En estos días nos piden transportarnos menos para consumir menos gasolina, no importa la productividad, lo importante será decrecer.
Por: Javier Quintero Rodríguez/ La controversial ministra de Minas y Energía, desde un importante foro internacional introdujo en el debate nacional el término “decrecimiento” como la hoja de ruta, el objetivo último, no solo del sector del que está encargada, sino del país y del planeta. Muchos habrían apostado que luego de la reacción de una nación estupefacta y urgida de explicaciones, la ministra recularía y, fiel al estilo del gobierno, diría que la interpretaron mal, que “no lo crió” o que “ni lo dijo”.
“Decrecimiento económico sostenible”, originalmente Décroissant del francés, se define “desde una perspectiva ecológica-económica como la reducción socialmente sostenible y equitativa de la producción de la sociedad.” La ministra no estaba inventando nada. Este concepto originario del Club de Roma y adoptado por la izquierda europea, es el argumento con el que estamos dejando morir de manera infame la industria de los hidrocarburos.
El pasado mes de mayo tuvo lugar la conferencia organizada por el Parlamento Europeo en su sede en Bruselas, llamada Beyond Growth o “Más allá del Crecimiento” en el que por supuesto la idea central era el Décroissant. El concepto parte de la existencia, según los expositores, de un sistema económico altamente disfuncional, fundamentado en el “mantra” del crecimiento, culpable del empobrecimiento de la población mundial, donde se prioriza e institucionaliza la codicia voraz. Un mundo que ha llegado al límite de su posible crecimiento, en el que seguir al mismo ritmo solo llevaría al apocalipsis.
En este nuevo paradigma propuesto, la capa que lo cubre todo es la preservación del medioambiente y de la vida. Sin embargo, debajo de esta, encontramos ideas que yacen sin argumentos científicos rigurosos, pero con mucho tinte socialista. Producir menos mientras se les quita a los ricos para darle a los pobres. Al tiempo, intervenir a las empresas, a los mercados financieros, regular el mercado laboral en favor de demandas sindicales, controlar el consumo de alimentos y por supuesto, el no rotundo e inmediato a los combustibles fósiles.
Cualquier parecido con las políticas y reformas del “Cambio” en nuestro país está calculado. En estos días nos piden transportarnos menos para consumir menos gasolina, no importa la productividad, lo importante será decrecer. Y si esta es la carta de navegación, vale la pena preguntarse: ¿Cuál es la evidencia científica de que este paquete de reformas permitirá el desarrollo? ¿Cómo dos realidades tan distintas entre Europa y Colombia pueden compartir la misma receta de política económica? ¿Estamos aplicando un refrito del socialismo rebautizado como “decrecimiento”?
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*Economista, MBA.
Twitter: @javierquinteror