Por: Pablo Arteaga/ Significativo pero más doloroso aún saber que cada vez más empresarios y comerciantes medianos y pequeños tienen que acudir a declararse en insolvencia ante la imposibilidad de atender sus obligaciones con proveedores o con el sector financiero.
Y no son actores económicos cualquiera. Son gentes que han demostrado durante años responsabilidad, diligencia, buen juicio, moderación y experiencia, pero que sucumben ante la crisis generalizada que se vive en el país y que para el caso de Barrancabermeja se hizo más honda luego del estallido de la burbuja ilusoria que generó el Proyecto de Modernización de la Refinería (PMRB).
Ante esa crisis, provocada por una decisión administrativa de Ecopetrol luego de haber creado ilusiones desde los medios de información y múltiples reuniones y que posteriormente reversó sin asumir ningún tipo de responsabilidad frente al daño causado no solo a un sector sino a toda una región; habría que agregarle la proliferación de la economía criminal derivada de la actividad del narcotráfico, que terminó por generar para muchos sectores de la población un sedante en la vida económica así fuese con ingresos magros.
Al desencanto del PMRB se sumó el autoengaño de los ingresos provenientes de los dineros del narcotráfico y de los préstamos gota a gota los cuales reflejan que son la mejor expresión de lavado de activos y que han ido consumiendo a nuestra sociedad en medio de tanta agonía, zozobra y necesidad.
Ante este panorama, lo deseable hubiese sido una actitud proactiva de la Administración Municipal vía irrigación de recursos públicos en distintos sectores de la economía para dinamizar el mercado y las opciones de inversiones múltiples que coadyuvarán al jalonara de la economía, pero no fue así.
El Gobierno Local, hoy envuelto en serias dificultades penales y disciplinarias, optó por la ruta de la concentración de los recursos en contadas manos familiares y empresariales en su mayoría foráneas. No hubo al frente un alcalde de sensibilidad ciudadana, de sentido claro de solidaridad con la suerte de los medianos y pequeños empresarios. Su indolencia fue la nota predominante en su paso vergonzoso por la Administración.
No era una obligación legal específica hacerlo, es claro. Pero si era un imperativo ético como quiera que principio de la solidaridad está inscrito, así no esté específicamente desarrollado, en el artículo primero de la Constitución. Obviamente que para tomar una decisión de este talante se supone una gran sensibilidad social y la que definitivamente no se hizo presente en la conducta del Mandatario judicializado.
A ese sentido de la solidaridad acudieron muchos al visitar el despacho de la Alcaldía. A ese sentido de la solidaridad acudieron muchos a través de cartas, mensajes de WhatsApp, amigos y oraciones pero todo fue en vano. Fueron portazos, silencios, rechazos, humillaciones y venganzas el lenguaje utilizado por los agentes del poder local. Los bancos empezaron en su lógica de recuperación de créditos a fustigar a los deudores. Los abogados e intermediarios se armaron de amenazas y con código en mano, lograron perturbar la paz y la tranquilidad de los actores económicos.
Para hacer la faena de olor más siniestra apareció la DIAN con su política de sanciones tributarias con amenazas de cárcel incluidas. El terror empezaría a tomar forma institucional. Suficiente para que la tristeza y la desesperanza se posaran como invitada de honor en muchos hogares.
No hay más solución posible que recuperar un poder local que haga de la solidaridad el fundamento de sus conductas en la interrelación con los ciudadanos. Hay que rediseñar en el ejercicio de la gestión pública esta ciudad icono del desarrollo de nuestro país, socializarla y humanizarla. Hay que pensar y buscar hacerlo, que la Administración transfiera responsabilidades al sector privado apuntalando buenos recursos públicos para tal gestión.
Hay que superar la insolvencia del alma que dejó como huella amarga el Mandatario desplazado y privado de su libertad. Solo desde una nueva visión de relaciones el municipio, empresarios y sociedad será factible construir una Barrancabermeja mejor donde el compromiso será de todos como ciudadanos y actores sociales, ya empiezan a proponer en distintos diálogos entre ciudadanos sensibles y pensantes, que con amor, constancia y dedicación se reúnen asumiendo posiciones claras de sensibilidad social y propositiva a la situación actual de la ciudad.
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