La verdad se construye haciendo el bien, a través del amor, si sembramos bien en el mundo; entonces vemos el bien en los demás.
Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Podrá sonar a frase de cajón, la repetimos a diario, pero es una realidad lo que le damos a la vida, eso nos devuelve, lo que sembramos en nuestro diario vivir eso recogemos, no podemos pretender sembrar cocos y recoger manzanas.
La mitad de nuestras equivocaciones en la vida provienen de nuestros actos, hagamos un ejercicio sencillo, ¿Cuáles fueron nuestras palabras hoy al despertarnos? ¿nos quejamos, porque debemos ir al trabajo?, ¿nos quejamos de las dolencias?, ¿nos lamentamos por los problemas que tenemos que resolver hoy?, las visitas que tenemos que hacer, etc.
Recordemos que las palabras son poderosas, alentadoras, curativas y motivantes, o negativas y destructivas, preguntémonos que eco le estamos enviando a nuestro subconsciente ¿qué mensaje le estamos enviando, a todas las células del cuerpo? Porque ese es el eco que se nos está regresando, revisemos muy bien, porque podemos estar enviando a diario mensajes de pensamientos negativos y destructivos, no cultivemos, ni anidemos en el corazón, la ira, el coraje y la decepción, cambiémoslo ya, por sentimientos positivos como la alegría, el amor, la paz, la solidaridad y la tranquilidad.
No olvidemos que los mensajes que le enviemos al cerebro, y el sentimiento que lo origina, se reflejará en nuestro carácter y en nuestra actitud frente a la vida, es sencillo, un pensamiento desde el momento en que lo aceptamos, nos va acompañar durante todo el día, dormirá con nosotros y volverá a parecer en nuestros sueños, para amanecer el día siguiente más fortalecido, ¿entonces preguntémonos de que pensamientos nos estamos alimentando?
Nuestro subconsciente es el disco duro de nuestra computadora personal, es la memoria que almacena cada uno de nuestros mensajes que le enviamos a nuestras células en cada momento del día, de manera tal que, si le estamos enviando pensamientos negativos, nos acompañara durante el día la desdicha, la amargura y la tristeza.
Por el contrario, si enviamos pensamientos positivos con ellos regresa la alegría, el optimismo y el amor, nuestros pensamientos son el eco de nuestra vida, podemos entonces decir que la vida es un eco, porque, lo que damos recibimos.
Si vemos una persona que ha triunfado haciendo el mal, no lo juzguemos, ni cuestionemos el hecho de que haciendo el mal le va bien, de seguro la vida le va a devolver todo lo que hizo en su existencia, podemos llamarlo eco, en realidad es la vida, porque la vida nos devuelve todo lo que decimos o hacemos.
Nuestra vida es el reflejo de nuestras acciones, por eso si deseamos que haya amor en el mundo, debemos crear más amor a nuestro alrededor, si buscamos felicidad, sencillo demos felicidad a quienes nos rodean, deseamos una sonrisa para nuestra alma, fácil ofrezcamos una sonrisa a las almas que están con nosotros, es sencillo, la vida nos devolverá exactamente lo que le hemos dado, tenemos que entender que la vida es un eco, si no nos gusta lo que recibimos de vuelta, algo está pasando y debemos revisar muy bien lo que estamos dando.
Debemos establecer en nuestra vida una atmósfera positiva, para que, como el eco, regresen a nuestra vida: lo bueno, lo sano y lo correcto, actuando así, logramos que venga a nosotros, lo que deseamos: la abundancia, la felicidad, la salud y el éxito.
Si hay algo valioso en la vida es agradecer, e independiente de nuestras creencias, el tener comunicación con el creador, dándole gracias por la vida, la vida, por la salud, por nuestra familia, por quienes nos rodean; eso nos va a llenar de energía positiva.
Hay una historia que muchos debemos conocer sobre un niño que se cae, se lastima y grita: “¡aaahh!” y oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: “¡aaahh!”. Con curiosidad el niño grita: “¿Quién está ahí?” Recibe como respuesta: “¿Quién está ahí?” Ya enfadado, el niño grita: “Cobarde”. Y recibe de respuesta: “Cobarde”. El niño mira a su padre y le pregunta: “¿Que sucede?” El padre, sonríe y le dice: Hijo mío, presta atención, Entonces el padre grita a la montaña: “Te admiro”. Y la voz responde: “Te admiro”. De nuevo, el hombre grita: “Eres un campeón”. Y la voz le responde: “Eres un campeón”. El niño estaba asombrado, pero no entendía.
