Por: Diego Ruiz Thorrens/ El pasado 31 de marzo se conmemoró una nueva versión del día internacional de la visibilidad trans. Esta fecha, creada en 2009, tiene como objetivo resaltar las vidas y experiencias trans y también visibilizar la discriminación que sufren las personas trans en todo el mundo, convirtiéndose en una de las fechas más importantes de todo el movimiento LGBTQ. A nivel nacional, cada año se suman más y más instituciones de carácter público y privado que han comprendido el inmenso valor social que tiene la adhesión de una comunidad que continúa siendo víctima de las brutales, feroces y crueles de las violencias. Esta adhesión social es sumamente importante.
En Bucaramanga en el día internacional de la visibilidad trans, organizaciones y colectivos LGBTQ realizaron diversas actividades donde buscaron denunciar la deuda social que tienen algunas instituciones de carácter público/privado del departamento con esta comunidad. En muchas de estas actividades se expuso que (1) no existen iniciativas (no hay voluntad) desde el sector privado dirigidas a la inclusión laboral a mujeres y hombres trans y (2) persiste el malestar por el asesinato (feminicidio) cometido contra Andrea Rozo “La Leona”, mujer trans asesinada el pasado 10 de marzo. También, contra otros crímenes que quedaron impunes. La Alcaldía de Bucaramanga también hizo su parte, realizando un conversatorio titulado “transitando la ciudad”, espacio que recogió las voces de mujeres de la población trans del área metropolitana de Bucaramanga y que también contó con la participación de actores de carácter nacional.
En el departamento de Santander, visibilizar la experiencia de vida de personas trans es sumamente importante. Sin embargo, esta visibilización enfrenta continuamente barreras, algunas de ellas con múltiples aristas, resultando en un difícil (casi imposible) ejercicio de avance e inclusión social. Una de esas barreras, quizá la más significativa, es la carente comprensión del significado del ser y/o vivir, a partir del reconocimiento del libre desarrollo de la personalidad, de la experiencia trans. También, existen barreras que impiden escuchar las voces y necesidades de la misma comunidad, lo que imposibilita trans-formar en positivo algunos de los imaginarios que socialmente persisten.
Pero, ¿qué significa ser trans? Aquí retomaré la definición de Human Right Campaign Foundation: “La palabra transgénero (o trans) es un término general para aquellas personas cuya identidad y expresión de género se diferencia de las que están típicamente asociadas con el sexo que les fue asignado que al nacer (por ejemplo, en la partida de nacimiento).” Esta definición, que para muchos y muchas de nosotros podría ser básica y muy clara, en el plano social, continúa enfrentando todo tipo de incomprensiones e imprecisiones, muchos de ellos, nocivos o que terminan siendo peligrosos para la misma comunidad trans.
En algunos sectores sociales, principalmente, aquellos que buscan la anulación del reconocimiento de esta importantísima comunidad, se asume que “transitar” es tan sencillo como levantarse o hacer una acción o actividad diaria, cuando es todo, absolutamente todo lo contrario. El proceso de transito toma toda la vida, y esto es algo que aún siguen sin comprender o desconocen (muchas veces, conscientemente) esos sectores sociales ajenos a la experiencia de vida trans. También, se asume erróneamente que una persona que construye su corporalidad más allá del sexo biológico es una persona que vive en un “cuerpo ajeno”, definición que únicamente refuerza la idea de la experiencia de vida de hombres y mujeres trans a partir de marcos patológicos o médicos, lo cual también es sumamente peligroso.
Se sigue pensando y asumiendo que sentir/vivir/construir la corporalidad trans es lo más cercano a un “capricho”. Personalmente, no sé cuántas veces he tenido que escuchar y contradecir ese argumento a sectores eclesiásticos, asociaciones de padres de familias, a docentes escolares y universitarios entre otros, y casi siempre termino encontrando que aprender sobre la experiencia de vida trans implica también un proceso de des-aprender muchas cosas que hemos validado como inamovibles. Vivir, sentir, construir nuestra identidad de género debe ser comprendida más allá de la genitalidad con la que podamos nacer.
En el departamento de Santander, a pesar de los pocos avances que en materia de derechos han alcanzado la población trans, la realidad es que son muy pocas las personas (especialmente, poquísimas mujeres de la población trans) quienes han contado con la suerte y la fortuna de vivir a diario su experiencia de vida como personas trans. De llegar a ser incluidas socialmente. De ser profesionales. Para entenderlo, podríamos decir que 1 de cada 100 (quizá de 1000) personas perteneciente al sector trans podrá salir adelante en la vida.
La inclusión social del sector trans no sólo beneficiaría a esta importante comunidad sino a toda la sociedad. Por ello, es necesario garantizar el acceso a derechos que todas y todos tenemos por simplemente ser ciudadanos, y que para el caso de las personas de esta población, esa garantía en derechos debe ser igual para todas, todos y todes, independiente de la edad, estrato social, nivel educativo, etc. Es urgente que la población trans acceda a las mismas oportunidades que, socialmente, cuentan las personas cisgénero.
Aún nos falta mucho, muchísimo, por alcanzar la meta soñada del respeto por las vidas de personas de la población trans.
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* Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición del Posconflicto de la escuela superior de administración pública ESAP – Santander
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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).