivencias. Conoce más. La ONU en el siglo XXI ya no está hablando de dinero, porque una persona con mucho dinero, no se puede decir que es rica. La Organización habla de patrimonio inmaterial, que significa lo que se tiene en la cabeza, lo que se ha leído: lo que sabemos, lo que conocemos. La gente que tiene autos lujosos, casas, fincas, apartamentos, cuentas en el extranjero, y en las nuevas medidas las Naciones Unidas, los considera indigentes.
Ellos no tienen ninguna repercusión, no iluminan, no significan nada; el camino afanoso por hacer plata, pertenecer a las clases sociales, no representara nada entre la mayoría. Cuando pase esta pandemia, la nueva riqueza es lo que se tenga en el cerebro, ese patrimonio inmaterial del conocimiento que nos han dejado los escritores, filósofos, poetas, historiadores, ellos aportan ese conocimiento en sus libros. En este devenir he recordado una entrevista que expresó el escritor colombiano Santiago Gamboa y que sirve para elucubrar.
A finales del siglo XX e inicios del XXI, la salud se ha convertido en un negocio. Los gobiernos y los políticos en asocio con los capitalistas la han hecho rentable. Los pobres no tienen derecho a enfermarse. Cuando se defendía el Socialismo en el siglo XVIII, el capitalismo que lo condenaba, extraía de Carlos Marx este objetivo: “No es la satisfacción de las necesidades del ser humano ni el respeto por nuestro entorno, sino el incremento del beneficio privado y la acumulación incesante de capital”.
El sistema capitalista es quien ha provocado esta pandemia al violar diariamente la naturaleza y las formas de vida humanas; todo lo que se produce son mercancías para el cambio. La fuerza de trabajo del ser humano, los alimentos, la vivienda, el vestuario, el ocio, la educación están integrados en las cadenas de valorización del capital.
Esto es lo que hacen los políticos y economistas en nuestro país cuando la curva de la pandemia va en ascenso sin todavía llegar al pico y planean abrir el comercio, la economía, sin tener en cuenta la salud en un país pobre en sanidad, en hospitales para atender los enfermos que necesitan las UCIs, dejando aparte los que están con enfermedades de base y limitados en sus medicamentos.
Haciendo una secuencia de la crisis, que en Colombia la tomamos muy a la ligera desde el mes de marzo, las críticas venían porque los protocolos de bioseguridad en los aeropuertos no se cumplieron con los viajeros colombianos y extranjeros. Nos enviaron a todos a las casas a la cuarentena; eran los meses de marzo, abril y mayo, donde tenían que prepararse, en la medida que atendían el comercio, la educación para frenar contagios, pero ellos fueron saliendo de las terminales aéreas a contagiar y se paró todo el aparato productivo.
Fueron tres meses perdidos y sin protocolos de bioseguridad en las comunidades. En junio, julio, quisieron recuperarlos con unas medidas que han complicado más la situación. Los decretos del presidente Iván Duque, se enredaron más con el día sin IVA, cuando este lo habían podido hacer en otro mes cuando la curva estuviera muy por debajo: Septiembre o diciembre. Medidas que, con el crecimiento de los contagios y la indisciplina de la gente, vamos a consecuencias peores, con las cifras del producto interno bruto a la par en el desempleo y la desaceleración económica.
En cada columna dejo una meditación: la sociedad, incluidos los poderes económicos, el estado y las poblaciones; se han enfrentado por primera vez y al mismo tiempo, con un enemigo nuevo que nos es la inflación, las guerras comerciales, revueltas sociales, los enfrentamientos guerrilleros en todo el país, sino un virus que mata en pocos días a personas mayores, niños jóvenes que tienen enfermedades de base y no se pueden atender porque las clínicas y los hospitales llegan a un tope máximo. Esto sin contar los que están aislados en las casas, muchos sin protocolos y atención médica.
Pero hay motivos de esperanza. La crisis del coronavirus ha golpeado las conciencias de millones de colombianos que están percibiendo necesidades. La muestra está en los noticieros, el Smartphone a cada momento, a la par de cosas falsas e inoficiosas, nos están llevando como lo dije en una columna anterior a una distopía, terminó que acuñó Thomas Moro, a un modelo de sociedad ideal con mínimos niveles de crimen, violencia, pobreza, caracterización de la deshumanización en la que estamos cayendo.
En general, nadie puede asegurar cuál será el impacto final del covid-19 y como nos afectará de acá en adelante, sin que se tenga un atenuante en los tratamientos, solo los respiradores artificiales y los altos costos que cobraran la EPS e IPS, en un servicio de salud precario en algunas zonas e insuficiente en las ciudades capitales.
*Poeta y escritor.
Twitter: @bizonteamarill1