El padre le explica la gente lo llama eco, pero en realidad es la vida, te devuelve todo lo que dices, así mismo pasa si damos amor, felicidad, alegría pues eso mismo recibimos es algo que viene “de rebote”: cuando la buscamos en nosotros mismos no la vamos a encontrar, pero cuando buscamos la de los demás (haciendo el bien) la encontramos como el eco, “de rebote”, recojo lo que siembro, eso de que hay más alegría en dar que en recibir puede sonar coloquial pero es cierto, busquemos la alegría de los que nos rodean, si queremos una sonrisa en el alma, hemos de sonreír a quienes tenemos a nuestro lado, cada día.
Esto se aplica a todo en la vida: a la belleza, a la verdad, a la bondad, por mucho que vayamos por el mundo buscando la belleza, no la encontraremos nunca si no la llevamos con nosotros, sólo cuando llevamos la belleza, la vemos también en todo y en todos, ser auténticos, coherentes, sólo cuando llevamos la verdad, la vemos en los demás, solo si somos bondadosos, lo vemos en los demás.
Entonces vemos que la verdad se construye haciendo el bien, a través del amor, si sembramos bien en el mundo; entonces vemos el bien en los demás, y sólo entonces nos hacemos buenos; si, al hacer el bien nos hacemos buenos; y también al mejorar nos hacemos capaces de conocer mejor lo que está bien, con ello encontramos la alegría de vivir, me acorde de un libro que en mi primaria se llamaba la alegría de leer.
A veces nos ponemos gafas de sol para evitar la luz en verano; o para chicanear manejando, y al entrar en un túnel nos parece todo oscuro, como si las luces no alumbraran; entonces nos damos cuenta de que lo vemos todo negro porque llevamos puestas las gafas negras, pensemos entonces que si algún día lo vemos todo negro (los demás nos molestan, están insoportables, etc.), es que tenemos la mirada turbia, la niebla está dentro de nosotros y por eso proyectamos aquella visión hacia fuera, recordemos la vida es como el eco; no exijamos a la vida lo que no estemos dispuestos a dar.
En ocasiones nos encontramos desencantados, pues no han tenido con nosotros las atenciones que esperábamos, y esa falta de cariño nos hace sentirnos solos, desconsolados, fácil es hora de hacer un acto de generosidad, de actuar de tal modo que procuremos que a nuestro alrededor nadie pruebe esto tan amargo que hemos padecido en esa ocasión; una técnica de éxito muy sencilla, pero muy poderosa, es sonreír aunque cueste, no hay cosa tan pequeña que dé resultados tan grandes, para cambiar el mundo: miremos a las personas con amabilidad, con una sonrisa sincera y esa frase hermosa: “que nadie pase por tu lado, sin que se sienta valorado”.
Todo regresa a nosotros, bueno o malo, la vida siempre nos lo devuelve, por esto mismo es que debemos prestar atención a nuestras actitudes, a nuestra manera de tratar a la gente, a nuestra forma de retribuir a los demás las ayudas que de ellos hemos recibido, seamos generosos, pero no solo porque deseamos que la vida nos devuelva cosas lindas, NO, seamos generosos de corazón, que sea nuestra naturaleza, que nos nazca del corazón.
Extendamos nuestras manos a quien necesite nuestro auxilio, seamos cordiales con esa persona que sube al autobús y necesita el asiento, ayudemos al anciano a cruzar la calle, ayudemos a ese animalito a darle de comer o al menos brindémosle agua, no olvidemos regar nuestras plantas, porque por muy raro que sea, con eso también estamos ayudando al mundo, hay millones de acciones sencillas y fáciles de hacer a diario para ayudar al mundo y para que nuestro corazón se vaya entrenando a la generosidad sincera y noble.
Ayudemos al mundo y el mundo de seguro nos ayudará.
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*Profesional en Mercadeo
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