Por: Alex Bayona Castillo/ Entramos en tiempos de campañas políticas y es evidente que todo nuestro entorno se tiñe de colores, comentarios, promesas e incluso odios influenciados.
No se trata de señalar las típicas frases de cajón: “A mí no me gusta la política”, “Todos los políticos son iguales”, “Para que votar, si al final ganan los mismos” … entre otras. Se trata de entender el contexto en el que queramos o no, somos partícipes del tema, bien sea siendo ciudadanos activos (los que votan) o ciudadanos pasivos (los que ven pasar las elecciones).
Hace un par de años, las campañas políticas dieron giros interesantes respecto a la “estrategia” en cuanto a los planes a publicitar y que “imagen” transmitir a los electores para lograr captar ese voto.
Muy seguramente algunos recordaremos un personaje influyente en el marketing político y de hecho muy polémico; JJ Rendón, un venezolano quién a través de su estrategia política ha logrado llevar a la victoria a reconocidos presidentes en Latinoamérica, participando en 34 campañas presidenciales con 29 victorias y sólo 5 derrotas. Rendón asesoró las dos campañas del expresidente Juan Manuel Santos.
Los métodos de Rendón están basados en la comunicación estratégica y la psicología, sobre estos pilares ha levantado planes para llevar a la opinión a decidir en momentos cruciales. Algunas personas acusan a Rendón de basar sus estrategias en “rumores” y “guerras sucias”.
Es importante resaltar esa frase “guerra sucia”, pues si bien, las contiendas electorales pueden ser tomadas como “guerras sanas de partidos políticos”, hoy día parece que la huella de JJ Rendón ha sido la guía de miles de asesores y estrategas políticos que manteniendo el horizonte de “guerra” han cruzado a estrategias polémicas como los rumores, invasión a la privacidad y ataque a la imagen del contrincante.
Es que publicar un rumor sobre la vida privada de un candidato parece atraer más que las propuestas extensas y “aburridas” que se pueden plantear. Se viraliza y comparte más un video de “la amante del candidato”, “los escándalos del candidato”, “la usencia de diplomas del candidato”, “los errores del candidato”, entre otros.
Y es que este “ataque al otro candidato”, ha llevado hasta criticar la forma de vestir (que pareciera preocupar más que las capacidades de gobernar) dado que el mensaje consumido por algunas personas los lleva a decidir si el candidato es bueno o malo por usar unos zapatos “Ferragamo” o unos “Crocs”.
Es tal la desviación de lo realmente importante (las propuestas) por lo realmente caliente (los rumores) que ya las campañas políticas cuentan con fábricas de memes y videos para estar listos a disparar frente a cualquier error o rumor que se pueda tener de la competencia electoral.
Imaginemos ver un mundial de fútbol donde en los partidos jugados e incluso la final, los jugadores solo se limiten a agredirse entre sí; donde la prioridad de hacer goles se ve nublada por la necesidad de hacer caer a costa de faltas y juego sucio a los jugadores del otro equipo. En ese caso pasamos de ver un “jogo bonito” a un ring de lucha libre; donde al final no ganará el que haga más goles.
Qué tal si los políticos actuales y polémicos los ubicáramos en un juego de futbol: un Uribe se encargaría de incitar a la violencia e imponer su juego, un Petro en crear odio entre los jugadores y fijarse en la clase social; un Santos en negar el juego; Un Roldolfo en criticar los juegos anteriores, lanzar rumores y tildar de corruptos a los árbitros; Un Peñalosa en ignorar la ciudad mientras habla enredado. Si la convocatoria siguiera, parecería no acabar.
Y es que esa estrategia de “atacar al otro” ya cruza los escenarios al punto que los militantes y seguidores del candidato desconocen las propuestas de gobierno del líder de ellos; pero son expertos en conocer los errores y fallas de los otros competidores políticos.
Estas estrategias de “guerra sucia” se han multiplicado tanto en redes sociales, que las opiniones de dichos rumores (o verdades en algunos casos) llegan a tener tanto impacto que se convierte en temas de charla en el Transporte Masivo, en temas familiares y de amigos. Algunas veces dichos debates se convierten en calurosas discusiones partidistas que terminan dividiendo amistades y familias.
El mensaje es claro, es más fácil entender en todas estas campañas por QUIEN NO VOTAR, pues al publicitar tantos defectos de los candidatos, resulta practico entender por quién no votar en las contiendas electorales.
Este reciclaje de “estrategias” que en su tiempo dieron los mejores resultados, puede traer un efecto opuesto al esperado y que afecte a todos los participantes en campañas, pues se está abordando la misma población para todos los candidatos y se está dejando a un lado a los electores de opinión, a quienes no les importan los errores o rumores y esperan escuchar las verdaderas propuestas de los candidatos.
En un país donde el porcentaje de abstencionismo es casi del 50%, la estrategia de “hablar mal del otro” no es la mejor decisión al momento de atraer nuevos ciudadanos a las urnas. Ese “odio influenciado” corrobora que al final la política poder ser polémica, oscura y no la solución a las necesidades de la comunidad.
En lugar de dirigir a la población al “dime por quien no votar” se debería hacer un ejercicio bien hecho de impactar con las propuestas del candidato con fines de afianzar sus seguidores y atraer más votos de desertores del abstencionismo.
No se puede seguir en campañas de “rumores”, pues no es sano para una comunidad, ciudad, departamento o país gobernar con solo señalamientos, quejas y ausencia de gestión. Se han visto ciudades donde sus alcaldes solo se expresan con populismo en discursos que llenan de acusaciones irresponsables, rumores y hasta mensajes de desobediencia civil, cuestionando hasta la justicia y constitución de nuestro país, a costa de seguidores en redes sociales y aplausos por querer ser “héroes” olvidando su compromiso de ejecución en la administración pública.
Ojalá en estas campañas, los estrategas políticos cambien el “chip” de dirigir el mensaje de “por quién no votar” y puedan exaltar las verdaderas propuestas de sus candidatos en una sana competencia. Que inviten a los abstencionistas a hacer parte del ejercicio democrático de votar y no alejarlos del show con telones oscuros basados en rumores y errores.
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