Por: Hugo Hernando Bernal Vallejo/ ¿Quién no ha escuchado hablar mal de la ciudad en algún momento de sus vidas? Porque muchos, lamentablemente, hablan mal de ella en la calle y en sus propias casas. Se dice cualquier cosa: entre otros, que ‘las calles son sucias’, ‘los parques no tienen iluminación’ o ‘hace falta pavimentar’. En general, cualquier comentario que solo desacredita nuestra ciudad.
Hablar mal de la ciudad, es como hablar mal de la mamá, por no decirlo menos y solo sirve para que lo malo se multiplique. Cierto o no, la pregunta para aquellos que tanto critican es, ¿cómo contribuyen para solucionar los problemas de los que tanto mal hablan? ¿Por qué no hacen algo para solucionar lo malo que tiene la ciudad en donde viven?
Es más fácil promover comentarios negativos que autocuestionarse y tomar medidas comunitarias para respetar los semáforos; las filas en los bancos, prevenir que sus hijos boten basura en la calle. Los comentarios negativos no promueven el respeto a los peatones, ni controla la velocidad de los conductores. Hablar mal de la ciudad no hace expertos en cultura ciudadana.
Es obvio que los muchos que hablan de la ciudad y no hacen nada para cuidarla son regidos por el principio de interés individual que evidentemente prevalece sobre el interés general. Esta inversión de valores que hoy tristemente guía nos ha hecho involucionar como sociedad. Por eso es por lo que constantemente nos preguntamos, ¿qué puede hacer Barrancabermeja por nosotros? Pero es hora de que nos preguntemos: ¿Qué podemos hacer nosotros por Barrancabermeja?
¿Qué podemos hacer? Hay mucho para hacer en nuestra ciudad, lo primero es quererla y sentirla muy nuestra. Nuestros actos en procura de una identidad y pertenencia dependen de la interiorización de un discurso, que llamaría: El discurso de la barranqueñeidad.
El discurso de la barranqueñeidad lo encontraremos en la historia, en nuestro presente, y en la visión que tenemos de nuestra ciudad. La construcción de valores sociales de sus antepasados, la constante lucha de ideas de sus políticos y mercaderes, y los conflictos heredados por sus límites geográficos han delineado el perfil con memoria histórica. Barrancabermeja es una ciudad rica en tradiciones familiares, deliciosa comida, juegos regionales, festivales, mitos, leyendas y danzas. Una sincronía cultural que le ha abierto las puertas de la literatura, la música y las artes.
Nuestro presente, el punto de partida, es la cultura popular o folclor, como lo queramos llamar, pues a pesar de tener una cultura plural o variada, es lo que sociológicamente nos une. No sé si debemos reconstruir, re imaginar o reinventar «la barranqueñeidad», como discurso. La verdad incuestionable es que requerimos de uno, que sea cimiento de nuestro futuro basado en una participación y compromiso de todos, en una reflexión sobre quiénes somos, quienes hemos sido y quiénes queremos ser. Necesitamos decirlo con orgullo, somos barranqueños, de la región del Magdalena Medio y colombianos, como inicio de un discurso, pero… ¿Quién lo va a liderar?
Hoy en día Barrancabermeja está llena de personas que, por no haber nacido en ella, son o se sienten extraños en ella. Son personas que no la entienden y quizás tampoco les importa la ciudad. Al no tener un sentido de pertenencia ni de identidad, se pierde la necesidad de arraigo. Los extraños, son extraños porque no comparten la historia, el presente y la visión con los barranqueños. Pero se les puede enseñar como se quiere la patria chica.
Se les puede mostrar por qué la ciudad es tan digna de quererse. Todas las cosas que hay en nuestra ciudad nos pertenecen a todos. Sea oriundo o no de Barrancabermeja, o si apenas llegó ayer. La regla es sencilla, ¡respete donde vive, para que la ciudad sea el paraíso que soñamos, con calorcito y todo!
No podemos seguir culpando al fuereño, enseñémosle a propios y extraños a no destruir la ciudad con “palabras terroristas”, es nuestra, por el sólo hecho de vivir aquí con la familia, no es justo que después salgan a despotricar de lo nuestro.
Necesitamos aplicar una pedagogía centrada en el amor que nos permita humanizar a Barrancabermeja. La falta de amor es uno de los problemas cruciales de nuestra ciudad y lo necesitamos para establecer relaciones verdaderamente humanas y específicas entre los barranqueños, para expandir en su alma, su riqueza espiritual y su capacidad de amar.
El amor nos hará crecer como verdaderos barranqueños, es tarea fundamental de todos y cada uno de los habitantes de nuestra ciudad, cimentando principios de fraternidad en la construcción del bien humano, con el objeto de que cada uno de nosotros nos volvamos constructores del edificio social que queremos para vivir.
Paisanos, todos porque vivimos y queremos a Barrancabermeja, hagamos un ejercicio: los padres reúnanse con sus hijos; los profesores con los alumnos; los empleadores con sus trabajadores; los curas y los pastores con sus hermanos de comunidad y hablemos de nuestra ciudad con amor, en forma positiva, alegre, la palabra tiene poder y en poco tiempo tendremos una ciudad como queremos y que todos queremos, además es la nuestra.
Existen algunos elementos básicos para construir una pedagogía para el amor: Erich Fromm, nos presenta cuatro elementos básicos comunes a toda forma de amor, que nosotros debemos llevar a la práctica en Barrancabermeja, en las diferentes interrelaciones personales:
1- El cuidado: Con la luz de la humana razón guiada por el corazón la realidad toda, combate los errores y prejuicios.
2- La responsabilidad: Todos debemos ser responsables, la vida y la felicidad de todos siempre debe ser una preocupación de todos.
3- El respeto: El razonamiento es un camino abierto, plural, la lucha contra cualquier tipo de corrupción, sea religiosos, político, social, económico. Pero al mismo tiempo, se define por ganar cada vez mayores espacios para la cultura de los ciudadanos.
4- El conocimiento: Debemos conocer lo nuestro para llegar a amarlo, pues no se puede amar sin conocer y ello supone “penetrar la corteza de las cosas para llegar a su esencia”; por lo tanto, las relaciones con ellos serán frías y no podrá llegar a comprenderlos.
El ideal del barranqueño es estar en posesión de tres cualidades básicas. Ha de ser una persona ilustrada, moral y libre. Ilustrado para que pueda aportar con su estudio algo en la tarea de progreso de la ciudad que queremos. Moral para que, distinguiendo el bien del mal, contribuya a la felicidad propia y de los que le rodean. Libre porque sin libertad no se puede ser responsable. Y sin responsabilidad no se puede afirmar la persona.
*Abogado, poeta e investigador cultural.
